Capítulo 57: Compañeros

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Cuando salgo de la sala de control, voy directo hacia mi compartimiento, porque es el primer lugar que se me ocurre al que Yassir pudo haber ido, puesto que es el único lugar en el Distrito que él conoce. Las personas me miran raro, supongo que debe de ser por mi cara de desesperación, ya que me da miedo lo que pueda llegar a hacer ahora, pero no me importa como me miren, ellos no entienden y nunca lo van a entender.

Los del 13 viven bien, y puede que perfectamente. Si bien no comen como lo hacen en el Capitolio, sus cuerpos ya se acostumbraron a recibir ciertas raciones de comida desde hace años, por lo cual no sufren hambre. Es cierto que no vieron lo que hay detrás de estas paredes hace mucho tiempo, pero así como no vieron el afuera, tampoco conocen los Juegos, no saben lo que se sufrió todos estos años. El único momento en el que perdieron mucha gente fue con la epidemia que hubo hace unos años, que acabó con muchos niños, pero de todas formas dudo que eso pueda compararse con los Juegos del Hambre.

Cuando llego a mi compartimiento, veo a Yassir sentado en una silla, frente a una pequeña mesa en el centro de la habitación. Me acerco a él y me paro a su lado, mientras acaricio su hombro con mi mano.

— Lo lamento —dice—. No debería haber salido así de la habitación.

— No importa.

— Claro que sí —contesta al instante—. Todos están colaborando con la rebelión, incluso Annie, que está muy afectada por lo que le ocurrió en el Capitolio, y yo salí corriendo de la habitación por un cable...

— La diferencia es que ella tiene unos veintitantos, y tú no llegas a los veinte.

— Aún no encuentro la justificación, Peeta.

— Eres muy chico todavía, Yassir, no tienes por qué participar en esto si no quieres, eso intento decirte. Annie ya es mayor como para andar negándose a hacer las cosas, y está completamente ida. No quiero que te pase lo mismo.

— Pero quiero colaborar, de verdad quiero hacerlo.

— Puedes hacerlo de alguna otra manera.

— No, la única forma que tengo de participar ahora mismo es contándole a los demás lo que Snow me hizo en el Capitolio —lo miro fijo a los ojos, y noto como se le iluminan—. Lo sabes bien, Peeta.

— Entonces vamos y ayudemos.

— Ve tú, yo te alcanzo en un rato.

— ¿Estás seguro? —pregunto aún sin separarme.

— Sí, ve...

En ese momento se escucha la puerta de mi compartimiento. Veo a Katniss entrando, y cuando nos ve se acerca rápidamente hacia nosotros.

— Yassir, ¿estás bien? —pregunta y se sienta en cuclillas a su lado.

— Sí, estoy bien, sólo necesito un momento...

— Hablé con Plutarch y le pedí que te permitiera hacer tu parte de la propo cuando lo creas conveniente.

— ¿Y él aceptó?

— Lo hizo porque no le quedaba de otra —contesta— pero de todas formas aceptó, y es lo importante.

— Gracias Katniss, pero voy a ir ya mismo a hacerlo.

— ¿Estás seguro?

— Claro, puedo hacerlo.

Miro a Yassir unos minutos, y no puedo evitar sonreír un poco, como si se tratase de mis hermanos. Mis ojos se humedecen un poco al recordarlos. Jason y Dylan... ¿Qué habrá pensado cada uno antes de morir? ¿Habrán sido conscientes de que estaba comenzando una Rebelión con el ataque al Distrito 12? Cuando recuerdo lo que Gale contó entre los escombros y las cenizas de lo que antes era mi hogar, unas cuantas lágrimas salen de mis ojos, y con mi permiso, porque ya no puedo aguantar contener esta rabia que tengo dentro de mí.

Los Juegos del Hambre: El Vasallaje MasculinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora