Estrellas

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"Maldito bastardo." Hange siseó, sintiendo su mejilla arder justo donde uno de esos bastardos la golpeó luego de llorar cuando Levi se fue.

Suspiró mientras se dirigía su habitación, demasiado cansada como para ir a ver a Erwin y darle su reporte de esa noche. Aunque, no había nada que Erwin no supiera sobre su peculiar situación.

Con cada paso que daba, su cuerpo se sentía como el infierno, sus caderas pidiendo por descanso, sintiendo un agudo dolor a través de ellas, Hange solo quería dormir. Olvidar todo lo que había pasado esa noche, la mirada llena de ira y tristeza de Levi cuando la encontró en ese cuarto, el momento exacto en el que sus ojos parecían morir cuando Erwin y Mike le impidieron salvarla, el delicado "Lo siento" que le dio.

Un desastre total.

Hange entró a su habitación sin encender la candela, quitándose la ropa que llevaba encima-

Oh.

"¿Observar a la gente desde la sombra es su nuevo pasatiempo, capitán?" Preguntó, dándole la espalda al nuevo intruso.

Levi, desde la esquina de la alcoba, respondió, "¿Qué mierda fue todo eso, cuatro ojos?"

Genial, justo lo que necesitaba. "¿De qué estás hablando?" antes de que Levi pudiera discutirle, Hange añadió, "¿No fue suficiente para ti? Yo pienso que fue un muy buen show."

Una risa amarga escapó de su garganta. Podía escuchar sus pasos acercándose, "No hagas preguntas a las que no quieres saber las respuestas, Levi." Finalizó en un quieto susurro.

Cuando Levi estuvo cerca de ella, la rodeo por la cintura, siendo cuidadoso con cualquier golpe que pudiera tener, descansando su cabeza en su espalda, escuchando el placentero sonido de sus latidos, sintiendo su calidez, calmando todo lo que sintió en aquel momento. Hange colocó sus manos sobre las de él, acariciándolas suavemente, retirando cualquier resto de ansiedad que pudiera tener, Levi solo redujo la distancia lo más que pudo.

"No tienes que hacer esto." Levi susurró después de unos momentos de silencio.

"Si, si tengo que hacerlo."

"Pero- "

"No, Levi." Hange le interrumpió. "Soy yo o las cadetes más jóvenes." Se giró para verle a los ojos. "No me pidas que las condene a esto."

La respiración de Levi se detuvo por un momento.

"...por qué?" preguntó en un tono que casi sonaba como una plegaria.

Hange le regaló una triste sonrisa, "Cuanto menos sepas, mejor, capitán."

Y fue cuando recordó a su madre, todo lo que tuvo que hacer para sobrevivir en el subterráneo, día a día, todo el dolor y vergüenza que tuvo que pasar para mantenerlo con vida, para hacer de Levi el hombre que es hoy, no podía evitar verla en Hange. Aquella vez no pudo salvar a su madre, la mujer que alguna vez lo amó. Tuvo que ver como su vida se iba poco a poco, él incapaz de hacer algo, la última despedida entre ellos, el primer adiós que enfrentó.

Esta vez era diferente, haría todo lo que estuviera en su poder para mantenerla a su lado.

Ah, si solo ella no tuviera que hacer eso.

Respirando profundamente, la miró a los ojos, dentro de ese oscuro cuarto se podían leer palabras en los rostros de ambos que ninguno de ellos se atrevía a decir combinado con la preocupación de Levi, la felicidad y aprecio de Hange de tener alguien como él en su vida. Cientos de promesas y expresiones bailaban dentro de Levi, luchando por salir y al fin ser gritadas al mundo, esperando que sean aceptadas por quien ahora tenía en frente, pero eran demasiado tímidas, Levi esperaba que ella pudiera ver todo eso reflejado en sus ojos.

Era una conexión que por mucho era lo mejor que podían tener, mejor que cualquier otra, mejor que el sexo, que hablar, casi tan bueno como lo era besarla; apreciar sus ojos era una de sus actividades favoritas, la forma en la que se iluminaban cada vez que le veía, o aquel tiempo cuando se conocieron por vez primera hace tres años...ah, una de sus recurrentes memorias. Tan solo, ¿cuántos secretos se ocultarán detrás de esas hermosas pestañas?

"¿Hange?" su voz era baja y calmada, esperaba que eso no rompiera la perfecta atmosfera que habían creado.

"¿Hm?" Hange apenas replicó.

"Aún me debes un baile."

Hange solo dejó salir una pequeña risa, y ese fue el sonido más hermoso que Levi pudo escuchar, en ese instante la Hange que conocía al fin regresó, él pudiendo apreciar esos ojos que con su brillo le dejaban atontado cada vez que los veía, aquella sonrisa que ni siquiera el diamante más costoso le podría hacer frente.

No tenían música o buena iluminación, pero el cantar de los grillos, el suave ruido del viento y la delicada brisa que golpeaba las hojas de los árboles creaban la perfecta sinfonía, la luna como un eterno testigo de lo que hoy se declaraban, los astros en el cielo llenando la habitación solo con la perfecta cantidad de luz, Levi se preguntó si estar entre estrellas podría alguna vez compararse a bailar con ella.

Estaba seguro que no sería ni la mitad de fascinante que compartir esto con Hange.

Hange le abrazaba del cuello, guiándolo, dos luceros adornaban ese rostro que él ya conocía muy bien, acercándola lo más que podía por la cintura, sintiéndole...una risita que escapaba de sus labios.

Ah, ¿acaso era posible enamorarse de la misma persona una segunda vez?

Levihan One-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora