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Hay cosas que no tienen control, no eliges a tu familia ni tampoco eliges tus propios gustos, son cosas que simplemente están ahí y que incluso, aunque con todas tus fuerzas, intentes controlar no puedes hacer nada por ello.

Mirabel no escogió ser la penúltima miembro de su extensa familia ni tampoco escogió no tener un don y sin embargo, toda su vida ha estado condicionada a esas dos verdades. Es buena en muchas otras cosas como coser, tocar el acordeón, bailar o cuidar de los niños. 

Pero aun así, durante años no se le reconoció.

Ahora, respecto a la familia... hay cosas que aun no tiene muy claro y que la hacen sentir sumamente confundida. Mirabel creció sabiendo quienes eran los integrantes de su familia y el lugar al que pertenecía cada uno en el engranaje que su abuela había creado, pero entonces había alguien, una figura vacía que estaba ahí como un hueco entre ese perfecto sistema y que al igual que ella parecía simplemente no encajar.

Su tío Bruno.

Siempre supo quien era Bruno, sabia que era su tío y que tenia el don de ver el futuro, pero era demasiado pequeña la ultima vez que lo vio y por lo tanto los recuerdos sobre él estaban sentenciados al olvido de la mente de una niña de 5 años. Ni siquiera Camilo sabia realmente quien era Bruno pues todos sus conocimientos era solo un mosaico de los testimonios que el mundo impartía sobre aquel extraño hombre, pero nadie podía decirle realmente quien era él.

Y entonces, lo conoció.

Extrañas circunstancias arrojan relaciones fuertes, supuso, pues durante toda su vida solo tuvo conexión real con Antonio, su pequeño primo quien le mostró en su inocencia el amor que el resto de su familia limitaba a ella, pero eso lo podía atribuir a que ha estado con él desde el día de su nacimiento. Por otro lado, Bruno no, él era prácticamente un extraño con quien tuvo un relación sumamente cercana en cuanto notó que al igual que ella, había sido satanizado y dejado de lado porque su don "no le servía a la comunidad".

Desde que lo conoció realmente una bruma espesa de mentiras y falsedades sobre un hombre lúgubre y malvado se desvanecía con el paso de las horas y días. En poco tiempo Mirabel concluyó que ante sus ojos se encontraba una persona de ojos tiernos, con miedos encerrados tras una sonrisa nerviosa, quien solo buscaba la aceptación de quienes amaba de manera incondicional. Bruno era un hombre honesto, cariñoso, sentimental y sencillo.

Él era único.

Mirabel sentía un magnetismo hacia él, ella misma se encontraba buscándolo cada mañana y sus acciones siempre estaban influenciadas por el pensamiento "¿esto podría gustarle a él?", era raro, amaba a su familia de todo corazón pero con Bruno... era un amor que no lograba comprender. La confundía.

A veces simplemente dejaba de cuestionarse y solo disfrutaba de esas pequeñas cosas como sentarse a su lado en la mesa para comer, tomarlo de la mano cuando quería correr a mostrarle algo, mirar su perfil en las noches que lo acompañaba por el insomnio. Pero una parte de sí le auguraba algo que ella aun no notaba, había algo que ella no sabia y sentía un enorme pesar en su pecho.

Algo de ese sentimiento de conexión la hacia sentir que estaba... mal.

Era una mañana tranquila en Encanto, demasiado tranquila para la costumbre realmente y eso no auguraba nada bueno, o al menos así lo vio Bruno quien empezó a evitar pisar los espacios entre el piso mientras bajaba las escaleras para desayunar y que como siempre, llegaba tarde.

Pero al bajar no halló ni un alma, se asomó por la ventana y notó la falta de actividad en las afueras cosa que lo extrañó enormemente. Pero entonces entre el silencio inminente pudo oír el sonido de una maquina de coser. Sonrió aliviado pues de inmediato supo de quien trataba.

¿Dónde está el árbol? | MiraBrunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora