Tres semanas antes.
Londres era una ciudad hermosa, los edificios, las calles, los lugares turísticos eran asombrosos pero lo que más le gustaba a Takemichi de Londres eran los Bagels que vendían en la cafetería de la calle Billey, si, eran delicias rellenas de crema de avellana o mermelada de durazno y Takemichi adora el durazno. Pero se había mudado muy lejos de la calle Billey dentro de unas semanas siendo su entrada a la universidad, sus padres le habían comprado un lindo departamento en la zona para poder quedar más cerca y no tener que tomar bus, taxi o tener que aceptar un chofer.
Había llegado esa misma mañana al departamento el cual olía a cloro y a desinfectante de lavanda supuso que su madre mando a limpiarlo y colocarlo en óptimas condiciones, dejo unas pocas cajas al costado viendo el gran espacio que tenía solo para el de pronto sintiéndose un poco solo. La vida de Takemichi siempre fue así...vacía.
Suspiro dejándose caer en el frío suelo, con una de sus manos acariciando sus mechones rubios hizo una mueca.
Aún recuerda cuando su madre tuvo que teñirle el cabello para que su apellido no quedase en evidencia al salir de japón cuando el escándalo estaba caliente, aunque sus ojos también han sido un conflicto, el azul marino y brillante propio de los Hanagaki siempre fue un problema al igual que su cabello tan negro como el carbón. No fueron las características externas lo que no lo hace un Hanagaki sino según la prensa japonesa "su falta de talento y perfección" aun puede recordar el alboroto al presentarse como heredero de los grandes Hanagaki.
¿Un inútil sera Heredero de las grandes empresas?
¿ Porqué no lleva ninguna medalla?.
¿Ese chico ya sabe algo sobre finanzas? señor Hanagaki usted a su edad ya estaba en el negocio.
Demostró que no tiene lo necesario.
Takemichi se negaba a pensar así de sí mismo tan solo tenía doce años cuando sucedió todo dejándolo con varias visitas al psicólogo que al final le ayudaron a superar esa etapa y convertirse en lo que es hoy.
Ya es un adulto y puede manejar mejor sus emociones ¿cierto? un poco más animado tomo las cajas comenzando a desempacar las cosas que había traído como retratos o adornos de recuerdo por cada país que visito.
-carajo- murmuro cuando de sus manos resbalo un álbum -torpe Takemichi-
Se dijo a si mismo tomando el libro en manos y dándole una hojeada rápida, eran fotos de cuando vivió en Tokio rodeado de sus abuelos y primos, de sus tíos que iban a la casa a beber Sake mientras veían los juegos en la tv y se quedaban hasta tarde hablando sobre la vida mientras los mas jóvenes salían a jugar al patio.
-Chifuyu- murmuro al llegar a una página con dos niños azabaches sucios de lodo y pintura en la cara sonrientes ante la cámara. Solían escaparse de casa e irse a un parque cercano donde jugaban por horas a ser superhéroes y que llegaban a salvar el mundo.
Takemichi sintió sus ojos aguarse al punto de ver borrosa la foto.
¿Se acordara de mí?, pensó. Su madre no era una mala mujer solo quiso protegerlo de los medios y por ello corto cualquier lazo con su familia Japonesa, fue como si el jamás hubiese existido.
toc
toc
Dos toques suaves en la puerta de madera lo hizo regresar a su realidad levantándose de donde se encontraba para ir a abrirla.
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𝖭𝗈 𝗈𝗅𝗏𝗂𝖽𝖾𝗌 𝗊𝗎𝖾 𝗍𝖾 𝗈𝖽𝗂𝗈
FanfictionSonrisa encantadora, aura angelical, ojos zafiros grandes y expresivos. Hanagaki Takemichi era un encanto de cabellos dorados que dejaba suspiros y miradas de admiración por donde caminase, todos lo amaban, todos lo mimaban y lo llenaban de atencion...