WALKING AWAY ━━ William Moseley

𝟎𝟏𝟐

012. no hay mal que por bien no venga

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PENSÉ QUE HABRÍA sido mejor no llegar a la escena del crimen. Fue demasiado duro llegar a mi apartamento y ver a una decena de bomberos en la entrada y dentro de él. Salía humo de la puerta y podía ver las paredes y los muebles llenos de ceniza y color gris oscuro. Estaba totalmente destrozado.

Solté un grito ahogado mientras Samuel, Casper, Georgie y Anna se quedaban detrás de mi totalmente pasmados.

Me habían acompañado nada más enterarse y Samuel había conducido lo más rápido posible. En todos esos minutos mi corazón había estado tan acelerado como si fuese a explotar y a salirse de mi pecho. Eso no había ocurrido. Así que ahí estaba: viendo mi apartamento totalmente chamuscado.

Mi padre me iba a matar.

Solté una exhalación y después miré con esa cara de estupefacción hacia mi derecha, donde William y Ben me miraban en el rellano con pesar. Ben estaba cruzado de brazos y alternaba su mirada entre mi apartamento y yo. William me miraba sin saber qué hacer o decir.

—Empezaba a oler muchísimo a humo y nos preocupamos así que salimos a ver cómo estabas y al ver que no respondías y que salía humo de la puerta, llamamos a los bomberos. En cuanto se aseguraron de que no había Nadir dentro te llamé.

—Pero... pero... —fue lo único que pude decir señalando mi piso con los ojos llenos de lágrimas—. Pero...

Ben asintió con pesar y se acercó para pasar su brazo por mis hombros y acariciar mi cabello para darme apoyo. Yo solté un quejido de dolor al ver que un bombero salía y me miraba de la misma manera. Me había quedado sin apartamento.

—Lo sé, lo sé... —me decía Ben.

—Debo estar bajo el efecto del alcohol aún porque no me estoy enterando de nada —murmuró Sam.

Estábamos tan preocupados por la llamada de Will que ni siquiera le habíamos dado importancia al hecho de que Sam condujera borracho hasta mi casa con nosotros en el interior del coche.

William se puso frente a mi contemplándome con tristeza.

—Lo siento. Si nos hubiéramos dado cuenta antes quizá habría sido más reversible.

Fruncí el ceño.

—¿Qué? ¡No! —reí nerviosamente—. No os tenéis que culpar de nada. No podíais saberlo.

Miré hacia el apartamento de nuevo, aún en estado de shock, y dos bomberos salieron del piso. Algunos seguían en el interior pero estos fueron directos a hablar con nosotros.

—Joder con los bomberos —no pudo evitar comentar Samuel mirándolos con ensoñación.

Anna le reprochó que la situación era seria.