Sobrinos

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Bien era sabido por todo el pueblo, que más que el oro y las joyas, lo que más valoraba y amaba Thorin, era a su familia.

Tenía en un puesto muy alto a sus amigos, la armada, cada uno de esos enanos que si bien no eran su sangre, lo habían acompañado en su travesía y sus vidas se la habían confiado, así como el la suya a ellos.

Y aun así, sus queridos sobrinos, Fili y Kili, tenían el puesto más alto de todos.

Esos dos enanos que había visto crecer y que crío junto a su hermana Dís, que se habían aventurado con el y que por poco mueren en batalla.

Eran su tesoro más grande.

Por eso ver a su querido Hobbit tratándolos como si fueran de su propia sangre le llenaba el pecho de un calorcito hermoso.

  
[■]

Fili adoraba a Bilbo, casi tanto como amaba a su tío, a su hermano y a su madre.

Pero este tenía cosas especiales de cada uno que lo hacían una de sus personas favoritas.

— Fili ten cuidado, déjame ayudarte — el rubio no se quejo, dejó que el mediano tomara sus manos con cuidado y vendara sus dedos con cariño.

No era algo grave, tan solo unos cortes por estar estar la fragua, pero Bilbo en su amor paternal — la cual le recordaba a la propia Dís — se negó a dejarlo sin desinfectar y al aire.

Las manos suaves y delicadas de Bilbo envolvieron las suyas y con una sonrisa se dejó tratar, admirandolo con cariño

Luego lo obligó a quedarse tranquilo, y tomar té, ayudandole con papeles que debía firmar como heredero al trono de Erebor.

También apreciaba eso, a veces cuando el mismo Thorin se veía ajetreado por el trabajo de ser, bueno, Rey, Bilbo tomaba su lugar y lo ayudaba. Era increíble el conocimiento sobre política que tenía, y disfrutaba mucho sus tardes-noches junto al hobbit.

Disfrutando de comida casera, una gran taza de té y conversaciones, que aunque fueran sobre el reino, siempre le entretenían.

— Bilbo ¿porque volviste a la montaña? Cuando te marchaste, todos pensamos que no volveríamos a verte.

— Bueno Fili, debía encargarme de Bolson Cerrado, esos malditos Sacovilla-Bolson se habían mudado a mi casa y vendido mis cosas, no podia solo dejarlo así — dijo sin quitar la mirada de los pergaminos.

El príncipe enarco una ceja entonces.

— Eso no responde a mi pregunta — y le sonrió. Bilbo entonces no tuvo que hacer mas que suspirar y dejó el pergamino de lado.

— No estuve más de dos meses en La Comarca, cuando me di cuenta que todos ustedes me hacían mucha falta... aun si apreciaba mi casa, ya no era mi hogar — el rubio palmeo la espalda del menor con una sonrisa llena de felicidad.

Bilbo podía clasificarse como una figura casi paternal. Aunque no era un viejo aburrido, como le decía a Thorin en broma, tampoco era una constante sombra tras de él, preocupándose de forma exagerada por su bienestar, como solía hacer Dís en su papel de madre.

Confiaba en el como guerrero, lo admiraba como príncipe y lo quería como a una familia.

Algo que, anteriormente, solo su hermano menor veía en el, ahora el hobbit también admitía notar.

Cánones de Belleza [Thilbo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora