✿|Capítulo IV|✿

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El camino era silencioso, sólo se podían escuchar algunos coches que pasaban por la zona y algún que otro maullido. Llegamos a su casa, abrió la puerta y me acompañó hasta la habitación, me dejó allí un momento y dijo que iba a ir a por algunas cosas; no sin antes comprobar que estaba mejor.

Mientras que Bokuto no estaba pude ver su habitación, tenía muchas cosas relacionadas con el voleyball, se notaba que le apasionaba y que si podía dedicaría su vida a ello. Su habitación estaba un poco desordenada, pero no me importó, me tumbé en su cama, olía a Bokuto, eso de alguna manera me reconfortaba mientras que él no estaba allí.

Llegó a los pocos minutos, con una manta amarilla y gris, una botella grande de agua, unas golosinas, un portátil y el peluche de unicornio. Se acurrucó a mi lado y puso la manta encima de nosotros, me abrazó mientras que yo estaba llorando en silencio junto a él.

-Akaashi, ¿podrías contarme qué te pasó? Si puedes claro.

-Bokuto-san, yo -la voz se me iba desgarrando poco a poco-, antes vivía en Kioto, era feliz allí, tenía un equipo de voleyball, me iba bien en los estudios, tenía amigos, era muy feliz... pero todo se empezó a desmoronar. No sé qué hice mal, ¿qué hice para merecer el trato que recibí allí? No sé cuando empezó, ni por qué, pero si recuerdo que me acusaban de acostarme con el entrenador, que por eso era titular y capitán del equipo, que seguro que era por eso porque "no tenía nada bueno". Me empezaron a decir de todo, y a veces hasta me llegaban a agredir -sentí cómo Bokuto me abrazaba-. Un día, estaba hablando con una chica que me caía bien y no me había hecho nada malo, pensaba que podía confiar en ella, pero me equivoqué. Se acercaron por detrás y me dieron con algo en la cabeza, perdí la consciencia -tuve que parar para poder respirar un momento e intentar secarme las lágrimas-. Cuando desperté, estaba en el almacén que había detrás de la escuela, casi nadie iba nunca, se podría decir que estaba abandonado; estaba atado y había muchas personas grabando. Unos de mis compañeros de equipo se acercaron y me empezaron a desvestir, me violaron mientras que pedía cómo podía ayuda, gemía de dolor y lo único que hacía la gente que grababan era eso, grabar y reírse, no hacían nada más. Estuve llorando y gritando mientras lo hacían, se iban turnando para desquitarse conmigo, ¿qué hice mal? ¿Qué hice para merecer eso? -lloré amargamente-. Cuando un profesor llegó y vio el escándalo, ¿sabes qué hizo? Se unió, pensaba que me iba a morir allí mismo, siguieron durante horas y yo estaba atrapado en ese infierno, sin poder hacer nada. Del cansancio, perdí la consciencia y cuando desperté, seguía allí, se habían ido todos, me habían dejado allí, inconsciente, casi sin signos vitales, desangrándome, me dejaron tirado allí, como si no fuese nada, como si no valiese nada... Intenté desatarme, pero no pude, pedí ayuda, intenté gritar, pero las fuerzas abandonaban mi cuerpo. Doy gracias a Dios que la señora de la limpieza pudo oír uno de mis lamentos. Me encontró y llamó a la ambulancia, en el hospital me hicieron muchas pruebas y cuando terminaron me dejaron descansar. A la mañana siguiente me desperté y cogí mi teléfono, no sabía ni que hora era. La pantalla de mi teléfono estaba llena de notificaciones; abrí uno de los chats que tenía, y lo que me encontré me hizo revivir todo lo del día anterior, el video de lo que me hicieron estaba por todas las redes posibles, se sintió como un balde de agua fría. Lloré muchísimo hasta que llegó mi madre, se abrazó a mí, y me intentó consolar como pudo. Esa mañana, tuve que relatarles a los policías todo lo que ocurrió. Eso pasó el año pasado.

Bokuto no sabía cómo reaccionar, no decía nada, pero me mostró su apoyo a través de sus abrazos.

- ¿Y el chico que hemos visto hoy? ¿Cómo es que no está en la cárcel?

-Ese chico fue uno de los que me hicieron eso. No encarcelaron a ninguno, sólo al profesor, a los demás los dejaron libres sólo porque "eran menores de edad". Me destruyeron y sin embargo no les hicieron nada, no tuvieron consecuencias, no sufrieron, nada. Mi madre y yo vinimos aquí para intentar empezar de cero, pero me ha encontrado, no sé qué voy a hacer. Y ahora que te he contado esto comprenderás porqué ya no soy capaz ni de coger una pelota sin ponerme malo en el intento.

-Akaashi, no pienso dejar que te haga daño, no pienso dejar que nadie te haga daño. Te protegeré, te lo prometo. Estoy aquí para ti, el equipo y yo estamos aquí para ti, no lo olvides. Si se meten con un búho, se meten con todos.

Para alegrarme un poco pusimos una película, mala suerte porque no me gusta la comedia y sí las películas de llorar. Pero como me enseñaron en matemáticas, negativo por negativo, positivo; no tenía nada que perder.

Vimos una película que se titulaba "All the bright places", lloré mucho al final, aunque Bokuto estaba peor que yo, se me abrazaba a mí como si fuera un perrito mientras lloraba amargamente en busca de un poco de amor. Sin darme cuenta, nos quedamos dormidos abrazados el uno al otro.

Me desperté, aunque todavía era de noche, Bokuto no estaba a mi lado, seguramente se había levantado a tomar agua o para ir al baño, espero, aunque no llegaba, me empecé a preocupar hasta que oí la puerta abrirse, una mano pasó por mi cabello y me...

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Me desperté, aunque todavía era de noche, Bokuto no estaba a mi lado, seguramente se había levantado a tomar agua o para ir al baño, espero, aunque no llegaba, me empecé a preocupar hasta que oí la puerta abrirse, una mano pasó por mi cabello y me acarició el rostro.

-Te quiero Akaashi, no dejaré que te dañen más.

Era la voz de Bokuto, me tranquilicé, aunque mi corazón decía todo lo contrario, iba a mil por hora o más, y solo por dos simples palabras "Te quiero". La segunda parte me desconcertó un poco, pero sentí que lo decía de verdad, me sentía seguro con él a mi lado, era muy afortunado al tenerlo allí conmigo. Se tumbó a mi lado y me dio un beso en la frente mientras que me acurrucaba contra su pecho.

A la mañana siguiente me desperté antes que Bokuto, los rayos de sol que se filtraban por las cortinas le bañaban la cara, haciendo que su piel blanquecina reluciera. Su pelo, estaba hacia abajo y revuelto, estaba muy atractivo. Un pequeño pensamiento se me cruzó por la mente, "Me gustaría ver esto todos los días".

-Bokuto-san, ya es hora de levantarse -le di pequeños toquecitos.

-C-Cinco minutos m... -se quedó dormido de nuevo en mitad de la frase.

-Te lo has ganado -le empecé a dar besitos por toda la cara, si no se podía por las buenas, sería por las malas.
Bokuto empezó a abrir los ojos.

- ¿Qué es esto? ¿El cielo? -me abrazó y me empezó a dar mimos a mí también.

-Bokuto-san tenemos que levantarnos, recuerda que me tengo que ir a casa -esto hizo que Bokuto abriese los ojos de golpe y se alarmó.

- ¡Es cierto! ¿Qué va a pensar de mí tu madre? Ay dios mío ayúdame.

Nos levantamos y desayunamos unas tortitas que había preparado Bokuto, no eran las mejores, pero al menos se podían comer, al menos no había incendiado la casa.

Caminamos hacia mi casa y cuando llegamos a la puerta me despidió con un beso. Me quedé estupefacto.

-Akaashi Keiji.

Esa voz sería mi perdición si las cosas no salían bien.

the boy who never felt [bokuaka]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora