Lucha y disculpa

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—¡Cynder!

Miraba por todos lados pero no podía encontrarla.

Rayos...

Volé un poco más bajo tratando de encontrarla. No sabía a dónde había ido, la busqué en todos los lugares donde habíamos estado antes pero no logré localizarla.

No debí haber dicho eso...

En mi mente se repetía una y otra vez la discusión que habíamos tenido en la mañana, torturándome con las mismas palabras que habían salido de mi boca.

"¡Prefiero que lo digas, no que lo escribas y te escudes en papeles que no sirven de nada!"

Sentí el golpe de una bofetada de culpa. Todo se había salido de control, encontrar las cartas que Cynder escribía a modo de diario personal y leerlo sin su consentimiento no había estado bien.

Aunque probablemente ella también exageró un poco.

¿Acaso esperaba una especie de burla de mi parte?

O tal vez... aún tiene miedo de decirme lo que siente.

Más preocupado por su bienestar que por la pelea que habíamos tenido llegué a sobrevolar los territorios del Valle de Avalar, comenzando a angustiarme al no encontrarla por ningún lado.

—¡Cynder!

Seguía sin poder encontrarla por ninguna parte, cuando entonces un pequeño recuerdo llenó mi mente.

Aletee rápidamente hasta la cascada que había a un lado del Valle de Avalar, recordando que había una especie de acceso entre las rocas donde ella podría estar.

Que esté ahí...

Ingresé en la abertura y me abrí paso lentamente entre los pasadizos hasta que finalmente la encontré.

—¡Cynder!

Me acerqué corriendo hasta ella, estaba hecha un ovillo y por lo visto se encontraba dormida. Sin poder contenerme la abracé fuertemente contra mi pecho, me había preocupado mucho por ella.

—¿Spyro?

La escuché llamarme. Parpadeó un par de veces antes de poner sus patas sobre mi pecho, parecía como si debatiera con ella misma sobre si empujarme o no, hasta que finalmente terminó por abrazarme suavemente.

—Te extrañé —confesó casi en silencio.

—Yo también —respondí al acercarla más a mi pecho.

Nos quedamos así por un par de segundos más hasta que su voz rompió el silencio entre nosotros.

—Lo siento... No debí reaccionar así... es sólo...

—No, no. Yo lo siento, no debí leer tus escritos sin tu permiso —me disculpé sinceramente.

—Pero tienes razón, debería decírtelo en lugar de escribirlo —respondió.

—Lo siento por eso también. Pero, hey —tomé sus mejillas entre mis patas para poder verla—, está bien, es cierto que me gustaría que lo dijeras sin temor, pero eso no significa que voy a presionarte a hacerlo. Solo quiero que sepas que sin importar lo que escribas... Yo siento lo mismo por ti.

Los ojos de Cynder lentamente comenzaron a verse un poco vidriosos hasta que de pronto me sorprendió con un beso en los labios.

—Lo sé... Y por eso no puedo evitar amarte.
Mi pecho se hinchó de regocijo al escuchar esas palabras salir de sus labios, haciendo que simplemente la volviera a besar y la abrazara contra mi pecho.

—Si te soy sincera me siento un poco tonta por reaccionar así

—No lo eres. Cualquiera se molestaría si alguien hace algo que no le gusta —respondí.

—Pero... si quería que lo hicieras... No me refiero a leer las cartas si no... que estés seguro de que te amo.

—Sé que lo haces... Y que lo demuestras a tu manera.

Sin más que decir, besé su frente y por esa noche, dormimos tranquilamente en esa cueva húmeda, sintiendo el viento fresco que circulaba entre los pasadizos acariciar nuestros cuerpos abrazados en la oscuridad de la misma, siendo simplemente un par de amantes que sentían seguros de su amor mutuo.

SpyroXCynder FlufftoberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora