Parte 1

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Los veranos en el Campamento Mestizo suelen ser muy agitados. Más que nada ahora que en los fines de semana viene gente del Campamento Júpiter.

Nico pensaba pasar ese fin de semana como cualquier otro: descansando de todos los entrenamientos en su cabaña y saliendo de vez en cuando a comer y a tomar aire, pero cambió de opinión cuando esa mañana lo despertó la voz de su hermana menor (mayor) Hazel.

—Nico, Nico, Nico, Nico, Nico, Nico, Nico, Nic-
—Ya. Ya me desperté —Gruñó el muchacho.

Abrió los ojos de a poco. La luz que entraba por las cortinas lo cegó y estuvo un buen rato tratando de adaptar su vista. Cuando se sentó lo hizo demasiado rápido y casi se cae de la cama por el mareo. El día anterior tuvo como entrenamiento un duelo de espadas contra Percy, cosa que lo agotó por sobre manera y las horas que durmió esa noche no habían sido suficientes como para recuperarse. Nico se fijó en el mensaje Iris que flotaba frente a su rostro. Su hermana sonrió.

—Hola.
—Hola —Su voz estaba ronca pues acababa de despertar, al contrario que Hazel a la que se veía muy activa —¿Qué sucede?
—Sólo quería avisarte que estoy yendo a visitarte. Llegaremos con Frank en una hora más o menos, así que quiero que estés despierto... hace mucho que no nos vemos— La muchacha le dedicó una mirada llena de cariño. Nico no pudo evitar sonreír.

Acordaron almorzar juntos y luego Hazel se iría a una cita con su novio. Nico aprovecharía ese momento para descansar lo que le faltaba.

Aprovechando que ya se había despertado, se vistió para ir a desayunar (Will solía mirarlo feo cuando no lo hacía... cuando no desayunaba, no cuando no se vestía. No es como si alguna vez lo hubiese mirado mal por no vestirse. No es como si alguna vez lo haya visto sin ropa... Es decir, sí lo vio sin ropa, pero con puros fines médicos). Unos jeans sueltos y rotos; una camiseta de Los Ramones y unas zapatillas deportivas. Se ató el cabello con una pequeña goma en lo alto de su cabeza y respiró hondo un par de veces frente al espejo de su baño. Un pequeño ritual que tenía antes de salir de su cabaña.

•••

En las mesas del comedor había un par de camisetas violetas mezcladas entre las anaranjadas. Algunos campistas del Campamento Júpiter se habían adelantado y llegado la noche anterior. La mesa 20, de Hécate, estaba curiosamente ruidosa.
Nico pasó en silencio hasta su mesa, donde Roble le ofreció una taza vacía y comida.

—Buen día, Nico. Es raro verte tan temprano un sábado— Le sonrió la ninfa. Nico asintió acompañado con un suspiro cansado. Tomo la taza vacía y con su imaginación hizo que se llenara de café
—Hazel me llamó avisándome que vendrá—Respondió —Y buenos días —Añadió al último.

Roble era la ninfa que siempre le llevaba la comida. Al ser un descendiente de Hades dios de los muertos (entre otras cosas), las ninfas, los animales y los seres mitológicos solían ponerse nerviosos con su presencia. Cuando Nico decidió quedarse en el campamento las ninfas que servían la comida hicieron una apuesta para ver quien sería la que le llevaría la comida a al muchacho, pues ninguna quería y, por mala o buena suerte, Roble perdió (información dada por la misma). Después de unos pocos meses ella se dio cuenta que Nico no era tan terrible como su instinto le decía, sólo debía asegurarse de estar lejos cuando el chico se enojara o perdiera los estribos de algún modo.
Si bien, no son amigos, se llevan bastante bien y conversan de vez en cuando.

—Eso es genial —La Ninfa levantó la bandeja de madera después de que Nico se sirviera un poco de tocino, pan y una mandarina —Will estará feliz de verte desayunar —Luego de decir eso, le giñó el ojo y se fue.

Nico hizo lo posible por ignorar el comentario y no levantar la mirada hacia la mesa 7, la de Apolo. No pudo. La maldita urgencia de ver al rubio le ganó. Con suerte, él no lo estaría mirando...
Con suerte...
Nico no tiene suerte.

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