Introducción

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Las llamas en la enorme chimenea del salón casi se han apagado, la madera está roja y su crepitar llena el silencio. Lionel juega con su copa, sentado a lado de la fuente de calor. Mira fijamente el tablero que sus hijos han dejado sin guardar, las piezas intactas desde que se fueron a dormir. Repasa en su mente cada uno de los movimientos que sus hijos hicieron, las sonrisas en sus rostros al disfrutar de ese tiempo juntos; observa el resultado, como Lex ha logrado tomar más piezas que Lena, pero ella ha estado a un movimiento de acabar con su rey. Supone que por eso Lillian los ha mandado a dormir tan rápidamente.

Suspira, sintiéndose repentinamente enojado, y de un trago se termina lo que le quedaba de vino.    

En una semana será el cumpleaños número dieciséis de Lena.

En una semana...

Se levanta de su silla y se dispone a irse, pero antes de dar un paso sonríe, pretencioso, y se dirige al tablero, toma la torre de su hija y realiza el último movimiento, aquel que le fue negado a Lena, derriba al rey de Lex y coloca a la torre en su lugar. Tira el resto de piezas y se va, orgulloso. 

Cuando Lillian entra al salón unos minutos después es la torre la única en recibirla. Esa noche Lillian no durmió con él.

Lionel nunca durmió tan bien.


La Llave EsmeraldaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora