Final

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Colgué la llamada y me balanceé en los columpios durante un rato, Bokuto se acerco a mi lado y se sentó en el otro columpio mientras mirábamos las estrellas y nos columpiábamos.

- ¿Era tu madre?

-Sí, le he dicho que me quedaría en tu casa hasta mañana.

-Creo que le caigo bien -rio.

- ¿Sinceramente? Ya estará imaginándose la boda -reí.

-Algún día Keiji, algún día... -susurró tan débilmente que casi no lo escuché.

Alzó la vista mirando hacia el cielo nocturno, contemplando las estrellas que se podían ver en el cielo.

-Las estrellas son hermosas, ¿no crees?

-Sí, realmente hermosas -dije ensimismado en la imagen de Kotarou, en sus ojos ámbar brillando y con una expresión de serenidad en la cara.

-Oye, ¿dónde están Kenma y Kuroo? -dije al comprobar que la banca donde estábamos antes estaba vacía.

-Ha llamado el padre de Kuroo, querían que volvieran ya, así que se han tenido que ir.

-Entonces, ¿nos vamos a casa?

-Sí, además de que tienes que elegir película, y a poder ser que no sea triste como la última vez, no quiero ver de nuevo esos bonitos ojos tuyos hinchados de haber llorado tanto y con tus mofletes también hinchados y rojitos -hizo una pausa- Mentira, si quiero, estabas muy lindo.

-Vete a la mierda Kotarou -emprendí el camino hacia su casa.

-¡Akaashi! ¿¡No me digas que te enfadaste por eso!? -le ignoré- ¡Te lo suplico! ¡Perdóname! -no podía aguantar la risa así que estallé a carcajadas.

-¿Cómo podría enfadarme contigo Kou? Vamos a darnos prisa para llegar a casa.

Seguimos caminando, los dos cogidos de la mano junto con un leve sonrojo en mis mejillas, parecía que estaba viviendo un sueño.

Llegamos a la casa de Kou y mientras él se duchaba yo estaba en su cuarto, me encantaba su habitación, era totalmente él, era como si su esencia estuviese impregnada en aquel cubículo olor limón.

Un pequeño frasco en su estante llamó mi atención, eran unas pastillas, me preocupé, ¿qué le pasaba a Bokuto?, ¿Estaría bien?, ¿Sería grave? Mis pensamientos se vieron interrumpidos por las afiladas palabras de Konoha aquella mañana, ¿y si él tenía razón? No, no podía ser, era imposible, Bokuto no le haría daño ni a una mosca. Estaba sobre pensando, sí, seguro que era eso, seguro que era otra de mis paranoias, tenía que ser eso, porque Bokuto es muy buena persona, ¿no?

-Keiji, tenemos que hablar.

La sangre se me había congelado, ¿Bokuto había estado mirándome sin haberme dado cuenta?

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La sangre se me había congelado, ¿Bokuto había estado mirándome sin haberme dado cuenta?

-Akaashi, ven, siéntate -daba palmaditas en un sitio junto a él, me acerqué-. Hay... hay cosas que te debería de contar Keiji, si no lo hago, sentiría que te estoy mintiendo y no podría ni mirarte a los ojos. Me refiero, estamos saliendo, no te puedo ocultar este tipo de cosas porque me hace sentir realmente mal, y al igual que estoy comando en ti, yo también quiero que confíes en mi y me cuentes si tienes problemas -me cogió la mano y empezó a acariciarla- Siento que si te digo esto te vas a alejar de mí, -sus ojos se cristalizaban- y no, no quiero eso Keiji, no quiero que me abandones tú también -se le empezó a cortar la voz- tú eres como mi mundo Keiji, no sé qué haría si llegase a perderte.

the boy who never felt [bokuaka]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora