6. Celos maternales

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El viaje a la oficina de Mitsuha fue agradable. Como era sábado había menos gente en el tren que un día normal de lunes a viernes. Taki aprovechó de contarle de su vida de los últimos cinco años, sus experiencias artísticas y muchos detalles que llenaron de admiración a la chica.

Ella le contó que los dibujos que él había dejado en sus cuadernos en Itomori la impresionaban. Lo malo para ella habían sido las clases de arte. En una ocasión tuvo que continuar una tarea de dibujo que Taki había comenzado. La profesora de arte casi se infartó cuando ella entregó el trabajo completado, el que Taki había iniciado pero que ella tuvo que terminar. La profesora le dijo que al principio iba tan bien encaminada, que no entendía porque ella lo había arruinado de esa manera al final. Ese día de verdad que lo había odiado, pero ahora veía que en realidad era ella la no estaba a las alturas del talento artístico de él.

Taki le confesó que él tampoco se sentía a la altura de ella en otras áreas. Él no se veía siendo capaz de negociar ni ser un ejecutivo para atender personas o negocios. Lo suyo no eran las relaciones personales.

—Tal vez ese es el secreto. Somos dos hilos diferentes, pero que podemos complementarnos bien, y si nos vinculamos podríamos hacer una hermosa cuerda. Musubi, como diría mi abuela —concluyó Mitsuha con una sonrisa.

El chico miró la cuerda kumihimo que estaba enrollada alrededor de su muñeca. Y recordó el extraño sueño que tuvo antes de despertar. No estaba seguro si lo que vio era un recuerdo, o solo un sueño cualquiera. Fue demasiado real. Recordó lo importante que era esa cuerda para la familia Miyamizu.

—Mitsuha, ¿tú sabes quién hizo esta cuerda?

—No, pero debe tener muchos años. Me la dio mi madre, tal vez la hizo ella, o a lo mejor ella también la recibió de mi abuela. No lo recuerdo.

Mitsuha entrecerró el ceño, intentando recordar.

—Mi madre me la dio cuando era muy pequeña. Pero recuerdo que ella decía que había cuerdas que podían pasar de madres a hijas. Tal vez mi abuela sepa la historia de la cuerda de mamá. Incluso ella misma se la puede haber dado. Aunque, no creo que le guste a mi abuela saber que yo estoy rompiendo la tradición dándotela a ti.

Taki se sintió culpable. Si ese sueño era tan real como lo sintió, entendía lo importante que era para la madre de Mitsuha que esta cuerda pasara a la persona correcta. Esa persona tendría que ser una hija de Mitsuha. Él no debía tener la cuerda. Iba a desanudarla de su muñeca para devolvérsela, pero ella se dio cuenta de su intención. Le tomó las manos, deteniéndolo.

—Cuando te di esta cuerda, lo hice de corazón. Te dije que mientras tú estés cerca de mí, esa cuerda también estará conmigo. Y si algún día tengo una hija, quisiera que seas tú quien se la entregue a ella.

La mirada de Mitsuha no dejaba dudas de que ella hablaba en serio. Taki puso sus manos sobre las de ella, e hizo un voto con la mayor solemnidad que pudo.

—Te juro por mi vida que cuidaré esta cuerda, y si algún día tienes una hija, se la daré a ella, tal como tu madre hubiera querido.

Pero dentro de él había un deseo que no se sintió capaz de expresar: «Espero que quien reciba esta cuerda también sea hija mía».

§

La pareja llegó al edificio a eso de las 9:30 de la mañana. Ambos se miraron, y entraron intentando no mostrar miedo ni preocupación. Pero Taki no podía dejar de estar nervioso.

El guardia de la entrada reconoció a Mitsuha, y la saludo con cortesía, pero en cuanto vio que venía acompañada, su rostro se endureció:

—Señora Miyamizu, buenos días. Eh, disculpe, ¿este caballero es la persona que vino a buscarla ayer?

Kimi no Na wa. Reencuentro con el futuro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora