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Una típica tormenta otoñal caía azotando la ciudad. En esa oscura tarde, el frío cubría el ambiente. Dahyun estaba acostaba boca abajo leyendo el libro favorito de su mejor amiga Sana. Ella le había prometido leerlo solo si Sana también leía su libro favorito. Para nadie era un secreto la fuerte conexión que Sana y Dahyun tenían. Perdida en su lectura, Dahyun se distrajo pensando en su mejor amiga y en todo lo que había vivido el último mes.

Dahyun se levantó de su cama intranquila por causa de su amiga. La joven coreana estaba preocupada. Quería ayudar a Sana, pero no sabía cómo hacerlo. ¿Cómo ayudas a alguien que ha perdido lo que más ama, de la forma más cruel, a sus veintiún años? Dahyun amaba a Sana, la amaba como a nadie en el mundo, y hubiera dado todo de ella para que su mejor amiga estuviera bien. Sin embargo, eso no fue lo que pasó.

El timbre de la puerta de su casa sonó, haciéndola salir de sus conjeturas. Los padres de Dahyun no se encontraban en casa, por lo que ella tuvo que atender. Al abrir la puerta, la coreana se encontró con una imagen que la dejó sin palabras. Del otro lado, estaba Sana totalmente empapada. Su mirada estaba vacía y su cabello era un desastre, aun así, Dahyun pensó que se veía hermosa.

—Hola—musitó la más joven—. Yo solo quería devolverte esto.

Sin darle tiempo a Dahyun para responder, Sana le entregó el libro amarillo que la coreana le había prestado.

—Estas helada—dijo Dahyun al tocar su brazo empapado—. Pasa. Te daré algo de ropa seca y te haré chocolate con pan. Tu favorito.

Dahyun siempre tenía esos gestos con Sana. Ella siempre fue su debilidad. Sana era la única que lograba derretirle en corazón y con la única que se permitía ser más afectiva. Dahyun la amaba en secreto.

—No—dijo la joven con tristeza en su voz. Mucha más tristeza de la que usualmente tenía por esos días—. Es más fácil así.

—Te vas a resfriar—insistió Dahyun—. Déjame hacer algo lindo por ti.

—Ya lo hiciste—contestó Sana. Miraba con angustia a Dahyun—. Tú siempre lo haces. Yo solo quería traerte el libro.

—Quédate esta noche conmigo—Dijo finalmente Dahyun—. No tienes que regresar a esa casa vacía si no quieres. Pediremos pizza y dormiremos abrazadas.

Sana se moría por aceptar la propuesta de Dahyun; nada la habría hecho más feliz que pasar tiempo con su mejor amiga y olvidar del infierno que estaba viviendo, pero no podía aceptar la propuesta porque ya tenía planes para esa noche.

—No puedo—dijo sin atreverse a mirarla a los ojos—. Tengo que hacer algo esta noche.

—¿La próxima semana? — Volvió a decir Dahyun con paciencia y ternura en su voz.

—Tal vez—dijo Sana aunque sabía que no habría una próxima vez para ellas.

—¿Segura que no quieres entrar? —volvió a insistir Dahyun—. Puedo hacerte mimos hasta que te duermas.

Aquel comentario le causo una tímida sonrisa a Sana. Esa pequeña sonrisa fue la primera sonrisa sincera en semanas. Sana correspondía los sentimientos de Dahyun, pero no se había atrevido a decírselos por temor a perder a su mejor amiga. Ya había perdido a sus padres, y no quería perder a alguien más. Aunque, en ese punto, ya nada importaba.

—Segura—le dijo la joven japonesa a Dahyun—. Sabes que te quiero mucho—musitó Sana acercándose más y más a la joven—. No lo olvides nunca.

—Yo también te quie...— Las palabras de Dahyun se vieron interrumpidas por un inesperado beso. Beso que en lugar de saber bien, tenía una amarga dosis de despedida en él.

¿dónde estás, sana? [saida fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora