Narra James.
Mis pies quemaban mientras friccionaban el piso.
Di la vuelta en la siguiente esquina. Apreté mi mano derecha en un puño, sintiendo el pendrive, que tanto había buscado.
Pegue mi espalda a la pared y me oculte de la cámara de seguridad. Rodé por el piso y dispare a la cámara, destruyéndola. Al instante me levante y seguí corriendo, pero paré en seco al ver como dos guardias corrían hacia mi desde el otro lado del pasillo.
Mierda, pensé.
Di la vuelta a la derecha y corrí lo más rápido que pude.
Sentía los pasos detrás de mí. Parecía que el pasillo no terminaba, y cuanto más quería llegar al final, mas se alejaba.
Eso me recordó a cuando estaba aprendiendo a nadar a los cuatro años, con mi padre, cada vez que quería acercarme el se alejaba provocando que una gran cantidad de agua entrara por mi boca. Me decía que tenía que ser fuerte, que tenía que resistir, y aunque lo odie mucho tiempo por enseñarme a nadar así. Ahora tenía que hacer lo mismo que él me había dicho. Tenía que ser fuerte. Tenía que resistir.
Sentí un disparo y instantáneamente corrí más cerca de la otra pared.
Mis piernas quemaban y tenía miedo. Si me atrapaban estaba seguro de que moriría. No podías ser un fugitivo de la A.S.I. y luego aparecer en su cuartel más importante, y no morir. O quizás podrían hacerme algo mucho peor. Torturarme, como muchas veces lo he hecho yo.
Llegue hasta una ventana, cuando sentí el disparo, no solo en mis oídos, si no también en mi pecho, donde llegó.
Nunca había sentido una bala en el pecho, y no la quería volver a sentir. Me quemaba, sentía como la sangre salía de mí y me debilitaba, pero tenía que ser fuerte, tenía que seguir adelante.
Mi mirada se centro en lo que estaba frente a mí, una ventana, mire hacia atrás y los guardias me sonreían hipócritamente, seguramente, esperando a ver cómo me desangraba y moría.
Me asome por la ventana, estábamos en un cuarto piso, si me lanzaba no sobreviviría a la caída y menos con la bala que tenia.
Pero tenía que intentarlo, era mi única salida. Si iba a morir no iba a ser mientras dos agentes me miraban y se reían.
Por lo menos, moriría intentándolo.
Puse mis pies en el marco de la puerta, mientras con la mano que tenía el pendrive afirmaba mi pecho. Dobles las rodillas y me prepare, para resistir.
Desperté sudando como nunca. Mi respiración estaba acelerada y mis manos temblaban. Automáticamente me lleve mi mano a donde alguna vez, hace unas dos semanas, me habían disparado.
Ahí estaba el parche que protegía de cualquier infección la herida.
Suspire, solo fue un sueño, nada más.
Mire a mi alrededor, aun seguía donde hace unas horas me habían traído esos hombres, alejándome de Pres.
Una celda. De no más de dos metros cuadrados. Con un catre, una llave de agua con un cubo debajo y un inodoro. Todo en un espacio muy reducido como para alguna comodidad.
Me removí hacia el otro lado en el catre.
Hace solo unos días estaba escapando de una agencia y termine aprendido por otra.
—James—dijo una voz detrás de mí.
Me di la vuelta asustado, y la vi, detrás de las rejas que me dividían del pasillo, ahí estaba.
Con la misma blusa amarilla que usaba cuando la conocí, me sonreía.
Corrí hacia ella y tome su mano a través de las rejas.
—Pres —susurre. La necesitaba, ahora más que nunca, ella me calmaba. Podría estar en esta celda toda la vida, pero si ella estaba a mi lado no me importaba.
—Abran la celda —dijo su voz, algo monótona. Los guardias que estaban de turno la obedecieron y ella entro.
La abrace por la cintura con todo el cuidado del mundo, sintiendo como su vientre se pegaba a mi abdomen.
Ella era mía, el era una pequeña parte de nosotros dos.
—Van a matarte —dijo con voz monótona.
—No pienses eso, estaré bien —busque sus labios pero lo único que encontré fue el aire.
Abrí los ojos y estaba parado en frente de las rejas, cerradas, y Pres no estaba entre mis brazos.
Sacudí la cabeza, extrañado. Había estado soñando despierto.
Narra _____(tn).
—Se inicia la sesión —se oyó el clásico martillazo. —Señor Marcus tiene la palabra —le hablo el juez al abogado de la S.I.S.
—Estamos aquí, hoy, para discutir sobre la sentencia de esta señorita —me miro y luego dirigió la mirada hacia el jurado. —Cuyo nombre actual es _____(tn) Winston, sin embargo no está registrada con ningún nombre ante la ley de los Estados Unidos, así que técnicamente no es una ciudadana.
— ¿Si estamos discutiendo sobre mi ciudadanía, no deberíamos hacerlo en Estados Unidos? —interrumpí.
—Imputada, silencio —dijo el juez.
—No hay problema —dijo el abogado. —Y respondiendo a su pregunta, debido a su condición médica no tenemos permiso para sacarla de Mónaco, además no tenemos permiso legal debido a la ausencia de padres —Auch. Eso me dolió. —Como decía. La imputada ha cometido una cantidad muy extensa de asesinatos, todas las víctimas, vinculadas de algún modo con la S.I.S.
Estaba sola. Era toda la S.I.S. contra mí, no tenía ningún abogado, solo mis palabras.
El juez me miro esperando una respuesta.
Me levante con mucho cuidado y me apoye en las muletas.
—En mi defensa, yo fui engañada, toda mi vida —mire al jurado. —La S.I.S. a asesinado a traficantes y terroristas, bueno eso era lo que yo pensaba que hacía. Y como bien dijo el señor Marcus, no tengo padres, por lo que la A.S.I. se ha hecho cargo de mí desde los cinco años, haciéndose cargo de todo lo que yo creía o pensaba.
—Me gustaría llamar al estrado a la imputada, quiero hacer unas cuentas preguntas —pidió el abogado al juez.
El juez le dio la afirmativa y yo avance a esa silla, llamada el estrado, escoltada por un policía.
— ¿Jura decir la verdad y nada más que la verdad ante los ojos de Dios? —el policía me hizo poner una mano en mi corazón al igual que en las películas y la otra en un libro, que suponía era la Biblia. Me reí internamente, nunca me había imaginado en esta situación.
—Lo juro —dije. No tenía nada que ocultar, no ahora.
—Bien —Marcus puso sus manos en los bolsillos de su pantalón. — ¿A qué edad asesino por primera vez?
—A los diez años —respondí instantáneamente.
— ¿Le disparo? —negué.
—Veneno, fui yo la que se lo dio así que al fin y al cabo, yo lo mate.
— ¿Por qué lo hizo?
—Primera misión importante —lo mire. —Creía que hacia lo correcto.
— ¿Quién era?
—No me acuerdo de su nombre, pero si tienen la hoja de mis misiones, les diría que busquen entre el 2004 y el 2005.
— ¿Le gusta su vida?
—Nunca me gusto —suspire. —Me hubiera gustado ser una chica normal, con padres y con una familia.
— ¿Hace cuanto se entero de que la A.S.I. era una agencia terrorista?
—Unos…dos meses, creo —respondí.
Entre el público pude divisar a Jeffrey, quien estaba sentado casi al fondo y me miraba pensativo.
— ¿Por qué no abandono la misión?
—Tendría que huir al igual que mi compañero, James Maslow y bueno yo… —dude si decirlo. ¿Sería apropiado en un juicio? —Me enamore —suspire. —Tampoco quería dejarlo a él.
— ¿A quién? —Al parecer me lo quería hacer más difícil.
—Logan Henderson —me limite a responder.
Asintió.