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Salió del territorio de Focus corriendo, se notaba alterado y ansioso por todos los sentimientos y emociones que colapsaban todos a la vez en su cabeza haciéndole un revoltijo de pensamientos que, en su mayoría, sacaban de las profundidades de su mente las inseguridades que había estado tratando de esconder.

Aún teniendo todo ese embrollo en su cabeza, algo había sacado en claro de aquella conversación.

Paró en seco cuando llegó a estar enfrente de la sirena de la plaza central.

Estaba siendo un estúpido egoísta y... tal vez, necesitaba confiar un poco más en si mismo.

Miró hacia su derecha observando el camino hacia la aduana pensando seriamente en lo que el cuervo le había dicho.
¿Debería ir?
¿Si quiera Karchez querría hablar con él?

Sus pensamientos se vieron bruscamente interrumpidos al sentir cómo su boca era tapada y sus manos estaban siendo atadas con rudeza.
Intentó forcejear pero pronto unas cadenas le estaban rodeando por los brazos y su torso.
No tuvo tiempo de patalear cuando se dio cuenta que sus piernas ya habían sido atadas fuertemente.

Pero, ¿Qué cojones?

Miró hacia atrás encontrándose a una chica castaña totalmente desconocida tirando de la cuerda y llevándole como si fuese su mascota.

Observó nervioso su entorno buscando a alguien que le pudiese ayudar, sin éxito.
Comenzó a desistir y a dejar de forcejear aceptando que no podría escapar, tenía que buscar un plan "B".

No fue hasta poco después que logró escuchar a alguien hablar.

¿Auron?

Inmediatamente volvió a forcejear con toda la fuerza que las cuerdas y cadenas le permitían, y, aún con la mordaza en la boca, intentó gritar para alertar al mayor.

El escándalo que provocó consiguió llamar la atención de los presentes.

-¿Axozer?-

-¡Hmmmm!- gritó removiendose haciendo ruido con las cadenas.

-Oye, oye, ¿Qué le estás haciendo a mi niño?- dijo Auron sacando su espada.

-Hostia, Axo, ¿es tu sugar mommy?- preguntó Ocho burlón acercándose igualmente.

-Hmm...- realmente quería quitarse ese trasto de la boca, pero estaba atado de pies a cabeza y sus amigos parecían divertirse viéndolo así, incluido su padre.

-Oye, chica, ¿puedes soltar a mi hijo?- preguntó aún divertido al ver la mueca de enfado del bicolor.

La mujer estaba en completo silencio mirando al frente sujetando aún con fuerza la cuerda, no parecía querer hablar.

-¿A lo mejor y si la sobornas?- sugirió el mago uniéndose al espectáculo.

-20 de hierro- espetó la chica de pronto.

Los tres mayores se miraron entre ellos y empezaron a reír.

¿En serio eso es lo que valía? ¿20 lingotes de hierro?
Qué frustrante.

ᴄᴀʙᴇᴢᴏᴛᴀ // ᴋᴀʀᴢᴇʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora