El Pueblo

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-¿Por qué hay tantos chicles pegados aquí? – Se pregunto el albino mientras limpiaba una de las exhibiciones de la cabaña.

-Trata de no quitárselos, sino se viene abajo – Le mencionó Stan pasando a su lado.

-De acuerdo... si usted lo dice – Continúo limpiando.

La puerta se abrió revelando a una desaliñada Hilda. Lucia molesta.

-¿Había más mapaches de lo habitual en la basura? – Le pregunto Lincoln mirándola de reojo.

-Sí... – Respondió secamente. – Ay, estoy cansada – Se quejo la chica, llevaba todo el día haciendo quehaceres.

-Estamos igual, mínimo huelo el agradable aroma del detergente – Eso parecía ser su único alivio... claro, hasta que le tocaba limpiar los rincones más sucios de todos.

-Y que lo digas, con Wendy y Soos enfermos es más trabajo para nosotros – Hilda limpio su sudor mientras se quitaba una rama del cabello.

-Sin contar que solo es trabajo y trabajo, esta siendo todo muy aburrido – Suspiro el albino frotándose el cuello.

Había pasado tres días desde su aventura con los Hombres-Lo que sea, ese día resulto ser uno asombroso, lleno de adrenalina y de criaturas fascinantes, pero aterradoras. Ninguno de los dos podía esperar a ver que más podían encontrar dentro del bosque. Desafortunadamente, al día siguiente Wendy y Soos se habían reportado como enfermos, aparentemente les dio un fuerte resfriado, lo suficiente como para mantenerlos en cama por tres días, lo que no solo significaba más trabajo para los dos, sino también la completa prohibición para tener otra aventura.

-¿Hasta cuándo crees que Wendy y Soos regresen? – Pregunto la peli-azul.

-No lo sé, según de lo que dijo el tío Stan ambos sonaban muy mal – Sin querer despego uno de los chicles que servían de pegamento para el monstruo hecho de una alfombra y aluminio. Lincoln ni siquiera podía tomarle parecido a algo – Pásame un chile de la cocina, por favor – Dijo mientras sostenía la piel de la exhibición para evitar que se rompiera.

-Ya no quedan, ¿recuerdas? – Le recordó Hilda. Lincoln chasqueo la lengua.

-¿Tampoco hay pegamento? – Preguntó.

-Mmmmm... creo que ya se acabó – Respondió.

-¡Ugh, rayos! – Maldijo. – ¿Y la engrapadora? – Miro a su compañera.

-Tienes suerte, todavía le quedan grapas – Con eso dicho fue hasta el mostrador y le paso la engrapadora.

-Gracias – Agradeció mientras que con la otra mano empezaba a ponerle grapas al falso monstruo.

-Por cierto, ¿viste esa cosa?

-¿Qué cosa?

-Esa... combinación entre loro y caballo que paso hace rato – Lincoln la miro inquisitivamente.

-¿Una combinación de qué cosa?

-De loro y caballo, sé que suena rarísimo, pero ayer vimos una de fogata con patas de araña, ¿cuál de las dos suena más loca?

-Tú, suenas como una loca al hablar de eso – Hilda se le quedo mirando con los ojos entrecerrados.

-Jaja que gracioso... ¡pero ya en serio, cada día estamos viendo más y más cosas locas, casi irreales, pero que son reales! ¿no te interesa saber más de ellos?

-¡Claro que sí!, cuando vi un hada cayendo en una trampa para mosquito no pude quitármela de la cabeza. Sabes que estoy tan intrigado como lo estas tú, pero sabes que no podemos hacer nada con Wendy y Soos fuera – Dijo a lo que Hilda suspiro.

Hilcoln: Una aventura sobrenaturalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora