En El Nombre Del Padre

Draco, Cambiando El Mundo

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Draco, Cambiando El  Mundo

El mundo cambia en un suspiro, se transforma con el soplo del viento fresco que remueve el olvido; con el calor de una nueva mañana, de la misma manera que se lleva el frio de la lejana noche y trae consigo la promesa de un futuro distante… Cambia el mundo como crecen las flores de los campos verdes y luego se secan y marchitan, antes de empezar de nuevo y seguir cambiando el calor en frio, el frio en viento, el viento en olvido, el olvido en nada.

Hace algún tiempo había creído que el mundo cambiaba a su alrededor mientras que ella seguía igual todos los días, sin importar las maravillas o fenómenos que se obraran a su alrededor ella era la misma, ni más ni menos, exactamente la misma. Pero de eso habían pasado ya un par de años y en aquel entonces no se había topado en su camino con  ningún Malfoy, al menos no de manera tan intima.

Durante el día, ya no se cuestionaba mas si había sido incorrecta o inapropiada la relación que había sostenido con Lucius por meses, como tampoco se preguntaba si había sido un error su ruptura con Draco.    

Pero por las noches, cuando estaba a solas y parecía que el vació de su departamento quería engullirla de un solo bocado, las cosas cambiaban.  Porque entonces tenía que cargar con el peso de sus fantasmas y con el frió de su cama; era ese momento cuando  las dudas le asaltaban para robarle la calma; logrando que su corazón se encogía por la intensidad de sus  recuerdos, los deseos y la ausencia de alguien que aplacara el calor de su vientre y el frio de su cuerpo.

Era en la soledad y el frio de la noche que las ausencias calaban más hondo. Cuando se revolvía entre las sabana sin poder dormir, sofocada por el calor intenso de sus recuerdos.

No era que en las noches se arrepintieras de sus actos o sus decisiones, pero sin duda era cuando más resentían las prematuras partidas, era cuando se aferraba a lo que tuvo e inevitablemente la añoranza la asaltaba.

No recordaba cuantas noches, sus nítidos sueños le traían una agitada travesía por sus ayeres, llenándola de anhelos por todas esas noches de pasión hasta muy entrada la madrugada. Entonces la soledad era más avasalladora cuando pensaba en sus besos, en esos labios trazando caminos ardientes sobre su piel, desde su cuello, pasando por el monte de sus senos y las planicies de su vientre antes de perderse entre sus piernas y sentir como se forma su placer en cada movimiento de su húmeda lengua.

Fue en esas tantas noches que descubrió que ella también cambiaba, que no era la misma, que era una mujer completamente distinta. Se sentía deseada y poderosa,  yo no se sentía intimidada o tibia, ahora era fuego y estaba segura que si bien todo podía acabar un día, no se arrepentía de nada.

Descubrió en sus brazos un mundo nuevo, lleno de matices, se encontró en el placer del sexo y los vicios del amor. La dejaron volar por vez primera en el vertiginoso cielo y descubrió esa parte de sí misma que no sabía que tenía. Más eso era poco comparado con todo. Porque nada es tan simple como parece, mucho menos tratándose de ella.

Sin duda había sacado en claro algo. Los Malfoy habían marcado su vida de muchas maneras y contrario a lo que la mayoría de las personas pudiera opinar de ellos, era fácil amarlos.

Ni Lucius, ni Draco, creían en el amor, eso lo tenía mas que claro, pero aun cuando negaran la existencia de ese estúpido sentimiento que solo muestra debilidad -según ellos- Ambos demostraban que ella era importante en muchos sentidos y de tantas maneras que no necesitaba de palabras que pudieran tipificar su relación.

Quizás resultaba un poco enfermo pensar que estuvo por el hijo y el padre, pero le gustaba pensar que era el destino -Por mucho que a veces dudara de él- Ella de ningún modo había previsto que se enamoraría de Draco, mucho menos que sería su prometida. Y del mismo modo tampoco planeo que Lucius pudiera confundirla de tal forma que cayó en sus encantos casi sin darse cuenta -casi-