Memorias

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Alejo no se quejó por aquel insoportable sonido, si no por el contrario, era una oportunidad más que le daba esa pesadilla de mierda para llevar bien las cosas con Matías.

Salió de la cama y entró a ducharse, hoy sería un buen día, al salir de la ducha caminó hasta el espejo, pasó su mano por el cristal empañado y sonrió.

- Sos perfecto, Alejo Véliz - dijo como solía hacerlo cada mañana.

Se vistió y metió unas cosas a su mochila, sacando sus cuadernos y demás. Bajó por las escaleras y rodeó las bolitas del suelo, las cuales pertenecían a su hermana.

- Mamá, voy a usar el auto - dijo acercándose a ella y besando su mejilla.

- ¿Alguien amaneció de buen humor? - preguntó sonriente.

Caminó hasta la alacena y la heladera, prepararía unos buenos sándwiches.

- ¿Qué chica trae loco a tu corazón, Alejo Véliz? - cuestionó cruzándose de brazos.

El santafesino solo sonrió y bajó la mirada con sus mejillas sonrojadas por ese momento, mordió su labio inferior y tomó aire.

- No es una chica, mamá - dijo pasándose frente a ella tomando sus manos - Quizá después pueda presentarte a un novio.

- Espera, ¿Qué? - apretó sus manos - Tenemos que hablar de esto, hijo - frunció el ceño.

- Sólo necesito que me digas que debo seguir a mi corazón sin importar lo que digan los demás. Sólo necesito que me digas que venza mis miedos porque el amor es amor sin importar el género, solo necesito eso, mamá.

Ella colocó una de sus manos en su boca, su hijo sabía que sonreía, la conocía y veía un reflejo en sus ojos de felicidad, sin querer una lágrima salió de sus ojos y volvieron a juntar sus manos.

- Alejo - sollozó - Quiero que sólo sigas la voz de tu corazón, sin importar lo que te digan o piensen de ti y lo único que necesito es que superes tus miedos porque la felicidad es felicidad sin importar si es chico o chica, te amo hijo - lo abrazó.

Después de un rato, se separaron y Alejo le regaló una sonrisa, se despidió y salió de la casa con un tupper de sándwiches, subió al auto y se miró por el espejo retrovisor.

- Soy perfecto - volvió a decir colocándose las gafas de sol.

Arrancó el auto y condujo hasta el colegio, en donde raptaría a ese rizado que le había hecho cuestionarse su sexualidad.

- ¿Crees que todo será así de fácil? - preguntó Valentín a mi costado - ¿Crees que por que te dices eso frente a un espejo ya será realidad?

- No arruines mi día Valentín, esfúmate en tu escoba, por favor - contestó sin apartar la mirada de la avenida.

- Jajajaja - fingió - Que gracioso, muero de risa por dentro.

- Andate - gruñó, su presencia se le hacía molesta.

- ¿Crees que todo está bien? La cagas y la sigues cagando, entonces siento como tu corazón se alivia cuando muere porque sabes que su memoria hace un reset y listo, todo olvidado y a cagarla de nuevo. Pero el hechizo ya duró demasiado lo que provocaría que llegaran a su mente recuerdos de los días pasados, ¿Sabes lo que eso le haría a su cabeza? Sin contar que te odiaría por todo lo que le has hecho pasar.

- Andate Valentin, no me arruines el día, no me importa escuchar tus pelotudeces, voy a romper tu hechizo de mierda y listo, ahora andate de mi auto.

No recibió respuesta, ya que Barco había desaparecido. Llegó al colegio y ni siquiera estacionó correctamente el auto, solo entró corriendo en busca de su acosador favorito.

- ¡Feliz jueves, Alejo! - saludó él.

- Buenos días, Matías - sonrió - Vamos - lo agarró de la muñeca y lo sacó del colegio.

- Espera, ¿A dónde vamos? - preguntó soltándose al cruzar las puertas

- Solo vení conmigo, ¿Acaso no confías en mí? - sonrió.

- Tenemos clase, Alejo - susurró bajando la mirada al suelo, olvidaba que era un nerd sin vida.

- No veremos nada importante - se paró junto a él - De hecho, el profesor de Psicología, entrará y dirá: "Me gustaría que cada uno de ustedes diga un secreto que quieran compartir para poder liberarse de la presión que sienten" - imitó su voz.

- ¿Cómo lo sabes? - dijo sin evitar reírse.

- Vengo del futuro - bromeó - ¿Entonces?¿Venís?

El chico no respondió y solo se quedó parado ahí, sin decir nada, jugando con sus manos.

- ¿Por qué no despejas tu mente un momento del colegio? - preguntó acercándose al marplatense.

- ¿Por qué me estás hablando? - susurró - Normalmente sería yo el que te pediría este tipo de cosas, no vos a mí.

- Bueno, me gustan tus poemas y quise darle una oportunidad al chico que los escribía.

- Perdiste una apuesta, ¿Verdad? Y tu castigo es invitarme a salir.

- Matías, no te menosprecies, quiero pasar tiempo contigo - tomó su mano - ¿Venís o no?

Volvió a bajar su mirada y sonrió asintiendo, caminaron hasta el auto del mayor, abrió la puerta del copiloto para dejarlo entrar y después dió la vuelta al auto para entrar él también. Durante el trayecto, había notado el nerviosismo del menor, casi no sonreía, bajé el volumen de la música y detuve el auto a la orilla de la carretera.

- ¿Está todo bien?

- Si, ¿Por qué no habría de estarlo? - preguntó tratando de sonar casual.

- Normalmente, sos un chico muy sonriente, ahora parece que tenes un puchero pegado a tus labios.

- Bueno, si, me descubriste - se rio - Es sólo que tuve sueños extraños, esta mañana me desperté gritando una frase que no puedo sacar de mi cabeza, en mi sueño sentía mi piel arder, como si me quemara, era tan real que me dio miedo - sollozó.

- ¿Qué frase, Matías? - preguntó sorprendido.

- "No me dejes solo por favor, juraste que me salvarías" y recuerdo decírselo a alguien, no podía moverme como si estuviera atado a algo y sentía mi piel quemarse, era horrible - soltó en llanto.

- Mati - me incliné por él y lo abracé.

- Siempre tuve miedo a quedarme solo, no me gusta que la gente me abandone - lloriqueó mojando mi ropa.

- Ya no estás solo, ahora estás conmigo y de verdad te juro que jamás te abandonaré - prometió cerrando fuerte sus ojos, su corazón dolía por sus propias palabras.

Alejo sabía que había sido su culpa que Matías sufriera tan espantoso destino, ahora podía entender a lo que se refería Valentín, Soulé comenzaba a tener recuerdos.

- Ahora quiero que dejes de llorar, te limpies esas lágrimas y pongas tu linda sonrisa, ¿Sí? ¿Harías eso por mí? Ya casi llegamos a donde te quiero llevar.

- Trataré de hacerlo solo porque vos me lo pedís - contestó sonriendo.

Volvió a encender el auto para conducir hasta el lugar.

Jueves // SoulizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora