Celos

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Celos: sentimiento que surge al pensar o sospechar que la persona amada comienza a tener afecto romántico por otra.

Los celos siempre aparecen tarde o temprano en una relación.

Incluso en la relación de los seres más poderoso de todo Egipto hay celos.



Se puede afirmar con total seguridad que el gran soberano de Egipto es muy seguro de sí mismo, él no le teme a nada, ni a nadie. ¿Por qué debería? Él siempre ha gobernado y todo le pertenece. Es cierto, no le teme a nada, de no ser por las cosas y personas que le rodean a Moisés.
Con el tiempo, Ramsés se volvió muy inseguro con respecto a su relación con Moisés. Se entendía un poco ya que Moisés no era cualquier persona. Moisés nació como un príncipe, luego se volvió un gran arquitecto y un gran guerrero, además portaba con una belleza inigualable, nadie podía llegarle a los pies. Incluso Ramsés se sentía inferior al lado de su amado esposo. Y eso fue lo que lo llevó a ser una persona celosa.

Al principio todo iba bien, Ramsés se sentía tan feliz porque su querido Moisés había aceptado casarse con él ‐después de meses de cortejo- y sus sueños por fin se harían realidad; desde niño siempre había soñado con gobernar al lado de Moisés.

Al avanzar su relación fue cuando empezaron a surgir pequeños sentimientos de celos, no era culpa de Moisés, simplemente Ramsés se sentía inseguro.

La primera vez que el Soberano sintió aquel sentimiento fue cuando unos gobernadores de otra tierra llegaron al palacio trayendo regalos exclusivamente para el nuevo esposo real. Todo era normal, pero no para Ramsés. Él vio como aquel gobernador de cuarta miraba a su Moisés, y también como le hablaba, coqueteando descaradamente, lo peor es que Moisés no se daba cuenta y le sonreía tan dulcemente.

La segunda vez, fue cuando unas bellas doncellas fueron presentadas especialmente para Moisés, estas mujeres habían sido traídas de otro pueblo para servir como damas en el palacio, pero al ser tan bonitas fueron elegidas para servir al Esposo real. Ramsés lo entendía, de verdad que lo entendía; al final tarde o temprano alguno de los dos debería de dar un heredero para el trono. Pero la sola idea de que su querido esposo estuviera con otra, le parecía repugnante, y aún más la idea de que Moisés gustara de una de ellas, ¿qué pasaba si Moisés prefería a una de esas mujeres antes que a él? ¿Y si ya no le querría?
Aquella vez Ramsés muy enojado despachó a todas las mujeres y besó delante de todos, con un hambre voraz a Moisés. Dejando en claro que nadie iba a ocupar su lugar, y que le importaba muy poco si no había un heredero directo. De ser necesario buscarían un niño al cual adoptar.

Tres, cuatro, cinco, seis y muchas veces más Ramsés tuvo celos por Moisés, algunas veces lo demostraba, muchas otras no; no quería que Moisés se enojara con él por sus celos sin sentido -que si tenían sentido-
Al pasar las lunas parecía que los celos se habían alejado de él, no había ocurrido en mucho tiempo una escena por la cual se sintiera mal y quisiera demostrar que él era todo para Moisés. Parecía que había un buen tiempo de no ser por....

Risas

No eran risas de burla, o de incomodidad, estas risas eran libres, llenas de alegría, se notaba la diversión en ellas. Sea quien fuera el que las provocaba, estaba haciendo un muy buen trabajo.
Ramsés no lo soportó, sabía que su esposo era el que soltaba aquellas risas e iba a descubrir quien las causaba, y le daría una sentencia bastante grave por aquella osadía.
Ramsés se acercó sigilosamente para no ser descubierto antes de tiempo y lo consiguió. Pudo ver y escuchar todo.

Ahí parados, muy cerca uno del otro, se encontraban Moisés e Ikeni, general de las tropas. Ambos sostenían una charla muy animada, al parecer Ikeni se estaba encargando de contar buenas anécdotas y chistes, mientras que Moisés reía a carcajadas casi cayéndose. Ikeni se aseguraba de que no sucediera poniendo su cuerpo cerca para que así Moisés se recargara.

Cortos • MoisésxRamsésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora