V.- Escalofríos y el sudor frío de un animal acorralado.

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Tras el forcejeo contra las plantas y tras sobrevivir un encuentro directo contra una, el pequeño conejo se ve ahora rodeado por al menos cinco goblin. Criaturas que no solo le doblan la estatura, sino que le superan por mucho en cuanto a fuerza física.

1RA PARTE.

Fue solo entonces que los miré acercarse a mí que me di cuenta, me encontraba completamente aturdido. Tanto mi sentido del oído, olfato e incluso la coordinación de mi cuerpo se habían visto afectados tras haber estado dentro de la planta carnívora. Tantos golpes a sus paredes estomacales y el haber sido arrastrado por sus vainas me afectaron más de lo que pensé, incluso el líquido en el que cubrió me había dejado mal, no solo puedo sentir como la piel me ardía, sino que ahora estoy impregnado de un olor a cítrico tan fuerte que no puedo oler nada más.

Mierda... ¿Por qué tenía que encontrarme en esta situación justo ahora? Claro, no es como que la naturaleza esperaría que me encontrara bien para mandarme tanta mierda junta, pero al menos podría ser un poco menos cruel conmigo.

Mientras me encuentro inerte en mis pensamientos, los cinco goblin alcanzan mi posición, rodeándome.

Mi cuerpo no está reaccionando como quisiera, me pesan las patas y apenas puedo sostenerme

Uno de los goblin se acerca más a mí, al punto de que ahora sí me es posible sentir su asqueroso olor. Una combinación entre tierra, sudor y orines.

Me concentro en mantenerme de pie y no caerme, el goblin que se me acercó levantó su mano derecha, dejando ver que llevaba un garrote de madera. Se estaba preparando para darme el golpe de gracia.

¡Debo huir rápido! ¡No quiero morir, no otra vez!

No quiero morir, no quiero morir, no quiero morir, no quiero morir, no quiero morir, no quiero morir, no quiero morir, no quiero morir, no quiero morir, no quiero morir, no quiero morir, no quiero morir, no quiero morir, no quiero morir, no quiero morir, no quiero morir, no quiero morir, no quiero morir, no quiero morir, no quiero morir, no quiero morir, no quiero morir, no quiero morir.

Ése mismo pensamiento corría por mi cabeza una y otra vez, y como si el tiempo comenzara a ir más lento comenzaba a percibir lo que ocurría a mí alrededor mucho más lento de lo que lo percibía. El movimiento de las ramas de los árboles, el revoloteo de las aves que se encontraban a lo lejos, también comenzaba a escucharles. El latir de mi corazón, que a pesar de la condición en la que me encontraba estaba a mil por hora sin exagerar, incluso comencé a percibir cuando esos asquerosos goblin respiraban.

Ahí estaba una vez más, a punto de perder la vida una vez más a manos del ser más feo que haya visto nunca y.

No quiero morir.

Silencio.

...

...

¡Kieeh! —Gritó el goblin mientras caía sobre su espalda junto al garrote que soltó de repente.

Se cubría la mejilla izquierda, mientras sangre corre esta.

Delante de él estaba un conejo que en solo un día había sido acorralado y tenido su vida en peligro más veces de las que le gustaría a cualquiera.

No pienso morir.

El conejo que por simple adrenalina era capaz de sostenerse, después de casi ser convertido en abono para plantas y que ahora se encontraba rodeado de criaturas que también lo quieren asesinar, se levantó.

Cuando el goblin del garrote estaba en posición para darle un golpe de gracia, se levantó de un salto, listo para apuñalar con su cuerno a lo que sea que se le pusiera enfrente, y por suerte para "Garrote" que logró moverse a último momento, no había acertado el golpe que iba para su garganta.

Ah! Soy un conejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora