Petunia Evans: Lazos de Hermandad

Capitulo 01: Rutina

5:00 A.M: Ella se levanta y hace estiramientos al lado de la cama, con una leve sonrisa al ver a su marido dormir se acerca a la ventana que está de su lado, para abrir la ventana y sentir los primeros rayos del sol.

5:15: Ella finalmente decide ir a arreglarse después de preparar el baño para su esposo, preparó la bañera, arreglo su ropa y toalla, para terminar con ella delante del espejo donde se lavo la cara y luego se puso un ungüento especial para su piel, frotándoselo con dos dedos por todo su rostro con suma concentración, recordó lo bien que les sentó la jubilación cuando se fueron de aquella casa donde habían vivido veinte años...

La casa donde vio a su amado hijo crecer y donde vivió ese chiquillo con ellos, aquel de ojos verdes y cabello castaño, con lentes más grandes que su cabeza.

Cerro los ojos por un momento y el recuerdo le vino a la mente, la voz de ese niño en la cocina mientras ella arreglaba la mesa para todos.

"Tía Petunia... se me cayeron los platos..."

"Mejor quítate de ahí y vete a tu cuarto antes de que arruines otra cosa"

"Pero tía..."

"¡Vete y no estorbes!"

Su corazón se apretó al solo recordar los ojos verdes de ese niño mirándola con tristeza... Como decirle que en realidad quería decir que no se lastimara...

Tan pronto como se dio cuenta lo que estaba haciendo y pensando, dejo de hacer lo que estaba haciendo, se giro a cerrar la llave de la bañera y fue a despertar a su marido con cierta energía, después de lograr que abriera los ojos le gritó mientras bajaba.

-Te espero en 20 minutos.

Y así fue, se dirigió directo a la cocina donde ya tenia qué preparar todo para el desayuno, huevos revueltos, panceta, tomates y salchichas a la parrilla, más unas dos tostadas aparte con mermelada de frambuesa y un té, seguido de eso, sacó un exprimidor eléctrico que le había regalado su hijo y nuera para hacer jugo de naranja natural, y como era costumbre iba por las cartas y el periódico que el cartero había dejado en su puerta, con una leve sonrisa ante un buen día llevo el periódico a la mesa y las cartas las dejaba en la barra junto a la cocina, pasando de una en una.

-Factura, factura, factura, publicidad... -ugh su cara mostraba un profundo desprecio pero, secretamente apartó los que tenían cupones o vales de descuento incluso algunos promocionales llevándolos disimuladamente al cajón de los cupones en la barra.

Eso era todo... o eso creyó hasta que la última carta quedó en su mano, al verla su rostro se iluminó, junto con aquellos ojos negros que se cristalizaban al pasar la yema de los dedos por sobre la letra elegante y un poco tosca del remitente que al leer su nombre solo confirmo de quién se trataba, la estampilla de esta ocasión venía con un tren en movimiento en colores sepia, del famoso expreso 9 ¾, sonrió y se llevó la carta al pecho, con un leve suspiro en el aire.

-Petunia, ¿Ya está lista la comida?

La mujer salió de su ensoñación para ir corriendo a la alacena y buscar con rapidez una mini caja de madera vieja donde guardo la carta y luego la volvió a esconder al fondo, tras eso, puso todo en una bandeja y se apresuró con cuidado a la mesa para servirle todo a su marido y sentarse al lado suyo, no sin antes pasarle el periódico del día.

-Buenos días, amor.

-Buenos días cielo, hoy será un día especial.

-Tienes razón, será navidad esta noche, hay que preparar todo para que llegue nuestro bebé y los niños -dijo con alegría la mujer.

-¿Ya envolviste los regalos?

-¿Con quién crees que estás hablando? No me ofendas de esa manera Vernon -sentencio la mujer con la tostada y el té.

-No, no nada de eso mi amor, solo preguntaba, tú siempre eres perfecta -dijo el hombre llevándose grandes bocados a la boca.

-Obviamente -canturreo con confianza.

Era verdad... hoy es un buen día y todo sería aún mejor.