11. Druig

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Terminabas de regar las plantas a las afueras de la vivienda. Sentiste todo el tiempo la mirada de Druig en ti, te sentías como una presa siendo vigilada antes de recibir el ataque de su predador.

No era secreto que Druig era un ser extraño, desde su personalidad hasta sus habilidades, ¿tan siquiera era humano? No lo sabías, pero en un mundo lleno de súper héroes, dioses y vengadores no descartaste la posibilidad.

—¿Se te perdió algo? Porque has estado aquí desde que empecé...

Druig te dedicó una media sonrisa burlona. De todas las personas que estaban "refugiadas" en el pequeño pueblo, parecía que tú eras la única que no estaba bajo su control. Después de todo, también tenías algunas habilidades peligrosas que otros querian usar para sus propios propósitos egoístas y peligrosos.

Era eso o estar aquí, bajo el mando del extraño. Lo segundo era mejor.

—Creo que olvidas que me debes algo—Druig se acercó poco a poco a ti.

Desviaste la mirada al suelo.

—Parece que ahora es tiempo de traer el trato de nuevo a la mesa, ¿eh?

Con su mano te tomó el mentón haciendo que lo vieras a los ojos.

—No voy a obligarte, pero voy a esperarte en mis aposentos—susurró. La distancia era perfecta como para que juntara sus labios con los tuyos.

—¿Y si no voy?—preguntaste más por curiosidad que por miedo.

—Puedes ir buscando otro lugar para quedarte.

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Suaves gemidos salieron de tus labios al sentir los dedos de Druig entre tus piernas. Te aferraste a las sábanas debajo de ti tratando que tus piernas no se doblegaran. Druig te tenía de rodillas, usabas tus manos como soporte pero cada vez era más difícil.

Sentiste sus dedos deslizarse finalmente en tus pliegues. Estabas demasiado húmeda y al borde del clímax. Su toque y la forma en la que exploraba tu cuerpo era suficiente para pedir más.

Una parte de tu conciencia decía que esto estaba mal, pero nunca habías experimentado lo que Druig podía darte. Cerraste los ojos con fuerza y mordiste tus labios sintiendo sus dedos finalmente entrar en ti a un paso no muy gentil que te hizo pedir más.

La sensación no duró mucho pues retiró sus dedos justo cuando sentiste que tu orgasmo se aproximaba. Gemiste en desaprobación.

—No vas a correrte hasta que yo decida—susurró Druig con voz ronca tomando un puñado de tu cabello haciendo que tu rostro tocara las sábanas.

—Por favor...

—Si te comportas tal vez te compense por eso—comentó.

—¿Cómo? ¿Dándome más trabajo?—te quejaste contra la almohada. Estabas totalmente presa.

Escuchaste a Druig bajar el cierre de su pantalón en ese momento. Nunca se puso de pie y permaneció atrás de ti hasta sacar su miembro. Sentiste su gran erección frotando tu humedad y moviste tus caderas un poco para tener más fricción.

Sus manos sostuvieron tus caderas para poder entrar en ti a un ritmo placentero. Su voz se mezcló con tu gemido cuando logró llenarte plenamente.

Druig encontró poco a poco el ritmo perfecto de sus movimientos. Sus caderas chocaban contra tu trasero provocando que el sonido obsceno de sus pieles llenara la habitación.

Sus ojos no podían despegarse de la vista que le dabas. Te tenía de rodillas, con el trasero al aire y tomando las sábanas debajo de ti. La mejor parte era ver como su miembro entraba en tu húmedo sexo con facilidad. Su ritmo aumentó, provocando que gimieras esta vez más alto pidiendo liberar el clímax que tu cuerpo guardaba dentro.

—Voy a correrme—tu voz jadeante salió en un susurro.

Druig gimió sintiendo tus paredes apretando su miembro que le advertían de tu orgasmo.

—Hazlo—ordenó.

Finalmente sentiste la dulce liberación entre tus piernas y recorriendo tu cuerpo hasta que Druig salió de ti casi de inmediato para acabar en tu trasero. Su cálida semilla se esparció por tu piel, marcandote como suya.

Te desplomaste en la cama una vez el acto había terminado con un poco de dolor en tus piernas. Te sentiste satisfecha por el placer que se te había sido negado por la última hora.

—La próxima vez no seré tan permisivo contigo—dijo Druig.

Sonreíste. Esperabas que cumpliera su palabra.
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Pecadoras, en esta casa le rezamos a Druig

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Pecadoras, en esta casa le rezamos a Druig

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