1. La vida de un superhéroe

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Narrado por Tristán Thorson

...

Habían pasado unos cuantos meses desde que todo había vuelto a la normalidad. Nunca nadie nos agradeció apropiadamente y, la verdad, agradecía eso. Quiere decir que nadie nunca notó que nuestros padres fallaron momentáneamente y, para mí, era más satisfactoria la paz que el reconocimiento.

Mi hermana no pensaba lo mismo. Lo veía ahora, mientras subíamos el elevador hacia el último piso de la torre que ahora llamábamos hogar. Podía leer la frustración en su semblante. Me preocupaba. Sabía que era quizá la persona más fuerte que podía conocer, sin embargo, para mí siempre sería mi hermanita pequeña y me preocupaba.

El elevador sonó y me distrajo de la nube de pensamientos que me agobiaban. Un humo verde me golpeó la cara y mi mano derecha voló como reflejo al martillo que estaba en el suelo junto a mi, haciéndolo volar hacia mi mano.

-¡Sorpresa!- Gritaron voces conocidas al unísono y me relajé un poco. El humo se disipó justo a tiempo para revelar a todos mis amigos reunidos en aquella sala, con un cartel que decía 'felicidades' detrás de ellos.

Sonreí de inmediato, un poco confundido, y dejé de nuevo el martillo en el piso de aquella habitación. Mi prima se acercó a mí con su vestimenta y corona verdes. Cada día que pasaba le encontraba más parecido a Amora, su madre, pero en una versión más gentil. O al menos un poco menos agresiva.

-Artemis- fue todo lo que le dije sonriéndole. No sabía qué más decir. Tenía en sus manos una pequeña caja.

-Feliz cumpleaños, Emperador Supremo Serenísimo- hizo una reverencia sarcástica. Era una pequeña broma familiar. Sabía que en algún momento me convertiría en rey de Asgard y estaba convencida que era su trabajo causarme ansiedad sobre eso hasta el día en que asumiera el trono.

La abracé ignorando la caja por un momento. Desde que Cyprian se había ido del planeta, me sentía responsable por su bienestar a como veía por el de Torunn. Nada les pasaría a esas dos mientras yo respirara, y eso lo podía firmar donde fuese.

-Me estás asfixiando- dijo ella con dificultad y la solté.

Ok, casi nada les pasaría.

-Lo siento- respondí alejándome.

-Este es tu regalo- sonrió ella de nuevo y me tendió la caja. La tomé, no pesaba mucho.

-Gracias- le dije aún sin ver el contenido.

-Por nada, ahora, iré a darle su regalo a Torunn. Recuerda que aquí todos son frágiles, trata de no asfixiar o romperle un hueso a alguien mientras lo abrazas, ¿si? O al menos, no rompas a mi novio.

Simplemente sonreí y asentí. Miré a mi alrededor, todos estaban ahí.

Al menos, todos los que habían decidido quedarse.

Durante estos meses, nos habíamos reducido a casi la mitad de los que habíamos sido antes. Muchos habían decidido irse por cuestiones personales y otros habían sido llamados al deber. Cyprian fue el primero en partir, no aguantaba la culpa por cómo trató a su hermana cuando estaba bajo el control mental de Evelyn, y se enlistó en Asgard como Jefe de Guardia, una posición as mi parecer muy cuestionable para darle a un truquero, pero no era mi decisión. No aun.
Puso millones de kilómetros entre ellos sólo para no enfrentarse a sus demonios.

La siguiente en irse fue Luna, aunque nunca supimos realmente cómo ni por qué. Simplemente un día ya no estaba, y no pudimos encontrarla aunque la buscamos por todos los rincones del planeta, y de los planetas que creímos que visitaría. Simplemente se desvaneció como si nunca hubiera existido.

Fracture (Young Avengers 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora