ASHER #killer 01 ✔️

D I E C I S É I S

CAMILLE.

Mis pasos son apresurados para evitar mi evidente presencia frente al psiquiátrico.

Resulta, que mi padre hoy no trabaja, tenía que ir a París por unos asuntos... Algo personales.

¡Y claro que aprovecharía está oportunidad!

Las puertas enormes y grises se abrieron unos segundos luego de que el coche fue visto por las cámaras de seguridad.

Papá no faltaba ni un día a su trabajo y menos sin su coche, eso era suficiente para que me dieran el acceso de entrada al lugar. No sabía muy bien que hacía en este lugar, solo fue un pequeño impulso que tomé. Claro que tenía planeado visitar a mi objetivo algún día pero ese día se adelantó.

Y tú me vas a decir.

¿Camille tu estas estúpida? ¿O nomás te haces? ¿Que haces por allá?

¡Ey!

Vaaaale, eso te lo diría yo, en realidad ya te lo dije, pero de pana, ¿Que haces por allá?

Desde aquella "plática" con Evan no he parado de pensar en sus palabras y en lo que respecta a mi visita en este lugar. Necesitaba saber cómo me conocía, como sabía de mí, porque estaba claro que mi padre jamás le diría a un demente psicótico el nombre de su hija y mucho menos como se ve.

Tomo una pinza haciendo un movimiento ágil para recoger mi cabello en una especie de moño, ajusto mi bata y suelto un suspiro antes de bajar del auto.

Mis tacones resuenan por el lugar mientras avanzo hacia la entrada con normalidad.

Esto no es algo que había planeando por el camino aquí, desde el momento que papá me arrastró hasta afuera. Y, desde el momento que Evan me habló directamente algo dentro de mí me inquietó a verlo nuevamente. Así que sé exactamente qué hacer.

¿Recuerdan la vez que vine con mi padre? Ahí me enteré que la vigilante del lugar. Y, también la que les da a los psiquiatras las tarjetas de ingreso a las habitaciones de los pacientes, sale a cada 15 minutos a merodear el lugar mientras se come unas cuentas donas.

Así que solo tenía 15 minutos para lograr llegar a Evan o todo se iría al caño, pero al caño más profundo, sí,sí.

Me escondí detrás de un arbusto a esperar, miré el reloj en mi muñeca, ya casi daban las tres en punto.

Hora de que alguien coma una dona y desgraciadamente no somos nosotras.

La mujer de unos cuarenta y algo de años miró una vez más las grandes cámaras frente a ella viendo con atención a los pacientes. Yo aproveché y le di una ojeada buscando a Evan pero no parecía estar.

Vaya, primera jugada en nuestra contra.

La señora se levantó de su silla y caminó hasta la entrada, tuve que agacharme para que no me viera cuando pasó por mi lado pero logré perderla de vista.

A paso rápido llegué a la habitación pequeña donde antes estaba aquella mujer, me acerqué a las cámaras mirando con atención una por una, no hacía falta deducir quien era, ya tenían números los pacientes.