EPÍLOGO

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Mozzarella... Sí, una hamburguesa con mucha, muchísima mozzarella. - Lisa apartó la vista de la pantalla para mirar fijamente a su novia, que apoyaba los pies sobre su regazo y la cabeza sobre el posa brazos del sofá.

Mientras tanto, Jennie parecía estar teniendo un sueño húmedo con...
¿Una hamburguesa?

- ¿Amor? - la castaña se mordió el labio, con expresión soñadora, y Lisa frunció todavía más el ceño.

- Lisa, eso es lo que necesito.
la pelinegra arqueó una ceja, y paseó la vista desde el rostro de Jennie hasta su abultado vientre de seis meses.

- ¿Qué necesitas?

- hamburguesa. Muchas hamburguesas. Con mucho queso. Oh, si...

- ¿No puedes comer otra cosa? Gina no está y no tenemos hamburguesa. - Jennie la fulminó con la mirada desde la otra punta del sillón, y Lisa se amilanó.

Sí, ni un grupo de francotiradores apuntándola conseguían intimidarla, pero su novia embarazada la ponía en su lugar con sólo una mirada.

- Quiero. Hamburguesa. - Espetó, separando las palabras, y Lisa se puso de pie con un suspiro.

Y pensar que todavía quedan tres meses más...

- ¿De dónde se supone que sacaré hamburguesa a la una de la mañana?
La castaña se encogió de hombros, con esa típica expresión de '¡Ese no es mi problema, campeona!', mirándola con aquellos enormes ojos chocolate desde el sofá.

Lisa paseó la mirada por la sala, soñando con que alguno de sus empleados aparecía justo en ese momento y se hacía cargo de ir a comprar la tan deseada Hamburguesa.

- ¡Lisa! ¿Qué estás esperando?
Volvió a bajar la mirada hacia su novia, que le devolvió la mirada expectante.

- ¿De verdad que no puedes comer otra cosa?

- ¡Lalisa Manoban! ¡Te juro que si no buscas la maldita hamburguesa en este instante, te arrepentirás de no haberlo hecho cuando me encargue de ti!

La pelinegra le rodó los ojos, molesta, antes de tomar su chaqueta y caminar hacia la puerta de la sala.

Estaba tomando el pomo con una mano cuando un sollozo la frenó de golpe.

Con el ceño fruncido, volvió apresurada hasta el sillón, en donde Jennie sollozaba desconsoladamente.

- Bebe, ¿Qué sucede? - Se arrodilló a su lado, apartando los castaños cabellos de su cara y secándole las lágrimas con delicadeza. - Ey, ya traeré tu hamburguesa, lo prometo.

- ¡Lo si-siento, te traté tan ma-mal!
Jennie siguió sollozando, y Lisa la miró desesperada.

- Amor, no, no llores. No me trataste mal...

- ¡Te amenacé! - Respondió, mientras se giraba para enterrar el rostro en un cojín.

Lisa estaba histérica.

Nunca sabía qué hacer cuando las hormonas se apoderaban de su novia y decidían jugar un rato con ella.

- Sí, lo hiciste. Creo que te estás juntando mucho conmigo... - Jennie sollozó todavía más fuerte. Ok, bien, nada de chistes. - bebe, mírame. - Lisa acarició sus cabellos hasta que Jennie despegó el rostro sólo un centímetro del almohadón, mirándola con un solo ojo lleno de lágrimas. - Todo está bien, no me ofendí, y no lo sientas. Lo entiendo perfectamente, estás alterada. - Jennie abrió los ojos como platos, y luego abrió la boca dispuesta a mandarl a freír nabos.

¿¡Quién se pensaba que era ella para decirle que estaba alterada!? Pero Lisa fue más rápida, y comenzó a hablar con rapidez. - No, no estás alterada, claro que no. Siento haber dicho que estás alterada, era mentira.

Suya |Adaptación| |Jenlisa| G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora