Capítulo 12

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Rokuro

Papá me entrego un regalo, un regalo que prometió hace mucho, yo lo recordaba, tenía muy presente cuando me lo prometió. En un tiempo soñé mucho cuando llegará papá y me diera ese regalo. Lo esperaba tanto, pero más que un regalo esperaba a papá. Ahora no sabía que decir o sentir, ya no era lo mismo, ya no lo quería ni deseaba.

Papá lo dejó ahí, cerca de la mesa donde yo estaba parado. No lo tome, no sabía si debía hacerlo. Era una pequeña bolsa café desgastada, el tiempo la tuvo que haber dejado así, y bueno papá nunca había sido muy cuidadoso.

No pensaba abrirla ahora, aunque quizá más tarde podría tener curiosidad. Ahora importaba que sería lo que papá diría.

Después de darme su regalo, voltee a ver a mamá, ella bueno, yo no sabría describir que expresaba en ese momento.

Papá continuó hablando.

Akane

—Ese mismo día por la tarde yo ya estaba muy cansado, pero no quería detenerme. Lo poco que recuerdo es que seguía caminando ya casi al anochecer, el sol se metía y de pronto, bueno en realidad —Ranma agarro su cabeza—... no sé si he cambiado mis recuerdos pero sentí como alguien me empujó, o quizá no fue así no lo sé, cuando me di cuenta ya estaba rodando. Me caí de una gran montaña y me golpee fuertemente la cabeza, eso me hizo quedar inconsciente, cuando desperté estaba en una pequeña cabaña, tenía un trapo húmeda en la cabeza, y no tenía un solo recuerdo de nada—yo, no sabía que decir, qué le podría decir a Ranma—. Cuando gire la cabeza estaba ahí una chica que se sorprendió y sonrió tras ver que había despertado, ella me contó que me había encontrado inconsciente e imagino que había caído desde arriba «Es muy alto» dijo. Dijo también que estuve así todo un día, y luego me pregunto mi nombre... fue entonces que yo no supe que decirle, porque no recordaba nada. Ese fue uno de los peores momentos de mi vida, no sabía nada de mí.

Nadie decía nada, creo que nadie tenía algo para decir. Y aunque Ranma se había detenido un momento, continuó hablando.

—No tenía ningún recuerdo, y ella me ofreció quedarme ahí el tiempo que necesitará para recuperarme, para recordar. El dolor en mi cabeza era muy fuerte, no me dejaba dormir por las noches. Después de varios meses seguía sin recordar algo, solo a veces tenía algunos sueños, donde aparecían personas que no lograba identificar entonces. Sus rostros seguían siendo borrosos y cuando intentaba recordar más allá de eso un fuerte dolor en la cabeza comenzaba y llegaron las veces que simplemente prefería no tratar de recordar. Y bueno... pasaron dos años. Ella me entregó tiempo después la maleta con mis cosas, y es ahí donde estaba tu regalo Rokuro, que en ese momento yo no sabía que significaba, pero aún así sabía que era muy importante. La chica empezó a verme con otros ojos, quería tener algo conmigo, me lo dijo, pero yo la rechacé, había algo que me impedía estar con alguien, había algo muy adentro de mi que me decía que yo tenía a alguien especial —Ranma volteo a verme, yo solo gire la cabeza y en ese momento me hizo sentir culpable, me miraba con amor e inocencia sabía que decía la verdad—, es por eso que yo nunca la acepte ni deje que se acercara más a mi. Poco a poco comencé a recordar cosas, entre ellas mi nombre, ese día estaba muy feliz puesto que había recordado algo muy importante, recordé quién era, Ranma Saotome y fui feliz a contárselo a ella, me abrazo muy feliz. Yo entonces ya no vivía con ella, me había ido de ahí a una casa abandonada que encontré un día mientras buscaba algunos frutos para comer, en ese lugar me sentía mejor; trabajaba en cualquier cosa y algunas veces me llegue a meter en algunas peleas, fue entonces que me di cuenta de mi habilidad para pelear, de mis estilos de peleas y hasta llegué a recordar algunos nombres de los ataques como "el truco de las castañas" —Rokuro lo volteo a ver, él había escuchado acerca de ese truco algunas veces cuando Ryoga le enseñaba de pequeño y le decía que algún día su padre se lo enseñaría —, además de que había notado que tenía muy buenos reflejos. También un día los recordé a ustedes, a mi familia con más precisión ya no eran esas imágenes borrosas, ahora podía recordar sus caras, y luego sus nombres, no sabes cuán feliz me sentí al recordarlos, al recordarte Akane, al recordar a Rokuro, a mis padres y a todos. Los recuerdos no llegaron juntos ni tampoco rápido, pero iban llegando y me hacían feliz, sin haberlo notado ya habían pasado seis años, quería buscarlos pero no sabía cómo ni donde, le preguntaba a la gente de los alrededores si conocían a alguien con esos nombres y su respuesta siempre era un «no» pase muchas noches tratando de recordar donde podría encontrarlos.

—Nosotros te buscamos todo este tiempo —le interrumpió la tía Nodoka—tu padre y yo salimos a muchos lugares a buscaste, pero nunca pudimos encontrarte. Nadie supo decirnos nada sobre ti, hijo.

Ranma volteo a ver a su madre y luego siguió.

—Yo me sentía solo y me preguntaba si a mí familia le importaría, si ellos al igual que yo estarían buscándome, me preguntaba si algún día podría volver a estar con ustedes y abrazarlos, para ser una familia otra vez—Ranma sonreía, y me miraba así, sentía dolor en el pecho ¿qué había hecho? Yo también pude haber salido a buscarlo, pero no lo hice, quizá fue porque estaba muy molesta con él pero, al final de cuentas eso no importa; y ahora ya todo había cambiado ¿qué haría entonces? ¿Cómo se lo diría a Ranma? ¿Qué le diría? Todavía lo amaba, mi corazón lo sabía. No podía evitarlo unas lágrimas amenazaban con querer salir—. Luego recordé poco a poco, el lugar, el nombre del sitio donde los encontraría y el Dojo Tendo, fue entonces que decidí preparar poco a poco mi viaje de regreso, debía juntar dinero y estar bien; paso tiempo y por fin pude tomar todas mis cosas, alejarme de ahí y comenzar a regresar a ustedes. Me gustaría que volviéramos a ser una familia, les pido a todos que por favor me perdonen —Ranma se puso de rodillas con la cabeza abajo y nos pidió disculpas, me sorprendió el que hiciera algo así —¡perdónenme, por favor!

—Hijo... —volvió a hablar la tía Nodoka, tenía los ojos llorosos al igual que yo, se acercó a su hijo lentamente—, no te quedes ahí levántate—le habló dulcemente, mientras se agachaba hacia él—, no tenemos nada que perdonarte después de todo lo que nos has contado, al contrario perdóname tu a mi por no haberte buscado más...

—No digas eso mamá, no tengo nada que perdonarte.

Se levantaron los dos y ella abrazo a su hijo, la tía estaba llorando, y cuando dejaron de abrazarse Ranma dijo.

—Ya no llores más mamá, ya estoy aquí —y limpio las lágrimas que bajaban por su rostro.

No pude evitar llorar. Yo también había llorado mucho por él, tantas noches.

Continuará...

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