Los Juegos del Hambre: El Vasallaje Masculino

Capítulo 22: Alianza

Capítulo nuevo :) Espero que les guste :) Bueno, este va dedicado a Tomlinson212691429, espero que te guste :D (cuando use la compu añado bien la dedicatoria, porque desde el celular no se puede). El próximo va dedicado a JosueCastanedaGomez :D

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— ¿Cuantos murieron hasta ahora? —es la primer pregunta que me hace Yassir cuando lo levanto para comenzar a caminar.

— En la noche mostraron solo cinco, no tengo idea de si murieron o no mientras dormíamos —añado y él asiente ligeramente.

— Al parecer serán unos Juegos largos —comenta y yo suspiro al recordar que los Juegos de Finnick duraron poco más de un mes, no me imagino cuanto llegarán a durar estos.

— Bueno..., mejor empecemos a caminar —digo yo y él asiente—. Ven, te ayudo —añado y él niega con la cabeza.

— Cuanto más rápido me acostumbre, más rápido sanaré —explica él. Yo asiento, porque su idea tiene lógica.

Entonces comenzamos nuestra exploración. Ambos estamos sedientos, y necesitamos comer algo urgentemente. Sé que si Katniss no me envía nada, puede ser por dos simples razones: o no consigue patrocinadores, lo cual es probable porque no es buena con las palabras; o simplemente porque tenemos lo que necesitamos muy cerca.

— ¿Estás pensando en ella? —pregunta Yassir repentinamente, yo suspiro.

— No —contesto con firmeza, aunque supongo que no se lo creyó ni con suerte.

— Vamos, no seas tonto. Todos sabemos que estás enamorado de ella, ya lo dijiste el año pasado, y para ser sincero, no me creo eso de que dejaste de amarla —por lo visto Yassir no es ningún tonto, o tal vez yo soy muy obvio y no engaño a nadie—. ¿Por qué decidieron separarse antes de los Juegos? Es probable que ganes.

— No —respondo al instante—. Es imposible que yo sea el vencedor este año.

— ¿Por qué no? Por lo visto dejaste a los Vigilantes muy impresionados —añade y yo suspiro, porque sé que no puedo decir nada, ni tampoco hacer nada.

— Porque tengo pensado morir desde que se anunció el Vasallaje. Yo..., no puedo matar a mi mentor —explico y él abre la boca y asiente, como si finalmente entendiera mi plan.

— Quieres que él sobreviva —me dice en voz un poco más baja, con un poco de vergüenza.

— Si... Él, o tú —confieso—. Tienes muchos años por delante Yassir, no puedo matarte, no podría hacerlo ni aunque me viera obligado a hacerlo.

— Tendrás que hacerlo si yo te lo pido, si estoy sufriendo, si algo me sucede —niego con la cabeza—. Si, lo harás, porque no puedes quitarme el derecho a dejar de sufrir. Si algo me sucede, quiero que me mates —lo miro unos segundos, y finalmente asiento.

— Y tu harás lo mismo por mi —añado, porque sé que él no podría matarme. Niega con la cabeza—. Entonces yo tampoco, ¿Lo ves? Solo tienes que ponerte en el lugar del otro para entender sus actitudes.

— Siempre intento ponerme en el lugar de un Capitolino para entender por qué apoyan esto, y nunca logro comprenderlo —confiesa él, yo lo miro con preocupación y también con algo de lástima.

— Supongo que nunca lo entenderemos —añado yo con la intención de cortar esta conversación, a lo que él asiente.

— Creo que el problema es que ellos nunca se ponen en nuestro lugar, tal vez si lo hicieran, podríamos cambiar las cosas —tiene razón. En todo.

Miro a mi alrededor porque escucho un raro sonido, no sé que puede ser, pero no hay nada. Ni tampoco nadie. La selva está totalmente vacía. Comienzo a sospechar que la única manera de conseguir comida y agua es la Cornucopia. En el agua de la playa debe de haber peces.