Abrazo

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Lo único que veía era oscuridad a mi alrededor, por más que intentaba correr o volar no podía ver un final. Volaba entre nubes oscuras que eran iluminadas cuando los truenos las recorrian.

Mi corazón latía desenfrenado, tratando de escapar de ese maldito lugar, hasta que de pronto una luz se hizo presente en la lejanía. Sin perder tiempo volé lo más rápido que pude hasta ella, encontrándome con el cristal que había creado para liberar al Maestro Oscuro de su prisión.

—No... No otra vez...

Traté de alejarme rápidamente pero unas cadenas salieron desde dentro del cristal, encadenandome del cuello, mis patas delanteras y la punta de la cola, sin dejarme oportunidad de huir.

—Cynder...

Miré aterrada hacia atrás, viendo al Maestro Oscuro salir parcialmente del cristal.

—Finalmente has cumplido con tu tarea. Y ahora... ¡El mundo es mío! —gritó.

En ese instante, hordas de sus simios salieron del cristal, entre ellos Galo.

—Vaya, al fin has regresado —comentó.

Caminó hacia mí, mientras el suelo que pisaba iba apareciendo con cada paso que daba hasta llegar a mi.

—Ahora obtendrás tu recompensa.

Y tras esas palabras, las cadenas que conectaban con las argollas en mi cuerpo comenzaron a arder, quemándome la piel mientras sentía como mi mente comenzaba a corromperse de nuevo.

¡No! ¡Spyro!

Llamaba desesperadamente a Spyro en mi mente, deseando que viniera a salvarme como antes lo había hecho, pero durante largos segundos de tortura nadie vino a ayudarme.

Spyro...

Justo cuando sentí como la corrupción del Maestro Oscuro me tomaba por completo una luz cálida se abrió paso en la inmensa oscuridad.

—Spyro...

Y entonces lo ví, era él quien había venido en mi ayuda. Voló hacia mí y simplemente... Me abrazó. Transmitiendo una paz y tranquilidad inigualables con las que rompió las cadenas que me ataban.

—Aquí estoy...

Al escucharlo hablar simplemente me desvanecí entre sus brazos, viendo en un último parpadeo como su cuerpo emanaba una luz pura y esperanzadora que terminó por erradicar cualquier maldad a mi alrededor.

Cuando desperté, me ví a mi misma abrazando a Spyro, quien simplemente me miraba un poco preocupado.

—¿Estás bien? ¿Tuviste otra pesadilla? —cuestionó sin dejar de abrazarme.

Negué con la cabeza.

—Solo... fue un sueño.

Y con esas palabras nos acurrucamos de nuevo, mientras simplemente agradecía en silencio por tener a Spyro a mi lado, siendo una especie de farol al cual podía aferrarme cuando la oscuridad amenazara con regresar.

SpyroXCynder FlufftoberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora