Buenas y Malas Decisiones (Parte I)

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Amelia

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 Mariposa nocturna de suerte perdida

Llevas la dignidad dormida de una fiera, que lucha y sueña

Con amores castos y sinceros

Que tienes como única posesión tu cuerpo

Y como maldición la tentación de sus formas voluptuosas,

Y un rostro divino de ángel caído,

Te vendes cara esperando alguna vez regalarte.

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La vida se escurre de nuestros cuerpos como las lagrimas que se derramas de unos ojos tristes y es así, sin sentir, que te vas quedando vacía hasta que eres solo un cascaron de algo que alguna vez fue alguien.

Huele a sexo, a perfume francés y a sal. El aroma a lágrimas ya secas que escocen los recuerdos y arde en lo más profundo de su alma flota en el aire. Los olores se mezclan con viejos recuerdos, pero también con una realidad avasalladora de un presente que es tan  grato como la más oscura pesadilla.

Mariposa nocturna de pasiones inciertas

Perfumada de olores clandestinos,

 De amores prohibidos e hipócritas

Danzas por las calles buscando amor y solo encuentras los vicios del sexo.

A sido brutal… mucho mas que el peor de sus recuerdos, tanto que le a abierto las pocas heridas que con los años habían logrado borrarse, haciendo que el cuerpo le duela destrozado por la carnicería de la que a sido victima.

Rota y herida se aferra de las sabanas manchadas aquí y allá con su propia sangre e intenta contener esas ansias crecientes de querer terminar con su vida de una buena vez para dejar de sufrir, pero  incluso para eso le falta valor y no sabe si eso es bueno o malo, cuando no le faltan motivos para querer terminar con su suplicio.

Temblorosa se levanta de lio de sabanas y camina a tropezones al cuarto de baño. Teme verse al espejo y no reconocer el despojo en el que se a convertido, por eso aprieta los ojos y avanza a la ducha con pasos torpes, aferrada a aquel pedazo de tela con el que cubre su desnudez.

Abre la llave del agua caliente y la deja correr hasta que el vapor satura el ambiente, solo entonces toma valor para dejar que la sabana se deslice de su cuerpo. El chorro de agua le quema la piel al contacto haciendo que le arda, pero no dice nada solo aprieta  los dientes. Se talla con fuerza el cuerpo hasta que le duele tanto que no puede hacerlo más y se derrumba en el piso, por tanto tiempo que no puede decir si han sido minutos u horas completas.

En su dolor a veces piensa que todo es su culpa y se aborrece por ello. Muchas veces a deseado con todas sus fuerzas ser otra. Quizás siendo distinta, con otro cuerpo y otra cara, no tentaría a los hombres, no despertaría en ellos el instinto animal o el deseo, no provocaría que la tomaran con tal ardor que le quema la piel y la hiere con el salvajismo primario que la vuelve un trozo de carne sin humanidad.

Se obliga a levantarse, pues su trabajo aun no esta hecho y alguien, tiene que pagar por la miseria en la que se convirtió su vida.

Seca su cuerpo sin atreverse a todavía a mirarse, lo hace a ciegas más con el conocimiento del dolor que despierta con cada roce. Con la toalla húmeda limpia el espejo empañado por el vaho, su mirada evasiva sube lentamente hasta encontrarse cara a cara con la realidad  y es junto en ese momento con el cuerpo desnudo, cuando ve como su piel blanca se ha convertido en un mapa de manchas rojas y moradas. Tiene el labio inferior roto y tan hinchado que deforma sus finas facciones.

En El Nombre Del PadreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora