Beso indirecto

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Anteriormente... Después de los sucesos del tercer juego...

La luz cegadora que brotó del cuerpo de Spyro me hizo apartar la mirada al igual que intenté cubrirme con mis alas ante la intensidad de la misma. Poco a poco la presión y el calor que se generaba en el núcleo del planeta fue tanto que terminé por desmayarme.

¿Dónde estoy?

Mi cuerpo se sentía demasiado pesado, tanto que ni siquiera podía abrir mis ojos. La brisa fresca que acariciaba mi cuerpo me desconcertaba, pues lo último que sabía era que estaba dentro del núcleo del planeta junto con Spyro.

¡Spyro!

Hice un esfuerzo por tratar de abrir mis ojos, luchando con la pesadez que envolvía mi cuerpo. Tras unos instantes de seguir intentando logré abrirlos poco a poco, sorprendiéndome por lo que veía.

—¿Spyro?

Miré en todas direcciones hasta que mis ojos lograron divisar una masa púrpura.

—¡Spyro!

Hice lo posible por acercarme a su lado rápidamente pero mi cuerpo no me obedecía. Intenté con todas mis fuerzas avanzar en su dirección, arañando la tierra bajo mis patas hasta conseguirlo.

—¡Spyro!

Traté de moverlo pero parecía una piedra más en el paisaje. Preocupada por lo peor, me calmé y traté de escuchar su respiración hasta que logré oír un profundo suspiro.

Está dormido. Debió agotar todas sus fuerzas.

Me tranquilicé al saber que por lo menos estaba bien pero, mi mirada vagó en el extraño paisaje que mis ojos divisaban. A lo lejos podía ver varias islas flotantes de diferentes tamaños, todas ellas sostenidas en la nada.

Con un poco más de esfuerzo logré lentamente incorporarme, cansándome en el proceso al punto de querer volver a recostarme en el suelo.

Me siento tan cansada...

Y tras un par de parpadeos más mis ojos no se volvieron a abrir.
Horas después, desperté al sentir un vacío en mi estómago.

—Ugh...

Me incorporé más fácilmente esta vez aunque el dolor en mi estómago me hizo retorcerme un poco.

¿Cuánto tiempo no habríamos pasado sin siquiera tomar agua?

Miré a Spyro y noté que aún seguía totalmente dormido mientras la noche había caído a nuestro alrededor, siendo dos lunas muy llamativas las que iluminaban el lugar.

Dándole un rápido vistazo a Spyro, me apresuré a investigar lo que hubiera en la porción de tierra donde nos encontrábamos, encontrándome con un pequeño riachuelo donde bebí hasta saciar mi sed.

Buscando por los alrededores no pude encontrar nada para transportar la poca agua que había encontrado a excepción de una pequeña hoja que podría quebrarse con el más mínimo tacto pero, no tenía otra opción. Con mucho cuidado llené la hoja con no más que un par de gotas de agua y la sujeté entre mis labios gentilmente, caminando incluso como si flotara en el aire hasta llegar donde estaba Spyro.

Cuando finalmente llegué a su lado dejé que un extremo de la hoja descansará entre su boca y lentamente la incliné para que el vital líquido pudiera hacerlo sentir mejor. Repetí el mismo procedimiento un par de veces más hasta que en una de mis vueltas logré divisar algo que brillaba a lo lejos.

¿Podría ser?...

Me acerqué con cautela y logré divisar lo que tanta falta nos hacía, un gran cristal rojo y otro más pequeño color verde. Sin esperar más arañé el cristal rojo solo un poco y pude sentir como mi energía mejoraba considerablemente.

Mañana traeré aquí a Spyro.

Con pisadas apresuradas llegué a su lado y pude notar como su cuerpo recibía los estragos de su última azaña, notando como su piel antes de color púrpira brillante ahora palidecía un poco al punto de hacerme pensar que podría haber muerto.

No sabía con certeza lo que había sucedido después de que Spyro salvará el mundo, me desconcertaba la idea de saber que su último sacrificio hubiera sido en vano, pero de una cosa sí estaba segura: mientras Spyro siguiera vivo habría esperanza de un mundo mejor.

SpyroXCynder FlufftoberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora