Manjiro Sano, comandante de ToMan y la chica más codiciada del instituto. Claro que para ella aquello no tenía la más ni mínima importancia.
Día a día recibía una gran cantidad de confesiones y regalos que tenía que rechazar de forma directa para evitar malos entendidos como en veces anteriores.
¡¿Porqué todos se le confesaban menos el chico que le gusta?!
Y es que Takemichi Hanagaki había sido el único capaz de llamar su atención, Mikey estaba segura que jamás podría olvidar la vez en la que se conocieron.
Había pasado hace unos cuatro meses, recién comenzaban las clases por lo que los chicos de nuevo ingreso no conocían a Manjiro Sano, tal vez sólo por nombre pero no sabían de su apariencia. Fue por eso que al salir de clases Mikey se vio rodeada de chicos intentando coquetearle, sus ganas de darles una patada para cerrarles la boca eran muy grandes.
-Vamos, podrías divertirte con nosotros- volvió a insistir uno de ellos.
Esa fue la gota que derramó el vaso, le había prometido a Ken-chin no meterse en problemas pero este tipo de situaciones no se lo dejaban fácil. Estaba lista para patear el trasero de esos idiotas, pero alguien más hizo acto de presencia.
-Ella dijo que no quiere ir con ustedes así que por favor entiendan y váyanse- se escuchaba nervioso, pero su cuerpo estaba firme. No dejaría que se acercaran a ella más de lo que deben.
Mikey lo observó con detenimiento, era un chico algunos centímetros más alto que ella, cabello azabache y algo rizado, su complexión era delgada pero a pesar de eso su espalda se veía imponente. La chica decidió observar las acciones del desconocido e intervenir sólo si se veía en aprietos.
- O si no ¿qué?-aquellos chicos comenzaron a acercarse al azabache, pero este en ningún momento retrocedió- Vete ahora, aún estamos de buen humor.
-Me iré, pero ella se va conmigo- Mikey comenzaba a sentir interés por el azabache y no iba a negarlo.
Uno de los chicos quiso golpear al de cabello rizado para quitarlo del camino, pero su puño se vio frenado por alguien más. No supo el como pero junto a sus amigos habían terminado en el suelo.
-Piénsalo dos veces antes de tocar a Hanagaki- un chico rubio de ojos verdes había llegado a la escena defendiendo al azabache, detrás suyo un chico de mirada felina observaba todo con gracia.
Cuando se trataba de Hanagaki, Inupi siempre iba en serio.
-¡Inupi, yo podía con ellos!- la chica miraba la escena entre confundida y divertida.
El chico que la había defendido por fin se dio la vuelta dejando a la vista los ojos más bonitos que Mikey había visto en toda su vida. Si tan sólo se quitara aquellas gafas, la rubia sería capaz de apreciar en su totalidad ese bello color azulado que poseía aquel chico.