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Blair

Cayó la noche, en la habitación que compartía con Erza, mientras ella estaba en el baño cambiándose, yo me encargué de preparar mi cama, deseosa de acostarme a dormir finalmente luego de tan pesado día, en eso, algo parecía golpear la ventana que daba hacia mi lado, cuando aparté las cortinas, me encontré con la lechuza de mi abuela.

— Shia ¿Qué haces aquí? —Le abrí el vidrio para que pasara y me entregó una carta junto a una autorización firmada para ir a Hogsmade— Oh, es cierto, lo había olvidado por completo

— ¿Qué olvidaste? —Escuché decir a Erza detrás de mi, me giré inmediatamente, alzando una leve sonrisa—

— Ahm, que mañana es la primera visita a Hogsmade y necesitaba un permiso firmado, como soy nueva no lo tenía pero al parecer se lo enviaron a mi abuela y ella a mi 

Erza solo asintió con la cabeza y se dispuso a meterse bajo las cobijas, yo, por otro lado, le escribí una pequeña carta de agradecimiento a mi abuela, aprovechando para saludarla y preguntarle como estaba, le di el sobre sellado a Shia y ella se fue volando, finalmente pude volver a cerrar y guardar todo, dejándolo listo para mañana, me adentré en mi cama, estaba muy cansada, por lo que a los pocos minutos logré quedarme dormida.

A la mañana siguiente y como era de esperarse, nos levantamos tarde, corriendo por los pasillos del castillo llegamos con la profesora McGonagall justo a tiempo, estaba recibiendo los permisos firmados, desde cierta distancia pudimos ver a Joyce regañándonos con la mirada.

— Recuerden, las visitas a Hogsmade son un privilegio, si su comportamiento es malo en la escuela, ese privilegio no se les volverá a otorgar

— Los que tengan permisos síganme, los que no, apártense —El celador nos guio a todos en grupo hacia las carrosas que nos llevarían a Hogsmade—

Estando en el pueblo pudimos recorrer una pequeña parte de sus curiosidades, como la tienda de dulces o de bromas, en mi opinión, la primera es mejor, el tiempo pasó muy rápido, nos faltó visitar la casa de los gritos y el caldero chorreante pero Erza, Joyce y yo quedamos de ir a probar el jugo de calabaza en nuestra siguiente ida.

Realmente pensé que una vez en el castillo tendríamos una noche pacífica, pero los rumores corrían muy rápido, antes de ser obligadas a ir con los demás, alcanzamos a Joyce llegando a la entrada de su sala común.

— ¡Te lo dije Joyce! —Exclamé desde el pasillo, llamando su atención—

— ¿De que hablan? —Miró a Erza— ¿Qué pasa?

— Sirius está en el castillo, encontraron el cuadro de la Señora Gorda, en la entrada de la sala común de Gryffindor, destrozado, con unos rasguños en el, y a la Señora Gorda escondida en otro cuadro, muy asustada, nos enviarán a dormir a la sala común mientras revisan el castillo

Joyce parecía muy afectada, incluso retrocedió de forma torpe unos pasos y se tambaleó, Erza la sostuvo de un brazo, con la otra mano sujetando su cintura y Joyce subió la mirada, que hasta hace unos segundos observaba el piso, encontrándose cara a cara con Erza.

— ¿Estás bien? —Le susurró sin cortar con su contacto visual, Joyce asintió, para luego verme a mi—

— Yo... No sé que hacer, ni que pensar, es de la poca familia directa que me queda, es decir, están mis tías y Draco pero según la línea sanguínea, seguimos siendo muy lejanos, él es mi tío, hermano de mi padre, tenía como 2 años o más la ultima vez que lo vi... Y apenas lo recuerdo 

— ¿Te gustaría verlo? —Cuestioné, sonando bastante entrometida que hasta yo me sentí mal—

— Si, no les voy a mentir, pero dudo que haya venido aquí por mi —Erza y yo cruzamos miradas, curiosas ante su comentario, caminamos a paso veloz hacia el gran comedor mientras Joyce hablaba, aprovechando que no había nadie en los alrededores— Lo encerraron siendo acusado de haberle lado la ubicación de los Potter al innombrable, ocasionando su muerte eventualmente  

𝘿𝙚𝙪𝙙𝙖 𝙋𝙚𝙣𝙙𝙞𝙚𝙣𝙩𝙚 ➵ 𝘿.𝙈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora