~ Eres mi secreto más evidente ~ [Ares Hidalgo y tu]

Capítulo. 57

—Porqué se tarda tanto Apolo, ¿y si se arrepintió? - los nervios me comían vivo.

—Tranquilízate Ares, no seas tonto. Ella y los demás llegarán en unos minutos.

Estábamos en el bosque, a petición de ella. La verdad todo esta hermoso. Petalos de rosas rojas regadas por el suelo y luces colgando. Todo era exclusivo y único para el momento. Quizás hasta mejor de lo que lo imaginé.

"Solo iban a estar personas cercanas" dijimos, pero terminamos invitando a todos.

Ya habían llegado los invitados, en una esquina vi a Pétalo quien me saludo con una enorme sonrisa. Ella va hacer la fotografa de todo.

Tantas personas mirando me emgrandecía. Van a presenciar como me comprometo con el amor de mi vida. Mi llama gemela.

—Ya llegaron- anuncia Artemis y mis piernas flaquean de los nervios, chistoso el momento por que ya había planeado como iba a reaccionar.

Pero viviendolo ahora, todo se me olvidó.

Mis "damos de honor" dicha palabra inventada por Juliette. Eran Artemis, Apolo, Gregory y Paul. Este último en unos minutos le dará una gran sorpresa a Paulette.

Estaba listo. Listo y preparado para casarme de una vez por todas.

● Paulette ●

Ta habíamos llegado. Un telón hermoso impedía que pudiera ver a Ares y a los demás.

Mis damas de honor eran Aitana, Claudia, Juliette y Padme. Me acuerdo cuando les pregunté. Pegaron el grito al cielo.

Ahora estaba sola con papá, detrás de este gran telón. Apunto de casarme con un chico que en pocas palabras en mi opuesto pero a la vez mi igual.

Como el Ying y el Yang.

—Princesa, solo respira hondo y suelta esos nervios- susurra mi padre y le miro.

—Si copia, estamos aquí y todo saldrá bien.

Al escuchar esa voz giro mi cuerpo hacia aquella dirección para ver a mi hermano mirandome con una sonrisa llena de diversión y fascinación.

—Te vez de impacto- yo no podía hablar, las palabras no salían.

—Pensé que no vendrías- digo al gin para abrazarlo.

—¿Como me podría perder la boda de mi fastidiosa hermana?- rio llena de felicidad, ya todo estaba completo para mi- tengo que entrar en unos segundos tu lo harás pero más gloriosa.

Al irse miré a papá y este sonreía.

—¿Tu sabías que vendría?- el asiente y le golpeo en broma el brazo- ¡¿ y por qué carajos no me dijiste?!.

—Porque quería ver esta reacción- reímos para luego quedarnos unos minutos en silencio disfrutando el momento.

La música de entrada se empezó a escuchar y entrelazé mi brazo al de mi padre. Mi ramo era de rosas negras y rojas y tenia unas florecitas color blancas muy lindas y delicadas.

El telón se abrió y pude ver como había demasiadas personas ahora mirándome a mi y a papá. Mis ojos solo se fijaron en unos azules electrizantes.

Mi corazón latía rápidamente al ver como secaba unas lagrimas rebeldes que amenazaban caer por sus ojos.

Al llegar y estar frente a el entendí que siempre fue él, quien aceleraba mi corazón hasta haciendo la mínima acción.

—Estamos presenciando a dos enamorados destinados a estar juntos hasta en el más allá. Sobre la salud y la enfermedad, estarán juntos el uno para el otro.

Mientras escuchaba las palabras de cacerdote, que era un noveno, me dedicaba a mirar a los a Ares.

—Son uno solo, en cuerpo, alma y espíritu. ¿Quieren decir sus votos?.

Asentimos y le di vía libre a Ares para que hablara.

—Tantas cosas que había planeado decirte, se me olvidaron al verte entrar con este gran hermoso vestido. Solo puedo decir que soy muy afortunado de haberte encontrado y por ser bienvenido a tu vida y a tu corazón. El amor me aterraba antes, estar comprometido a alguien no era un deseo para mi. Pero me enseñaste que comprometerte a algo o a alguien no significa estar amarrado a ello. Me siento libre al estar contigo. Y puedo decir a todo pulmón a te amo. Te doy mi palabra que haré todo por verte feliz.

Unas la grima rodó por mi mejilla la cual rápidamente sequé. Era mi turno y estaba segura de lo que iba a decir.

—Contigo pude entender que el amor no es algo de cuentos de hadas como solía imaginar. Me enseñaste a que amar y ser amado no era un delito. Los dos nos ayudamos y enseñamos de algo que ni nosotros creíamos. Te doy mi palabra de que te protegeré, cuidaré, amaré hasta dejar este cuerpo terrenal. Juro que seré capaz de hacer lo que sea para verte feliz. Somos uno ahora y para siempre.

Paul nos trae neutras dagas y colocan un gran tazón de cristal hermoso entre nosotros dos.

Tomo mi daga y él la suya.

—Paulette, ¿aceptas a Ares como tu esposo?.

Miro directo a los ojos de Ares para luego cerrar mi mano con mi daga dentro, la deslizo haciendo un corte y siento como unas gotas de sangre caían en el tazón.

—Acepto.

—Y usted Ares, ¿aceptas a Paulette como su esposa?.

Él repite mi acción mirandome a los ojos.

—Acepto.

Dejamos las dagas a un lado y limpiamos nuestras palmas con sangre con un paño.

Aitana nos entrega nos anillos.

—Cello nuestro compromiso con este anillo- coloca el anillo en mi dedo y no podía evitar soltar una carcajada por sus nervios.

Coloco su anillo y miré de reojo a Damian y a Papá hacerle una mirada de advertencia a Ares.

—Alguien se opone, hable ahora o calle para siempre.

Silencio...

—¡NOSOTROS NOS OPONEMOS!!- gritan mi padre, Damián y Paul a la vez.

—Oh vamos- digo resignada ocultando mi ganas de reír.

—Solo quería vivir mi momento de telenovela- se disculpa mi padre riendo.

—¿Somos hermanos o qué?- Alex mira a mi padre divertido.

—Hizo exactamente lo mismo en mi boda- explica Artemis.

—Es que es ser cool- me guiñan el ojo y ruedo mis ojos divertida.

—Es broma, no nos oponemos- mi hermano mueve su mano para que el cacerdote siga con lo suyo.

—Por el poder que me conceden mis estudios de una semana como cacerdote. Yo los declaro marido y mujer. Ya puede besar a la novia.

Y si más no bien el cacerdote terminó de decir su frase ya Ares me esta besando.

Ya finalmente estamos casados.

¡Ahora era momento de la fiesta!!...