Parte ocho

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Louis se levantó confundido, empapado en sudor, y caliente. Tenía el estómago revuelto. Salió rápidamente de su cama, apoyándose en la pared solo para darse cuenta de que también estaba mareado. Se tambaleó hasta el baño, y se remojó el rostro con agua helada. Solo así pudo pensar con más claridad.

Vio su reflejo en el espejo, y se alteró un poco más. Estaba sonrojado hasta el cuello. El carmesí hacía que sus ojos azules brillaran eléctricos, y su cabello estaba totalmente desordenado. No solamente se sentía como un lunático, también lucía como tal. Sus manos se aferraron a la cerámica fría que tenía a su alcance.

Sabía que tenía traumas, pero fantasear con el novio de su madre era un nuevo nivel. Un nivel que no estaba interesado en explorar.
Seguramente aquel sueño no significaba nada. Estaba tratando de convencerse que se trataba solamente del estrés de tener que esperar por los resultados de laboratorio que el médico le había mandado a hacer, que estaba comiendo bien por primera vez en semanas, o alguna cosa así.

Las medicinas que le recetó el doctor no estaban funcionando tan bien como él hubiera esperado.

Estuvo toda la madrugada tomando pastillas y dándose duchas frías, tratando de calmar la fiebre que lo inundaba, al igual que de olvidar el sueño que había perturbado su noche. Pasaron varias horas, pero la calentura y los flashbacks de aquel sueño regresaban a su mente cada que cerraba sus ojos, lo que lo tenía incómodo e inquieto. No puedo dormir en lo absoluto.

Cuando su madre y Reid regresaron, Louis seguía envuelto entre sus mantas, encerrado en su habitación. Fue extraño para él saber inmediatamente que su madre y su pseudo amante habían llegado. Claro, había escuchado la puerta de la entrada abrirse, y la risita baja de su madre también, pero había algo... diferente.

Louis tenía miedo de mirar el rostro del alfa y encontrarse con una sonrisa burlona, como si pudiera leerle los pensamientos. Estaba demasiado avergonzado.

— ¡¡Louis, baja!! –gritó su madre.

Era sábado por la mañana. Los únicos días en los que su madre regresaba como tal a casa, y pasaban un rato juntos para no volverse a ver durante el resto de la semana. Casualmente, Johanna había decidido traer a aquel alfa consigo. Su suerte de verdad era una mierda.

Con la última fuerza que le quedaba, trato de vestirse rápidamente. Era un completo desastre. Estaba seguro de que su ropa estaba arrugada, y su cabello estaba lo suficientemente desordenado como para confundirse con un nido de pájaros. Esperaba que eso fuera suficiente para hacer que el contrario tomara distancia... Aunque no estaba seguro si el look de vagabundo fuera a ser suficiente para mantener a Reid alejado. Algo en su interior le decía que no sería así.

Cuando bajó las escaleras, su nariz captó el dulce olor a panqueques. Su estómago rugió, recriminándole el hecho de que no lo había alimentado para nada las últimas dieciocho horas. Estuvo a punto de apresurarse a la cocina, saboreando la vainilla en su boca, pero en su lugar, se encontró chocando con una pared de músculos.

Después del impacto inicial, que lo dejó un poco confundido, el chico se había quedado completamente impactado.

Louis estaba actuando como un total idiota. Se había quedado completamente inmóvil, viendo boquiabierto al contrario como si jamás lo hubiera visto antes. Alto, rubio, atractivo. Y estaba demasiado cerca de él. Tan cerca que podía olerlo, y jamás pensó que eso sería un problema, porque ¿no se suponía que los gángsters debían de oler a droga y no a colonia cara? Que diablos.

¿Vas a moverte? –preguntó Reid, alzando una de sus cejas rubias y mirándolo como si pensara que era estúpido.

Louis huyó de eso de inmediato. Bajo la mirada, y la mantuvo pegada al piso hasta que estuvo del otro lado de la maldita habitación. Su madre había desaparecido de la escena, al parecer. Su corazón estaba latiendo demasiado fuerte en su pecho. Y ahora todo la cocina parecía estar inundado con el aroma de vainilla. Seguramente su madre había comprado de esos panquecillos, y él solo tendría que agradecer que no fueran de chocolate, porque él en serio detestaba el chocolate.

𝑶𝒗𝒆𝒓𝒅𝒐𝒔𝒆 • l.s. [HT+LB] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora