Capítulo 48: El Distrito 8

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El ascensor baja velozmente a través de todos los pisos del Distrito 13. Se mueve hacia abajo, y también hacia los costados, de izquierda a derecha, facilitando llegar de un extremo a otro. Nunca pensé que sería tan enorme este lugar. Me imaginaba algo grande cuando me dijeron que seguía en pie porque sería imposible que hayan subsistido en un lugar pequeño, pero no pensé que sería tanto como esto. La estructura de aquí es formidable , sus paredes son resistentes a pesar de los setenta y cinco años que estuvieron viviendo sin ayuda de nadie, y la tecnología es excepcional, muy similar a la del Capitolio.

Ahora mismo nos dirigimos al Hangar, donde se guardan todo tipo de armas nucleares como misiles, bombas regulares, incendiarias y radioactivas, municiones, entre otras; y los vehículos de carga pesada, como tanques de guerra, aerodeslizadores y helicópteros. Las armas más "sencillas" como las pistolas, los rifles, las armas automáticas y semiautomáticas, están en la Sala de Armas, al igual que los vehículos de asalto, que se encuentran en la entrada del Distrito, organizados de una manera muy estratégica, con la intención de salir lo antes posible en caso de uno de los tantos ataques terrestres sorpresa por parte del Capitolio.

El ascensor se detiene repentinamente, indicándonos a Boggs y a mí que ya llegamos a nuestro destino. Las puertas se abren y él sale antes que yo, a paso no muy apresurado. El pequeño túnel que nos lleva al Hangar se termina luego de unos pocos pasos, y deja a la vista algo impresionante: todo lo que me dijeron que se guarda aquí, en proporciones enormes. M detengo unos segundos, observando todo lo que hay aquí. Me da escalofríos saber que esto es lo que vamos a usar en la Guerra. No serán simples armas como en los Juegos, esto será mucho peor.

— Peeta —la voz masculina de Finnick hace que vuelva a la realidad y voltee—. Quería que me dejen ir con ustedes, diles que estoy bien y que puedo ir. No quieren creerme.

Observo a Finnick unos segundos y esta vez, en lugar de sentir odio, siento lástima y asco. Lástima por él, y asco por mí. Ahora sé que no fue su culpa. Me di cuenta hoy de eso, cuando luego de que Coin nos dijo que iríamos al 8 lo escuché hablando con Katniss, y buscaba un modo de que lo perdone. Por eso voy a pedirle perdón yo a él.

— Finnick, ¿que te parece si te pones unos pantalones?

Él se mira a sí mismo, y parece que se da cuenta ahora que está sólo en ropa interior.

— ¿Por qué? ¿Es que acaso esto... —dice añadiendo un pose provocadora y ridícula—, te distrae?

— No seas estúpido —le contesto entre risas.

— Hablando en serio Peeta, quiero ir — Finnick parece totalmente capacitado para venir con nosotros, o al menos eso aparenta.

— Está bien, hablaré con...

— Peeta —la voz grave y alta de Boggs me hace sobresaltar—. Tenemos que irnos ahora mismo.

Miro a Finnick unos segundos y le digo:

— Lo lamento, por esto y por haber estado enfadado contigo.

Él me mira unos segundos y luego me abraza fuertemente.

— Me siento tan culpable —me dice—. Deberían haberme capturado a mí y no a ellos.

— No digas eso —le contesto mientras me separo—. Vamos a sacarlos de allí, a todos, incluyéndola.

— Gracias Peeta...

Asiento ligeramente, en un movimiento casi imperceptible. Sin nada más que hacer o decir, me alejo lentamente de él y camino hacia donde se encuentra Boggs. Una vez que lo alcanzo, ambos caminamos a través del Hangar, donde hay muchísimas personas trabajando y moviendo cosas de aquí para allá.

Los Juegos del Hambre: El Vasallaje MasculinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora