01.

16.2K 1K 46
                                    

Revisó los últimos papeles de propuestas para la siguiente revista que lanzarían y suspiró con nerviosismo. Buscó por su oficina a su asistente y se acercó en cuanto la divisó ordenando los colores para la portada.

—Sooyoung, por favor termina eso y puedes irte a casa. Debo irme.

—¿Tan rápido, señor? —preguntó la muchacha de voz aguda y labios extravagantes, Jungkook podía jurar que eran del tamaño de su mano, pero nunca dijo nada.

—Sí —murmuró el azabache y le dio la espalda, guardando todos los papeles en su carpeta y colocando ésta en su maleta.

Le había prometido a Jihyun, su hija, que la recogería por la escuela. Venía prometiendo eso hace semanas desde que comenzó la clase, pero nunca tuvo la posibilidad de hacerlo. El trabajo le consumía la energía y todas las horas del día, por lo que en cuanto llegaba a casa su hija se encontraba con su niñera que la buscaba de clase.  La culpa le carcomía, debía admitirlo, pero su niña le decía que todo estaba bien y él se encargaba de recompensarlo con una noche tranquila de abrazos y risas.

Amaba a Jihyun, ella era su prioridad en el mundo y amaba ser su padre. La pequeña era agradable y muy inteligente a pesar de que solo tenía seis años. Él quería ser el mejor para ella, pero sabía que carecía de ésto totalmente al ver su carita de decepción cuando llegaba a casa y él no la pudo recoger de la escuela. Quería darle todo el amor del mundo y concedirle todo, pero a veces se le hacía muy difícil.

Se colocó su blazer que completaba su vestimenta elegante de camisa y pantalones negros. Se despidió de los empleados que se cruzaba en el camino a la puerta del lugar y entró a su costoso auto que con tanto esfuerzo y trabajo había conseguido.

Fue en cuestión de segundos que llegó a la escuela, avisó a la niñera que su tarde quedaba libre y ésta le dijo gracias y que se cuidase. Esperó pacientemente hasta que abrieron las puertas y entró al lugar junto a la horda de padres y madres que estaban apresurados por sacar a sus hijos de allí. Sin embargo, fue paciente y se acercó al salón al que sabía que su hija debía asistir y esperó en la puerta. Un maestro se acercó y sonrió enormemente, dando una educada reverencia. Imitó el saludo, pero no se le ocurrió sonreír de vuelta.

—Buenas tardes ¿A quién vino a buscar?

—Jeon Jihyun.

—Oh ¿De verdad? —hizo una mueca.

Jungkook sonrió enormemente en cuanto su hija corrió a sus brazos y sintió su corazón sacudirse de felicidad al verla sonreír de oreja a oreja. Llenó su rostro de besos y tomó su mano, dándose cuenta de las sensaciones que tanto se había perdido por muchísimo tiempo. Su hijita se había llenado de felicidad al verlo frente a la puerta de su salón y Jungkook se dio cuenta de que debía generarle ese tipo de felicidad más seguido.

—Debe ser su padre ¿Cierto? —preguntó el maestro de cabello casi rubio y asintió—. Su hija habla mucho sobre ustedes.

—¿En serio? —sonrió ligeramente con la boca cerrada—. Bueno, gracias... ¿Nombre? No recuerdo haberte conocido.

—Taehyung —se apresuró el chico y extendió su mano, Jungkook la estrechó—. No nos conocimos, llegué hace unos meses y no lo había visto. He visto a esa chica que es súper simpática, no recuerdo muy bien su nombre pero conversamos y es muy agradable ¿Es su esposa?

Jungkook se sorprendió debido a lo charlatán que era el maestro y lo tanto que se parecía a su hija.

—No —apretó los labios, alzando una ceja y negó con la cabeza. No estaba acostumbrado a relacionarse con gente así—. Es su niñera, no tengo esposa.

—Ah, bueno, perdone —sonrió el chico—. Adiós, Jihyun, cuídate mucho.

La pequeña se despidió y ambos, sin despegar sus manos, fueron en camino hacia el auto. Jihyun mientras tanto tarareó una canción que Jungkook juraba haber escuchado antes. Se adentraron al auto y él le colocó su cinturón de seguridad.

—¿Qué cantas, Hyunie? —preguntó, encendiendo el auto.

—Taehyung nos ha cantado esa canción hoy.

—¿Te gusta?

—Sip —la nena afirmó, bebiendo el jugo de naranja que su papá le había ofrecido antes conducir—. Es muy divertido, habla muchísimo.

—Sí, he notado eso —sonrió.

En el camino a casa Jihyun se encargó de seguir cantando aquella canción y Jungkook juró que se la había terminado de aprender toda en cuanto llegaron. A pesar de eso, él no podía dejar de pensar en aquel castaño de sonrisa grande y energía contagiosa.

Llegaron a su dulce a hogar y lo primero que hicieron fue merendar algo que Jungkook se había esmerado tanto en cocinar. Le encantaba cocinar, pero no tenía tiempo para hobbies.

En cuanto acabaron de comer, Jihyun suplicó que pudiesen jugar a las princesas. Y así acabó Jungkook su día, yéndose a dormir con maquillaje desastroso en su rostro, un tutú que apenas le entraba y una corona en su cabeza.

Daddy's fear.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora