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~Mark

Un fuerte dolor en mi cuerpo me hizo abrir los ojos solo para toparme con la sorpresa de que seguía en aquella habitación en la que me dormí o desmaye, aun no estoy seguro. Intente sentarme, pero una punzada en mi espalda baja me hizo quejarme y volverme a acostar, necesito salir de aquí y no puedo moverme. Increíble. Volví a intentarlo y cuando logré sentarme en la cama me fijé que llevaba mis bóxer puestos, detallé con lentitud la habitación clavando mi mirada en la puerta principal del lugar, viendo algunas sombras moverse por debajo de esta antes de ser abierta.

— ¡Hey! El bello durmiente ya despertó — dijo Leo sacando su cabeza hacia el corredor, el hecho de verlo me genero una mezcla de sentimientos amargos. — Ten, la otra ropa quedo en mal estado. Toma un baño y póntela.

— ¡¿Cómo diablos voy a bañarme si no puedo ni levantarme debido a ustedes?! — solté en un siseo molesto.

— La verdad, no me interesa solo hazlo y ven a la biblioteca cuando termines.

Fue lo último que dijo para largarse del cuarto y dejarme sintiéndome una mierda en ese lugar. A como pude y a lo que mi cuerpo aguantaba camine sosteniéndome de lo que estuviera al alcance, me tarde un poco, pero logre llegar al baño y meterme debajo de la ducha, gracias al cielo el agua estaba caliente y ayudo a relajar mis músculos. No me tarde mucho y con dificultad me vestí con la ropa que había traído Leo que constaba con una playera, un par de bóxer y unos pantalones grises.

Al salir note la puerta abierta y como si fuese un viejo salí lento de la habitación hacia la biblioteca, tomé aire y toque para escuchar un adelante. Abrí la puerta y al entrar lo primero que hice fue sentarme en uno de los sofás individuales del lugar pues no iba a aguantar mucho de pie.

— Toma esto, calmara el dolor — dijo Nora ofreciéndome unas pastillas y un vaso con agua.

— Gracias — susurré antes de tomarlas.

— Bien, te llamamos aquí para que sepas como cambia tu rol a partir de ahora dentro de la casa — la voz ronca de Edgar me hizo levantar la mirada con molestia — En la mesa está el nuevo uniforme que portaras junto con otros accesorios que nosotros vamos a decidir cuando los vas a usar. Tenías el rol de esclavo, pero después de discutirlo decidimos que serás nuestra mascota y espero de corazón que cumplas con todas las órdenes.

— ¿Mascota? — el mayor asintió mientras los otros dos seguían en silencio — No puedes hacerlo, hablare con tu padre.

— Hazlo si quieres, pero eso no cambiara nuestra decisión, Mark. — una sonrisa oscura se formó en su rostro haciéndome temblar — Ahora, ¿Por qué no te pruebas nuestro regalo?

Mire con temor la mesa en la que estaba una bolsa negra con letras doradas, el dolor había disminuido un poco por lo que no me costó demasiado moverme. Cuando saque lo que había arriba y lo desdoble mis ojos se abrieron de par en par, esto no era enserio, es que acaso no fue suficiente lo que hicieron antes. Era un vestido negro de tirantes con una falda diminuta. Con la respiración pesada continue sacando lo que quedaba en la bolsa y si el vestido me impresiono lo que había ahí me dejo helado, había algunas tangas pequeñas de varios colores oscuros y medias un poco largas de color negro.

— ¿Por qué me están dando esto? — mi mirada recorrió a los tres hermanos sin saber que buscaba.

— Dijimos que tendrías un nuevo uniforme, ese es.

— Deben estar jodiendo, no usare esto. No me humillare de esta manera — Leo y Nora soltaron un risilla mientras que Edgar negaba suavemente y apoyaba su cabeza en su mano.

— Rechazar un regalo es de muy mala educación, Mark. Al menos deberías probártelo, tal vez te hace cambiar de idea.

— Entiéndelo, Edgar. No me humillare ni frente a ustedes ni frente al resto de empleados en la casa.

— Nadie te está pidiendo que te humilles querido, solo que te lo pruebes y si lo que te incomoda es que el resto se burle de ti, descuida ellos están aquí para servir no para opinar y si escuchamos algo los despediremos. — dijo Nora tranquilamente.

— Claro como si eso fuese de gran ayuda — solté un poco bajo, pero sé que aun así lo oyeron.

— Bueno no tienes mucho de donde elegir, así que te daremos unos minutos para que te cambies y te pruebes eso. Si después de cinco minutos no sales entraremos sin importar que.

Mi respiración se detuvo cuando los tres pasaron a un lado mío dejándome solo en la biblioteca con la bolsa, realmente no quiero esto, pero no veo mucho caso negarse. Cuando volví a acercar mis manos a la bolsa estas temblaban como gelatina y es algo que me desagrada, con temor saqué el vestido y lo puse en la mesa mientras quitaba la ropa que traía puesta. Terminado eso me vestí con el "regalo" sin pensarlo mucho porque justo ahora comerme la cabeza no iba a mejorar nada.

Me sentía muy extraño, el vestido me quedaba justo por debajo del trasero, las bragas no cubrían mas que lo "necesario" y las medias apretaban un poco, aun así, al terminar me quede parado en el centro del lugar y hable alto para que volvieran a entrar, la puerta se abrió lo suficiente para poder ver a los tres pararse en seco y repasarme de pies a cabeza con lentitud y lujuria. Esa simple acción me puso aun mas incomodo e intente bajar un poco mas el vestido, la primera en acercarse fue Nora, ella me observo detenidamente sin tocarme ni invadir mi espacio personal cuando termino se sentó en un sofá detrás de mi y sus hermanos tomaron asiento sin quitarme la mirada.

— A pesar de tu altura te queda realmente bien, Mark.

— Bien ya lo vieron, ¿puedo quitármelo ya?

— ¿Enserio no te gusta? — la decepción en el rostro de Nora era visible, pero esto era demasiada humillación.

— No, prefiero vestir decente.

— Venga, no te estamos pidiendo que salgas a la calle vestido así, solamente que lo uses dentro de la casa — estaba a punto de responderle a Leo cuando Edgar lo callo.

— Esta bien, podemos cambiar el vestido por otras prendas.

— ¿Qué tipo de prendas?

— Oh. No sé, tal vez algunos crop tops, faldas o prendas de encaje. Con las ultimas te verías hermoso. — en definitiva, las ideas de Edgar siempre iban de mal a peor. — No lo había pensado, pero estoy seguro de que sería mejor si tuvieses más ropa aparte del vestido.

— ¿Sabes qué? Me quedo con el vestido, no hace falta que se molesten mas — dije con una sonrisa forzada, pero la idea ya estaba en la cabeza de aquellos tres y no saldría de ahí ni con una grúa.

— Yo digo que hay que comprarle mucha más ropa y elegir nosotros que usara a diario. — Genial esto no pinta para mejor.

— Estoy de acuerdo con Nora, será más interesante para todos.

— Bien, ahora que estas al tanto de todo puedes retirarte. ¡Ah! Casi lo olvido tus tareas se limitarán a nosotros ahora. Limpiar nuestras habitaciones, encargarte de nuestras comidas y nuestra ropa, de acuerdo.

— Si. — esto me estaba cabreando demasiado y necesitaba cambiarme.

— Cuando respondas hazlo con un "Si, señor" o un "No, señor" ¿Lo entiendes? — la sonrisa en el rostro de Leo demostraba cuanto lo disfrutaba.

— Si, señor. Con permiso.

— No vayas a cambiarte, si lo haces tendrás un castigo.

Sin decir más salí de la biblioteca para dirigirme a la cocina y desayunar algo pues con todo esto no había ni podido comer. Entre en la cocina nervioso de que alguna de las empleadas dijera algo o me miraran raro, pero para ellas fue de lo mas normal, como si sucediera a menudo, me saludaron como siempre y colocaron un plato de comida en la mesa para mí. Les agradecí con una sonrisa y luego de eso se marcharon para hacer sus deberes. Me quede quieto un momento pensando y no se si sentirme bien por no ser juzgado o asustarme por la normalidad con la que ellas lo tomaron.

Esclavo +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora