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Gritos, lamentos y súplicas resonaban en aquel edificio abandonado. Un joven azabache observaba cómo sus mejores hombres se encargaban de torturar y asesinar a aquellos que pensaron sería fácil traicionar a Bonten.
A pasos lentos y desganados se acercó a aquella escena, sus ojos azules que alguna vez brillaron con determinación y alegría ahora escrutaban a las personas malheridas frente a él sin pizca de remordimiento. Takemichi por fin habló.
-Ran, Rindo alto- ante aquella orden los Haitani detuvieron la tortura. El azabache se agachó a la misma altura del hombre al que acababan de dejar con ambas piernas inutilizables, claro, no es como que fuera a salir vivo de aquello.
-¡Por favor perdóneme!- comenzó a rogar entre lágrimas, como si eso pudiera ayudarlo- Yo no quería, me tenían amenazado.
Si tan sólo Takemichi fuera el mismo chico llorón e inocente de hace algunos años aquellas palabras y lágrimas hubieran sido suficientes para que el chico interfiriera en su favor, pero vamos, estamos hablando de uno de los miembros más importantes de Bonten.
Nada más y nada menos que de la reina de aquella organización, según palabras de Sanzu, Hanagaki era el único digno de llevar ese título y estar a lado de su rey.
-Oh, pobre de ti- aquellas gemas azules se clavaron en los ojos cafés de aquel hombre haciéndolo estremecer- Si estabas tan amenazado como dices, entonces no tendrás problema en explicar los millones que fueron depositados en tu cuenta bancaria recientemente ¿o si?
El hombre se congeló.
-Ya veo, creíste que podrías vernos la cara- una sonrisa ladina se formó en sus labios- Bien, te daré una oportunidad.
El de ojos castaños lo vio con esperanza.
-Responde correctamente y podrás ir con tu familia, pero cuidado, si no me agrada tu respuesta terminaras siendo comida para los peces.- la amable sonrisa que se había formado en su rostro, no concordaba con sus palabras, estas eran escuetas y claramente amenazadoras.- Dime ¿Por qué traicionar a Bonten? Y no me salgas con "Me tenían amenazado" o ¿quieres que tu cabeza ruede por el suelo?
Rápidamente negó a las palabras de su jefe.
-Y-yo...tengo varias deudas y necesitaba dinero, uno de mis hijos esta muy enfermo y-y ellos se aprovecharon de eso- sus palabras salieron atropelladas, de verdad daba lástima.
-Y preferiste traicionarnos antes que hablar con Mikey y conmigo, vaya "el perro muerde la mano que le dio de comer"- Takemichi se levantó y arregló su ropa, el hombre sólo bajó la cabeza.- Te dejaré ir con tu familia.
El oji-azul sacó su arma de su cinturón, quitó el seguro y apuntó a la cabeza del de ojos castaños, este lo miró con miedo y confusión. Había dicho que lo dejaría volver con su familia, entonces por qué lo apuntaba con su pistola.