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"Cuando me aprietas contra tu corazón, estoy en un mundo aparte un mundo donde las rosas florecen"
|Videoclub.

Ginger a diferencia de Timothée era una chica lo bastante sociable como para tener amigos, ella era del tipo de personas que hablaban hasta por los codos.
Odiaba los silencios y las miradas incómodas entre desconocidos, por tanto se aventuraba a entablar una conversación con cualquier persona a su paso.

Era linda a su manera o como ella decía una "chica normal", no tenía un cuerpo expectacular ni un rostro tallado por los ángeles, simplemente era Ginger.
Imaginativa desde pequeña pero un poco cabezota a la hora de expresar lo que sentía.

Lo único anormal en ella para la mayoría, era que aún no había entregado su corazón, jamás le había pasado la idea de entablar una relación más allá de la amistad.
Pues creía firmemente en que pronto llegaría alguien especial, esa persona indicada, pero para ello debía esperar.

Y aquí me viene una pregunta muy común ¿Se han sentido alguna vez con la mente aquí y el corazón en otro sitio?.

Pues la mayoría de las veces así era como se sentía Ginger, como si estuviera amando a distancia, como si alguien en alguna parte del mundo la amara tanto, que evitará de alguna forma que ella se enamorara de alguien más. Era esa especie de conexión que mantenían los enamorados, sólo que la única diferencia aquí, era que ella aún no conocía a esa persona.
Aveces se imaginaba que lo conocía bajo la mirada expectante de la Luna acompañada de una noche estrellada, mientras de fondo sonaba alguna canción de amor, que tan pronto como terminará se convertiría en su canción.
Tenía tantos planes para cuando conociera a esa persona especial, a veces ese ser misterioso la mantenía con vida, cuando sentía que ya no podía más.

— ¿MAMÁ?.

— Ginger deja de gritar...Por cierto recuerdas que dije que hoy tendríamos invitados.

— No, la verdad no creo que lo mencionarás.

— Claro que lo hice, pero como tú te pasas todo el rato en el celular supuestamente "leyendo", pues no creo que me prestarás atención.

— Sí-se límito a responder para no discutir, la verdad no tenía sentido hacerlo, además seguro que su invitado era alguien del hospital.

— Bueno pues sube a cambiarte que en menos de una hora llegarán.

La castaña subió con pereza, demasiada pereza, y es de entenderse ¿por qué quién quiere visitas después de la escuela?...Exacto nadie, pero bueno seguro era algo importante, aunque de cualquier forma le parecía extraño.

— ¡Ginger!.

Se resto a bajar lo más rápido posible, para que su madre no la regresará a cambiar tras ver su outfit, no era una experta en moda, pero siempre insistía en que debía verse elegante y con buena presentación.
En fin Ginger solía hacerla enojar con el tema y se vestía lo más informal posible, pero esta vez debía admitir que su ropa no estaba tan mal.

— ¿Puedes abrir?.

— Claro-suspiró abrumada y con curiosidad.

Al abrí la puerta se presentó ante ella un chico estremadamente atractivo, aparentaba unos años más que la chica, pero era lindo, muy lindo tenía el cabello azabache y con ligeros rulos, su piel era porcelana pura, ojos de un verde casi pegándole al esmeralda, y cada una de sus facciones era tenue y delicada, como si de un modelo se tratase.

En ese momento lo sintió todo, era él su persona, justo como lo había imaginado, tenía ese aroma fresco que ahora mismo le parecía familiar.

— ¿Ginn, nos dejarás pasar o permaneceras viéndonos?-cuestionó a su costado Nicole.

— Si pasen, perdón es que...-

— Por cierto este es mi hijo Timothée, recuerdas que te hable de él, recién regreso de Francia.

— Hola mucho gusto Ginger.

— ¿Hola?.

Y esas simples palabras era el inicio de algo especial, al menos eso se sentía en el ambiente.

📍Los quiero infinitamente.
Atte:persona escribiendo en cualquier parte del mundo.

El cliché de Timothée. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora