Capítulo 52: Asalto

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El silencio llena completamente la habitación. El símbolo del Capitolio permanece en la pantalla, completamente congelado. Nadie habla, nadie emite ni siquiera un sonido. Es como si el tiempo se hubiera detenido completamente.

Entre todo el silencio, una orden, o mejor dicho un ruego, se escucha en la habitación.

— Tienen que sacarlos de ahí antes de que los maten.

Las palabras de Katniss quedan resonando en la habitación. La mirada de Coin deja en claro que parece no estar ni siquiera de acuerdo un poco con lo que ella acaba de proponer.

— ¡Van a matarlos! —repite—. ¡Probablemente hoy!

— Lo siento, pero no puedo llevar a cabo ningún rescate en tan poco tiempo.

— Lo haría si la persona capturada fuera yo, ¿verdad?

— No es tan simple Katniss. Lo que tu propones es una realidad completamente diferente.

— Dios mio, ¡no pueden dejarlos ahí como si fueran dos marionetas!

— Ella tiene razón, presidenta, los están matando lentamente —comenta Boggs, y yo lo miro completamente agradecido, porque sé que su opinión tiene algo de peso en esta conversación.

— Al fin alguien con un poco de sentido común en este lugar —acota Johanna, completamente furiosa.

— Boggs tu sabes que ir a rescatarlos ahora sería un suicidio —comenta Plutarch—. La seguridad en el Capitolio debe haber aumentado unas diez veces. No habría manera de garantizar que lograrán ser sacados de ahí adentro, es muy riesgoso.

— Pues ese no es mi problema —digo yo, hablando por primera vez—. ¿No fue riesgoso atacar la Arena durante el Vasallaje sólo para sacarme a mí? Porque le recuerdo que quemaron nuestro Distrito por ese error.

— Las situaciones son diferentes. El Capitolio no esperaba un ataque y su seguridad estaba completamente debilitada y desatenta a lo que pudiera pasar —explica él—. Ahora estarán esperándonos con bombarderos de asalto y probablemente seguridad terrestre también.

Todos nos callamos al escuchar estas palabras, porque tiene razón. Entonces caigo en la realidad de que ni Haymitch ni Yassir van a poder ser rescatados. Ambos van a morir en el Capitolio.

— Entonces, ¿dejarán que Annie muera también? —pregunta Finnick, completamente herido.

— Lo siento, no pensamos que iban a llegar hasta este punto.

— Si lo sabían —le contesto yo a Coin— . Ambos lo sabían, pero estaban esperando a que llegue este momento para no hacer nada. Nos engañaron desde un principio...

— No puedes afirmar algo así, Peeta —dice Plutarch, y yo no tardo en contestarle.

— No necesito nada más que esto para afirmarlo. Ustedes no tenían intenciones de rescatarlos. Nos usaron...

Sin decir más, me voy. Salgo de la habitación rápidamente, sin posibilidad de que alguien me siga. Camino a paso muy apresurado y sin darme cuenta, comienzo a correr. Sigo así hasta llegar a mi compartimiento. Una vez que ingreso en él, me siento en la cama apoyando mis codos sobre mis piernas y entrelazando los dedos de ambas manos. Me quedo sentado mirando el suelo gris, pensando en lo que acaba de pasar

Haymitch va a morir. Yassir también va a morir. Les fallé a los dos, y también a mí mismo, porque me prometí que los sacaría. Quien sabe que demonios les están haciendo ahora. Tal vez ya fueron electrocutados, quizás los fusilaron (y si no lo hicieron es posible que lo hagan en público esta misma noche), o quizás ahora mismo estén siendo atacados por mutos. Sea lo que sea que les vayan a hacer, no es bueno.

Los Juegos del Hambre: El Vasallaje MasculinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora