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 El sonido de algo romperse llenó la habitación, a la par de una respiración errática.

—¡Esos hijos de puta! —Rindo agarró otra silla y la estrelló contra la pared, haciendo que se rompiera como la anterior.

—Romper sillas no hará la diferencia—Ran sabía del enojo de su hermano menor, él también lo tenía, pero era menos expresivo que el menor.

—¿Y cómo quieres que reaccione? — gruñó—¿Quemo el apartamento?

La furia del menor lo estaba consumiendo de apoco, y todo gracias a los escasos recuerdos que la loba de Zoé les había dejado ver.

Era muy claro lo que pedía era ayuda.

—Cálmate, hay que pensar bien las cosas—Rindo respiró hondo, haciéndole caso a su hermano. —Es evidente que está huyendo de ellos.

—Me voy a volver loco—bufó el menor, hechando su cabello hacia atrás con las manos. —Hay que eliminar a esos desgraciados.

Ran asintió.

—Pero, eso no garantiza que Zoé vaya a salir de dónde quiera que este. Debemos ser pacientes, presionar demasiado tampoco ayudará.

—Paciencia es lo que no tengo.

—La tendrás que sacar de algún lado. —Ran giró sobre su eje en dirección a la puerta principal—vamos, hay que cazar a esos hijos de puta.

Rindo le siguió tras otro bufido de su parte, por lo menos podría desquitar su irá con sus próximas víctimas.

Los hermanos Haitani volverían a marcharse las manos gracias a los recuerdos de su Flor; sus lobos exigían sangre y ellos no harían más que conceder ese deseo.

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 Los murmullos no se hicieron esperar cuando puso un pie en la cafetería.

Había salido con Saya para pasar un momento tranquilo en compañía de la menor, y claro, porque la contraria había insistido por días en salir a tomar un café.

—¡¿Se les perdió algo!?—Saya gritó, parándose de su asiento, harta de los murmullos y miradas acusatorias hacia la mayor.

Los demás en el local dejaron de mirar en su dirección, pero aun así siguieron murmurando.

—Está bien, no me molesta—Zoé hizo un ademán para que volviera a sentarse—ya estoy acostumbrada.

Zoé alzó sus hombros y los volvió a bajar sin importancia, se acostumbró a los murmullos, insultos y miradas acusatorias que le daban los demás, sobre todo de alfas y omegas al percibir su aroma.

—Pues no deberías, no tienen el derecho de tratarte así por tu aroma. A mí me gusta—si bien Saya no tenía el olfato tan desarrollado como lo tendría un alfa o un Omega, podía percibir levemente el aroma de la contraria en ocasiones.

—Es porque soy una Omega dominante—Saya se quedó callada— según ellos, soy un error de la naturaleza, algo que no debió nacer. —Miró a su alrededor sin interés—Instintivamente me rechazan.

—Menuda estupidez—rodó los ojos—para mí, eres Zoé, sin importar que seas eres tú—la susodicha soltó una risita antes de acariciar su cabeza.

Saya era una de las pocas personas que conocía que la traban de forma normal, sin importarle si era una Omega dominante.

La menor tenía presente que no podía juzgar ni mucho menos criticar o dar opiniones que no se le han pedido, ella no era nadie en ese aspecto. Cada quien hacía con su vida lo que se le diera la gana.

—No te acostumbres mucho a oler mi aroma.

—¿Que, porqué no? —musitó saya, le gustaba el olor de Zoé.

—Se me acabaron los supresores, por eso mi aroma está presente—explicó—de regreso tendré que comprar más.

—¿Cagas dinero? —la beta alzó una ceja. Los supresores eran caros, sin importar si fueran en pastillas o inyecciones.

—Algo así—esquivó la mirada de la menor.— Es más fácil pasar desapercibida si tomo supresores — además, también le servía para que ellos no la encontraran.

—Vámonos de aquí—Saya cambió de tema, Zoé no diría más sobre el tema, la conocía y sabía que había algo más detrás de sus palabras. Sin embargo, no preguntaría—el clima está precioso como para quedarnos escuchando estupideces de la gente.

Saya agarró la mano de la contraria y la arrastró hacia la salida del lugar, antes de salir alzó su dedo medio hacia las personas del lugar, quiénes la miraron indignados por su gesto.

—¡Púdranse, imbéciles!—les gritó—¡Pueden meterse sus prejuicios por el culo!

—Okey, vamonos antes de que llamen a la policía y te acusen de indecencia pública—Zoé arrastró a la menor con rapidez.

𝐋𝐘𝐂𝐎𝐑𝐈𝐒 ━━━ 𝐇𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨𝐬 𝐇𝐚𝐢𝐭𝐚𝐧𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora