Capítulo 2.

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Día siguiente.

Lugar ????.

????: Tenemos que descansar.

????: Deberías abandonarme.

????: No lo pienso hacer.

Mansión Chimenea.

Otro día más había pasado de la muerte de Bell, y todos seguían tristes, habían perdido a un gran amigo y un gran capitán.

Hestia era la más afectada de todos de la familia, casi no comía y casi no dormía, siempre que estaban en el comedor a cenar, almorzar o desayunar, donde antes había alegría y muchas charlas, ahora solo hay silencio y un ambiente triste.

Mansión Crepúsculo.

Una peli dorada que estaba en su habitación, recién despertaba, la luz del sol alumbraba su cara, ella se levantó y se rasco los ojos.

Se quedó hay sentada en su cama, cuando recordó lo de ayer, la noticia, y así volvió a acostarse abrazando su almohada, imaginando a que es Bell, que es Bell estando a su lado.

Ella esperaba que todo lo de ayer fuera solo un mal sueño o una pesadilla, pero recordar que no lo fue, solo la lastimó más, dolor era lo único que sentía en su corazón.

Mientras que más lágrimas salían de sus ojos dorados, Riveria ayer que se quedó un rato con ella había intentado consolar a su hija adoptiva.

Ella había soñado un maravilloso sueño, uno que le hubiera encantado que pasara encerio.

En su sueño ella descansaba en el pecho de Bell abrazados ambos, debajo de un árbol con una sombra, y un día perfecto donde no hacía ni calor y ni frío.

Donde solo ella y Bell pasaban tiempo juntos, el conejo le daba un beso en la frente despertando a la maravillosa chica dorada, pero no lo lograba y solo abrazaba más le pecho del peli blanco, durmiendo placenteramente tranquila en el pecho del peli blanco.

Qué la hacía sentir tranquila, que la hacía sentir segura y la purificaba con esa llama Blanca.

Pero no pudo ser así, porque al despertar solo pudo ver como la realidad es otra, ella pedía en su mente que si pudiera tener un deseo o algo que pudiera hacer es tenerlo a su lado, cueste lo que cueste.

Sacándola de sus pensamientos por el sonido de la puerta siendo tocada, solo para que al otro lado hablara una voz.

-Aiz, ¿estás despierta?, vamos a desayunar, debes tener hambre, hay Jaramarakuns para que desayunes- Dijo Riveria que intentaba animar a su hija adoptiva pero no funcionaba.

Jaramarakun la comida favorita de la princesa, pero parecía que la tristeza la dominaba como para que no sintiera ganas de comer un delicioso Jaramarakun.

Nada Podrá Separame De Tu LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora