5. Lucha y esperanza

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Taki y Mitsuha se pusieron en camino a la estación de trenes de Shinjuku. Mientras caminaban hicieron un plan: Taki iría a su casa a buscar ropa y sus cosas personales, mientras Mitsuha se adelantaba a su propio departamento a preparar el espacio para él.

Cuando llegaron a la estación debían tomar trenes distintos. Al darse cuenta, dudaron. ¿Podrían perder la memoria al separarse? El recuerdo de Mitsuha de lo que le pasó cuando bajó de la montaña la angustió. Tomó a Taki por la chaqueta, sin querer soltarlo.

—Mitsuha, tendremos que correr el riesgo.

—Pero, pero, si tú y yo...

—Tranquila. También tengo miedo. Pero tarde o temprano, nos tendremos que alejar, aunque sea algo temporal. No puedo estar todo el tiempo contigo, ni tú conmigo. Debemos poner a prueba si... es que esto va a... funcionar.

—Solo ruego porque... porque, no ocurra...

Mitsuha había atado su pelo de nuevo con su cuerda trenzada. Y supo que había algo que tenía que hacer. Volvió a desatar su cabello, y puso la cuerda en la mano del chico. El protestó.

—Pero recuerda que yo te la devolví. Y sé que es demasiado importante para ti. No puedo aceptarla.

—Es cierto que es muy importante para mí. Por eso debes llevártela.

—Pero, si algo sale mal. ¿Qué pasa si...

Mitsuha llevó un dedo a los labios de Taki, y lo silenció.

—Si algo sale mal, sé que me buscarás. Esta cuerda ya nos ha reunido dos veces. Y puede que sea la única forma de volvernos a encontrar. Si me la muestras, tal vez esa sea la clave para poder recordarte de nuevo.

Taki no quería pensar en tener que llegar a eso. Se resistía a la idea. Pero ella ya había tomado la decisión.

—Además, si todo sale bien, también quiero que la conserves.

—Pero, era de tu madre, yo no puedo separarte de ella.

—Si tú estás cerca de mí, nunca más estaré lejos de esta cuerda ni la perderé ¿verdad?

Entonces comprendió lo qué quería decir Mitsuha. Ese era un juramento, un pacto de fidelidad. Tenían que luchar. Tenían que estar juntos. Y si tenían éxito, esa promesa los mantendría juntos, entrelazados, como los hilos de esa cuerda trenzada. Musubi. Todo era un vínculo.

Se abrazaron por última vez.

—Sé que estamos cansados, Mitsuha, pero no puedes quedarte dormida en el tren o cuando llegues a tu departamento. No hasta que... estemos juntos. O si no, todo esto puede fracasar.

—Sí, lo sé. Te estaré esperando. Por favor apúrate en llegar.

Mitsuha apoyo su mejilla el pecho de Taki. Pudo escuchar su corazón. Fue una revelación para ella. Quería volver a escucharlo una vez más. Muchas veces más.

§

Taki llegó casi corriendo a su departamento cerca de las diez de la noche. Sabía que el tiempo era clave, y tenía que estar en el departamento de Mitsuha cuanto antes.

Su padre se asomó al pasillo desde su habitación cuando escuchó el ruido de la puerta.

—¿Taki? ¿eres tú?

—Hola papá, llegué a casa.

El papá de Taki miró la hora en reloj de la pared, y levantó las cejas asombrado.

—¿Qué te pasó? Hacía tiempo que no llegabas tan tarde.

—Estoy bien, pero tengo un... un pequeño problema. Necesito buscar algunas cosas y salir de nuevo.

Kimi no Na wa. Reencuentro con el futuro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora