Confesión borracha

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Tras haber ganado el rito de buena fortuna la chica de antes tomó el listón blanco y unió mi pata con la de Cynder, diciendo que próximamente ambos seríamos compañeros.

—¿Como en los viejos tiempos? —pregunté.

—Como en los viejos tiempos —confirmó Cynder.

Le sonreí en respuesta, haciendo que de golpe mi mente me hiciera recordar algo.

No se lo has dicho.

Inmediatamente me puse un poco nervioso. No comprendía cómo era posible que no pudiera decirle lo mucho que la amaba sin congelarme en el intento.

—Cynder yo...

—¿Una bebida? —interrumpió un camarero.

En lugar de molestarme simplemente tomé dos de los cuencos para ambos y me bebí la mía casi de un solo trago, sorprendiendo a Cynder.

—¿Spyro estás bien? —preguntó visiblemente preocupada.

—¡Si! Solo tenía sed. ¿No quieres? —pregunté, ofreciéndole la otra bebida.

—No, gracias.

Sin pensarlo ingerí el líquido de un solo sorbo, tratando de mantener mis nervios a raya.
—¿Seguro que estás bien?

—Si —respondí seguro casi sin notar el ligero mareo que me había dado.

—¿Entonces?

—¿Hmm?

—¿Qué era lo que ibas a decir? —preguntó.

Ante esas palabras sentí mi cuerpo tensarse.

—Eh... que yo...

Me interrumpí esta vez al tomar un cuenco de uno de los camareros que iba pasando, bebiéndolo al instante.

—Necesito decirte algo... en privado —hablé finalmente.

—Hmm... podemos ir a la cueva donde nos resguardamos de la lluvia —propuso ella.

—¡Si, vamos!

Tan nervioso estaba que al correr para tomar impulso arrastré una de las mesas al suelo, aunque no le presté atención y simplemente batí mis alas hacia el cielo.

—Ugh...

De pronto mi cabeza comenzó a girar, sentía mi rostro caliente y por alguna razón el suelo se veía cada vez más cerca.

—¡Spyro!

Una brisa fresca se encargó de alejarme del suelo y de un momento a otro me encontraba en la cueva con Cynder a mi lado.

—¿Qué sucede?, estabas a punto de volar hacia el suelo —habló Cynder, posando su pata sobre mi frente—, esto no está bien.

—No, estoy bien. Solo me maree un poco —respondí.

Trataba de fingir que todo era normal, pero por alguna razón sentía todo como si fuera irreal. Estaba totalmente mareado.

—Además necesito decirte algo —comenté, tratando de ignorar los nervios y el mareo que me estaba consumiendo.

—¿Qué es?

Respiré profundamente, sentándome delante de Cynder, tomando sus mejillas entre mis patas y dándole un beso en los labios.

He... se siente bien.

Cerré mis ojos y sin darme cuenta dejé caer mi peso sobre Cynder, cayendo sobre ella en el suelo.

—Spyro...

Abrí mis ojos y simplemente me sentí feliz al verla tan cerca de mi, viendo como sus ojos brillaban como un par de esmeraldas.

—Eres muy linda —confesé, besando su frente—, no sé qué vaya a pasar ahora pero... espero que sigamos juntos— besé su mejilla—, te amo.

Y tan pronto como dije eso, mis labios volvieron a encontrarse con los de Cynder quien al principio parecía un poco tensa hasta que finalmente cedió y correspondió mi beso.

SpyroXCynder FlufftoberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora