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Paz
No había otra palabra que pudiera describir lo que podía sentir en ese momento, después de bastante tiempo me sentía, tan tranquilo y en confiado.
Nos encontrábamos en la alfombra de mi sala acostados en silencio, tenia a Maddy acostada en mi pecho mientras ella solo se dedicaba a trazar las líneas de mi mano, habían pasado como 20 minutos desde que habíamos tenido sexo en la ventana y honestamente no sabia que hora era, ya había pasado la hora de almorzar eso si lo tenía consiente pero poco le importaba estaba tranquilo y se sentía como el mismo en ese momento y lo ultimo que quería era que se terminara.

—Tienes como 25 líneas en tus manos— le dijo la joven castaña
—¿Enserio? Y esos es bueno no?— pregunte con una sonrisa divertida
—No tengo la menor idea— me contestó risueña, haciendo que soltara una pequeña risa
—Podría estar aquí por horas— le dije apretándola más a mi, sintiendo como sus pezones chocaban con mi torso
—Yo también, estoy muy cómoda— levanto su cabeza para poder darme un pequeño beso en los labios el cual recibía con todo gusto que poco a poco fuimos profundizando, hasta que un ruido me regresó.
—¿Es tu teléfono o el mío?— mencionó levantándose de la alfombra
—Creo que es el mío— dije frustrado, tomando mi bóxer y poniéndomelo para caminar al comedor

Tome el celular en mis manos y en el momento que vi el nombre no puede evitar soltar un suspiro de fastidio, era Marcela, ¿Debía contestar?...
Pues era eso o que ella me empezara a buscar por todos lados como una fiera, esperé a que dejara de sonar y le marqué a Mario, voltee un segundo para observar a Maddy quien se encontraba vestida solo con su ropa interior
—¿Me regalas agua?— preguntó mientras se acercaba a mi yo solo sonreí y le di un beso en la frente
—Lo que necesites, estás en tu casa— le dije para observarla mientras se iba a la cocina
—Alo?— la voz de mi mejor amigo se escuchó al cuarto pitido
—Hola Calderon— conteste serio
—Donde demonios estás hombre, Marcela te está buscando como loco y ya no se que mas decirle para mantenerla en ecomoda, esta a nada de salir corriendo a buscarte a quien sabe donde— se le oía exaltado y dramático como una vieja justo como siempre
—Calma hombre por dios, estoy en apartamento— le expliqué
—¿ y que hace usted allá?, ay no me diga que usted...—
—Si estoy aquí con ella y que?— conteste interrumpiendo antes de que dijera una estupidez
—¿Estás loco o que?, en tu apartamento y con ella, mientras yo estoy acá tratando de contener a Marcela, a Betty y viendo lo de la colección, regrésate para acá ya, que es esta falta de profesionalismo ah?— este hombre me estresa a veces con su drama
—Que jartera con usted hombre por Dios, ya voy para allá está bien?, si preguntan por mi dígales que me vine a mi apartamento a cambiar de camisa que la otra la manche— le dije algo harto
—Pero apúrate porque se me acaba las formas de contener aquí a Marcela por favor— me pido
—Si ya no moleste hombre Adiós— colgué el botón para dirigirme a la cocina donde se encontraba Maddy, podía verla de espaldas y se veía tan hermosa con su cabello despeinado y su ropa interior color lila
—Armando ya debe de ser tarde y debo regresar a trabajar, deje cosas pendientes— me explico, yo solo asentí y la abracé fuerte como si tuviera miedo de que se fuera y no la volviera a ver
—Quiero que nos volvamos a ver madds, ¿Crees que podamos?— Lentamente ella se separó de mi y me sonrió asintiendo suavemente a lo que yo sonreí para luego darle un beso en su frente.
—¿Quien tanto te hablaba?— pregunto con curiosidad
—Del trabajo nada más — expliqué, ella solo me miro seria y me pregunto algo que pensé que nunca diría
—Pareciera que ocultaras algo— levante la mirada y vi su rostro inexpresivo observarme, como si tratara de descifrarme
—Solo trabajo, está muy demandante últimamente—
Ella me dio una sonrisa y asintió.

•••

Durante todo el trayecto al trabajo no pude dejar de pensar en ella, en lo que estaba haciendo, no soy de piedra tengo sentimientos, culpa más que nada, pero cuando estoy con ella siento que todo lo malo abandona mi cuerpo. Solo me concentro en su largo cabello, su sonrisa que hace que aparezcan ese brillo característico en sus ojos cuando sonríe.
Incluso cuando la atrapó observándome, lo hace con su alma. Es extraño ya que a pesar de todo lo que e hecho aun así algo bueno allá venido a mi vida, no lo merezco, yo se que no merezco que ella aparezca y me haga sentir bien y tranquilo cuando todo lo que e tocado lo e destruido,
A Marcela, la empresa, a Betty y hasta nuestro patrimonio.

Se abrieron las puertas del elevador, y entre para dirigirme a mi oficina, me retrase un muy buen rato pero no podía dejar de pensar que valió la pena.
Mientras me dirigía a mi oficina pude ver que el escritorio de Patricia estaba vacío, eso me hizo rodar los ojos y seguí caminando hasta mi oficina.

—Don Armando, disculpe don Armando— voltee a ver a Sandra que venía apurada hacia mi

—Don Armando el Dr.Calderon lo estaba buscando, dijo que era urgente que ustedes hablaran—me dijo algo nerviosa.

—Gracias Sandra, le podría avisar a Betty que ya regrese y que porfavor me pase los recados que hayan porfavor— le comente a lo que ella asintió y fue a mi oficina

Entre a su oficina y empecé a escuchar aplausos mientras me quedaba viendo con una sonrisa sarcástica
—Bravo excelente labor de mi querido presidente— me dijo en tono molesto
—Ya hombre, ya aparecí o no?— le conteste mientras me sentaba en la silla enfrente de su escritorio
—Es que Armando sabes que, no se que es lo que traes, Betty no nos ha dado el balance maquillado y en vez de estar tratando de arreglar las cosas con ella, andas jugando al enamorado con otra mujer— me dijo mientras se sobaba las manos
—yo se que me pase, ayer yo iba a ir a buscar a Betty pero no quise, ya no quise, ya no quise seguir atrás de ella, intentando que me haga caso y no— podía sentir como el dolor en mi cabeza empezaba a aparecer otra vez
—yo creo que usted ya toco fondo, mira la fea lo rechaza, ella dice que ya no se quiere acostar con usted, con tu plata y para terminar luego le pasa el novio por las narices— exclama de forma exagerada
—Oiga solo falta que te meta tremenda cachetada enfrente de todos y eso si ya sería para que se suicidara— dijo negando su cabeza de forma exagerada
—Que exagerado es usted de verdad—
—No es que mira ahorita que te hayas ido con otra que, conozcas a otra ahorita, ya es tema olvidado, enfoquémonos en Betty, Marcela ahorita está como una fiera, pero lo dejamos para luego, ahorita yo creo que usted necesita pedirle excusas, arrodillado y—extiende su manos y de su gaveta saca una tarjeta y me la entrega a lo que yo empiezo a negar.—con tarjeta, si y no diga que no que debemos resolver esto—

Cosas de una noche-Armando Mendoza-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora