La muerte más estúpida

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El santafesino se sentó y entonces centró su total atención a la huella de una pisada que se encontraba marcada en su asiento. Levantó la mirada apenas para ver entrar a Matías con los ojos rojos, como si hubiera llorado desconsoladamente, el marplatense no lo miró, por primera vez no lo acabó con la mirada. Sólo tomó asiento frente a él y colocó sus brazos sobre la mesa para después esconder la cabeza en el hueco que estos formaban.

- Queridos estudiantes - se escuchó el altavoz en los pasillos - Se les informa que los desperfectos que habían quedado pendientes el cuatrimestre pasado, se han arreglado en el transcurso de esta semana, las luces han sido ajustadas perfectamente y otros imperfectos más en los patios al igual que gimnasios de esta institución, pueden disfrutar de una escuela digna, sin más que decir, buen día de clases.

Alejo rodó los ojos por frustración, le molestaba que para esas boludeces utilizaran los altavoces, como si esperaran recibir una felicitación o un premio por encargarse de esos desperfectos. Barco entró al aula fulminando con la mirada, a diferencia de Soulé que lo ignoró completamente.

- Sabes lo que tenes que hacer Véliz - amenazó una vez más sentándose a un lado de su mejor amigo.

El profesor de Psicología, Emiliano Martínez, entró al salón de clases y comenzó la extensa lección del día de hoy.

- Me gustaría que cada uno de ustedes diga un secreto que quieran compartir para poder liberarse de la presión que sienten - dijo pausadamente mientras escribía algunas palabras en el pizarrón.

El morocho ya estaba harto de escuchar a sus "patéticos y aburridos" compañeros que pasaban al frente para confesar sus secretos, la mayoría de las confesiones eran infantiles desde su punto de vista:

"Me gusta la novia de mi mejor amigo"

"Me gusta una persona de mi mismo sexo pero tengo miedo que mis papas no me acepten"

"No me interesa el sexo, como le interesa a la gente de mi edad"

"Me molesta demasiado que me halaguen mi contextura física"

"Estoy enamorado de una persona cercana pero tengo miedo a cagar el vínculo que tenemos"

Era el turno de Matías, y Alejo sinceramente tenía la curiosidad de saber lo que tenía que decir, el rizado se puso de pie y pudo escuchar su respiración, se lo veía nervioso y era visiblemente explícito ya que sus piernas temblaban.

- Estoy enamorado del mismo chico desde el primer grado de primaria, cuando lo vi por primera vez entrando por el salón junto a su madre. Debo decir que fueron sus ojos lo que me cautivaron y con el pasar de los años el resto de su cuerpo también. Pensé que era una persona diferente pero solo fue una estúpida idealización mía, ya que sólo día tras día logra decepcionarme cada vez más. Actualmente creo que es la persona más desagradable del mundo, es un arrogante, engreído, estúpido, maleducado... - mientras más Matías proseguía, más se abrían los ojos de Alejo debido a que claramente se refería a él.

- Mati tranquilízate, tenes que canalizar ese enojo ya que no es sano tener tanta bronca acumulada - dijo el profesor intentando calmarlo.

- Perdón profe - musitó y después se sentó.

- Véliz, es tu turno - dijo Emiliano tratando de cambiar de tema.

Asintió y se puso de pie, aclarando su garganta para luego sonreír de manera macabra.

- Debo confesar que mi secreto es que poco me importa lo que la gente diga o piense de mí, no vivo de ellos y creo que deberían ocupar su tiempo en vivir sus vidas, y dejar de entrometerse en la mía. Solo eso quería decir... - terminé y entonces miro victorioso hacia Barco y Soulé.

Jueves // SoulizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora