𝐋𝐘𝐂𝐎𝐑𝐈𝐒 ━━━ 𝐇𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨𝐬 𝐇𝐚𝐢𝐭𝐚𝐧𝐢

03

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 Se quedó mirando atentamente los ojos del pequeño animal frente a ella, lo miraba como si quisiera formar una conexión, y el animal hacía lo mismo.

—Deja de mirarlo así—Saya interrumpió el contacto visual que Zoé tenía con el animal—no sé qué me asusta más, que lo mires así o que la rata te devuelva la mirada.

Zoé agarró el pequeño roedor albino y lo puso en su regazo.

—Se llama kumo, no rata—acarició la cabeza del roedor.

—¡Te gastaste más de un millón de yenes en esa rata! —la beta reprochó, seguía sin creerse que la mayor hubiera gastado esa cantidad en una rata albina de ojos rojos.

Según Zoé, solo iba a comprar los supresores. Pero cuando su vista quedó en esa rata detrás del vidrio de la tienda de mascotas, no lo pensó dos veces cuando ya tenía al animal en sus manos mientras pagaba.

Le gustaron los ojos del animal, tal vez era porque tenían el mismo color que su cabello, aunque no lo sabía realmente.

—Es una rata, pero de las finas—Zoé le sonrió al animal —es una rata wistar, no iba a salir barata.

—¿Cómo sabes que es de sangre pura y no una cruzada? —Saya se alejó cuando la rata se le quedó mirando fijamente.

—El dueño me dio el certificado y otros papeles que demuestran la veracidad de la raza.—la subió a su cabeza—y, en teoría, somos animales así que kumo vendría a ser como un primo.

Saya guardó silencio por unos segundos, antes de hablar de un tema que la tenía con los nervios de punta.

—Zoé...—la voz de la beta se volvió nerviosa, haciendo que la susodicha la mirara extrañada. Saya rara vez se ponía nerviosa y cuando lo hacía era por algo delicado. —No quiero sonar como una chismosa, pero andan diciendo por ahí que habrá una reunión para decidir el futuro de las chicas que trabajan ilegalmente en los burdeles y bares.

Zoé dejó de acariciar a kumo.

—¿Hay Algo más sobre ese tema circulando en las calles? —la beta asintió.

—Dicen que Lycoris estará presente en esa reunión—Zoé inconsciente soltó un poco sus feromonas, haciendo que la beta se sintiera incómoda. —tengo miedo, esa gente tiene mis papeles. Estoy en la lista negra.

—No va a pasar nada. —la tranquilizó, dejando de soltar sus feromonas.

Zoé entendía la preocupación de Saya ya que la beta estaba ilegalmente en Japón. Apenas llegó al país, le quitaron sus papeles como medio de pago, y claro, con la condición de trabajar en unos de los burdeles de las zonas que tenían controladas.

—Son rumores, solo eso. Deja de preocuparte. —musitó la mayor.

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 Sus tacones hicieron eco al caminar por el solitario y frío lugar, acomodó mejor su blazer negro, dejando a la vista su crop top blanco. Al igual que el blazer, llevaba un pantalón del mismo color. Además, no podía faltar su cubre bocas negro.

Lo que más resaltaba era su cabello rojo natural que contrastaba con sus ojos.

Cuando llegó a su destino, tocó Dos veces, luego seis y por último cinco veces la puerta.

—Puntual como siempre—un hombre alto y de contextura gruesa la dejó pasar.

—Entre más rápido llegue, más rápido podré largarme. —contestó antes de sentarse en el único sillón individual que estaba libre.

—Pareciera que no nos quieres—el albino a su lado, shinki, habló con notable burla en su voz.

—¿Quién dice que eso no es verdad?

—ah~ tan fría como siempre—intentó acercarse, pero se detuvo al sentir el característico sentido de ahogamiento gracias a las feromonas de la contraria.

—No empieces.

—Déjala tranquila, shinki—intervino el hombre que había abierto la puerta, Tetsu. —cada mes es lo mismo, dale un respiro, acosador de mierda.

—Hmm, ya no dejan a uno divertirse—shinki volvió a acomodarse en su sitio.

—Ya, empecemos con la reunión—Leila, quién estaba callada y sentada en el otro extremo de la habitación, habló—han pasado muchas cosas este último mes.

—Estoy de acuerdo, iniciando por qué hay una o un sapo entre nosotros. Comenzaron los rumores de que nos reunimos más a menudo que antes para hablar de los que están en la lista negra. —la pelirroja sacó el tema.

—Mentira no es—Shinki murmuró.

—Nadie dijo que no lo fuera, pero eso no les incumbe al resto. —Leila cruzó sus piernas. —No deben saber cuándo ni conquien hablamos, representa un riesgo.

Tenían que hacer algo pronto con la persona que estaba regando información, debían encontrararla y silenciarla.

Era más que claro que era una amenaza, y las amenazas deben ser eliminadas.