Parte 5

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Este capitulo es pura y exclusivamente de Wattpad, es decir, que no tiene ni va a tener un video recreándolo en TikTok.
Espero que reamente lo disfruten.


♦♦♦


Jessi le había dicho que lo más probable es que Nico hubiera ido a la arena en busca de peleas para distraerse, pero Leu Ellen no lo creía así. Ella sabía que cuando el pálido tenía un problema que no quería enfrentar, huía. Y el mejor lugar para esconderse, era el bosque. Lo decía por experiencia.
Muchos creerían que el tamaño del bosque sería un problema, pero no para ella. Al menos, no hoy. No era la primera vez que Nico se escondía allí y Lou, aunque no se sintiera orgullosa, lo había seguido.

El lugar era un muy, muy pequeño risco que había en un muy, muy pequeño claro, pero que daba una hermosa vista al mar. Era una zona realmente tranquila que sólo lograbas conocer si explorabas el bosque como era debido.

Lo encontró allí, sentado contra un árbol, con la cabeza escondida entre las piernas.
La chica sintió como si le hicieran un agujerito con un sacacorchos en el corazón.

  —¿Nico? —Dijo con suavidad mientras se acercaba lentamente. El muchacho dio un saltito en su lugar, pero no levanto la cabeza —Soy Lou, ¿Okey?, Voy a acercarme.

Con cuidado se situó al lado del pálido. Sus mejillas se pusieron algo rojas, ¿Y cómo no hacerlo? Estaba al lado del conocido Nico di Angelo, el chico que había entrado al campamento a los diez años y que después de la trágica muerte de su hermana se había convertido en un guerrero solitario, ayudando y siendo un papel fundamental en las dos últimas guerras que se habían librado.
Lou era varios meses más pequeña que él, casi un año, y había llegado al campamento cuando ya no estaba, así que nunca compartieron tiempo juntos. Sin embargo, las historias que les demás campistas le contaron a lo largo de los años, hizo que se terminara enamorando de él.

Sentarse a su lado se sentía como sentarse junto a un héroe.

Sus compañeres de cabaña le decían que tenía al chico en un pedestal. Que, si se tomaba el tiempo de conocerlo de verdad, seguramente no le gustaba tanto. Que Nico era para ella lo que un idol de K-Pop es para une fan.
Un amor platónico.

Tal vez tenían razón.
Pero no le importaba.
Fuera un enamoramiento pasajero, duradero, real o idealizado, le gustaba.

Porque a todes nos gusta estar enamorades.

Ver a la otra persona y sentir el famoso cosquilleo en la panza, sonrojarse cuando se miran unos segundos de más y que su sonrisa te derrita.
Todos esos sentimientos son hermosos de experimentar y cualquier persona los disfruta.

El problema...
El problema es si te corresponden.
Había quienes tenían suerte, como Percy Jackson, por ejemplo.
Y había quienes que, como Lou Ellen, no la tenían.
Y ella lo sabía.
Así que deseaba atesorar esos pequeños momentos con su crush antes de que su confesión, probablemente, arruinara todo.
Porque lo había decidido.
Iba a pedir perdón por lo que hizo.
Y luego declarar sus sentimientos.

Espero unos cuantos minutos en silencio observando el horizonte. Ella sabía que no debía hablar primero.
Al final, Nico rompió el silencio.

  —¿Puedes deshacer lo que hicieron? —Preguntó con voz algo temblorosa. El sacacorchos imaginario le hizo un nuevo agujero en el corazón —No sé qué me pasa, yo... Tengo tanto miedo y no sé de qué... Es como... Como estar teniendo un ataque de ansiedad, pero diferente, yo... No me gusta —El chico asomó un ojo cristalizado por sobre el brazo.

Lou, con el cuerpo lleno de nervios, se atrevió a pasar su brazo por los hombros del otro. Cuando vio que no se quejó, lo atrajo un poco hacia sí misma y le dio un extraño abrazo. Él se dejó y suspiró ante el gesto.

  —Lo siento, Nico. No debimos hechizarte.
  —No, no debieron.
  —Es imperdonable.
  —A esa chica Jessica sí que no la voy a perdonar nunca, pero no tengo problema contigo.

Al escuchar eso, una parte de ella gritó que no dijera nada. Que no le confesara que fue su culpa todo lo que había pasado... Pero no. Debía hacerse cargo de sus actos. Tal vez si el pálido estaba enfadado con ella podría superar su enamoramiento más rápido.

  —Yo tampoco merezco tu perdón, Nico —Dijo —Fue mi culpa lo que sucedió —El chico se incorporó —Lo siento mucho.
  —¿A qué te refieres?
  —El hechizo que Jessica te lanzó es uno de la verdad amorosa —Esperó unos momentos por si Nico quería decir algo, luego continuó —Hace unos meses le dije que me gustas y ella quería comprobar si es algo recíproco.
  —¿Qué?
  —Aunque todos dijimos que no lo es, ella no quería creernos y propuso, pues... Lo que hicimos, y...
  —Ellen...
  —Supongo que yo me quería aferrar a la idea de que tal vez, y sólo tal vez, Jessi tenía razón, pero...
  —Oye, escúchame.
  —De verdad lo siento mucho, Nico, no pensé que fuera a ser algo tan fuerte...
  —Ellen.
  —No me estoy excusando, en lo absoluto, yo...
  —¡Escúchame, mierda! —Nico la tomó de uno de los brazos para hacerla reaccionar. Se miraron fijamente a los ojos hasta que el chico se aseguró de que la otra le estaba prestando atención, entonces se relajó —No sabía todo esto, Lou...
  —Si —Dijo nerviosa —Esa era la idea.

Se separaron y no dijeron nada por un rato. Él la había llamado por su nombre. Nunca lo había hecho antes y definitivamente sonaba tan bello como siempre lo imaginó, pero no con el sentimiento que ella quería. El pálido tomo aire y separó los labios.
Ella sabía lo que venía, y no lo quería escuchar, así que lo interrumpió antes de que soltara nada.

  —No lo digas —Nico volvió a juntar los labios —Sé que no sientes lo mismo. No busco que seas mi novio ni nada por el estilo, sólo te lo dije para que entendieras la situación y yo poder sacarme este peso de encima.
  —Lo siento —Murmuró
  —No digas eso —Intentó reír, pero la voz se le entrecortó. Sintió las lágrimas inundarle los ojos y después caer por sus mejillas dejando un cálido recorrido —No puedo enojarme contigo ni culparte por no sentir lo mismo, además... —Dolía. Dioses, dolía como el carajo —Además, Will es un muy buen partido.
  —Yo —Pareció que iba a negarlo, pero al final no lo hizo —Sé cómo te sientes —Con torpeza estiro una mano y le secó una nueva lágrima —¿Quieres que te deje sola? —La chica negó con la cabeza.
  —¿Me darías un abrazo?

Nico pareció sorprenderse, pero no tardó en aceptar. Abrió los brazos y dejó que se aferrara a su torso. Lou no lograba dejar de llorar. Empapó la camiseta de Los Ramones con lágrimas y mocos, pero al chico no pareció importarle. Ella aprovechó la cercanía para centrarse en el tacto frío del otro, en su aroma y en lo rápido que le iba el corazón (por culpa del hechizo).
Él le acarició la espalda con cuidado por un buen rato hasta que logró calmarse.
Sin decir nada, se acomodaron contra el árbol y se quedaron allí, mirando el mar hasta caer dormidos.

TaquicardiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora