Capitulo 8.-

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Sparta abrió la caja encontrándose con un teléfono nuevo de una prestigiada marca.

—Pero... Señor Trollino.

—Así tendré una manera de comunicarme contigo.

—Es demasiado... nunca podré pagárselo.

—Sólo tómalo

Sparta dejó a un lado el celular y tomó la mano de Trolli con ambas manos.

—Señor Trollino, sobre aquel día... sé que se siente culpable... Pero... usted no hizo nada que yo no hubiese querido.

Y sólo eso bastó, Trolli se inclinó hacia Sparta y lo besó con amarga desesperación, se apoderó rápidamente de sus húmedos labios y los abrió con necesidad, saboreándolo con intensidad, desabrochó el cinturón de seguridad que sujetaba al joven y lo cargó para sentarlo sobre sus piernas como si de un niño se tratara, sintió las manos del joven temblando y separó el beso, esperando su aprobación.

Sin embargo, cuando sus labios se separaron el joven gimió en protesta ante la necesidad. Trolli comenzó a acariciar el bulto que se formaba en los pantalones del joven, solo para ver la sangre amotinarse en sus mejillas mientras respiraba de manera entrecortada.

El joven Sparta indefenso ante la conglomeración de sensaciones que producía el toque del empresario sólo se limitaba a mover las caderas de manera oscilante sobre el duro miembro del señor Trollino.

—Tenemos que parar señor Trollino— suplicó en un gemido contradictorio a sus palabras.

—Lo sé— murmuró el hombre apoderándose una última vez de los labios del joven mordiéndolos y succionándolos a placer solo para verlos obtener aquel delicioso color escarlata.

Sparta regresó a su asiento, tomó el celular y lo guardó en la bolsa negra en la que venía. Abrió la puerta y le dedicó una mirada apenada al señor Trollino por lo ocurrido.

—Niño, mi número ya está agendado.

Sparta cerró la puerta del automóvil y corrió hacia la puerta de su tío y, aún desconcertado y emocionado. Sus labios aún cosquilleaban por el mayor y su piel aún suplicaba por mayor contacto, sólo quería ser tocado por una persona. Una persona con la piel besada por el sol y manos curtidas por el trabajo duro y la maquinaria. Manos poderosas, manos grandes, manos sosteniendo su...

—¿Sparta? ¿Estás bien? —preguntó Rius observando al chico desde el sofá.

Sparta nervioso comenzó a ser consciente de su aspecto; suéteres desacomodados, frente sudorosa, labios hinchados y mejillas sonrojadas, parecía recién cogido.

—Ti...Tío, estaba co-comiendo, es decir, corriendo... Baño, quería ir al baño, por eso yo estaba corriendo.

—Bien, pues ve cariño — respondió Rius divertido sin darle más importancia al asunto continuando cosiendo un vestido, parte de su nuevo trabajo; le pagarían por arreglarlo.

Sparta ingresó a su habitación y se dejó caer en la cama, el señor Trollino lo había besado, lo deseaba ¿Debería contárselo a Pinky? En realidad, Sparta deseaba mantener aquel secreto solamente entre ellos dos.

Era verdad que Sparta no sabía que estaba ocurriendo, jamás podría ponerlo en palabras para explicarlo. El hecho de que casualmente le gustaban los hombres no le hacía ruido, no le molestaba, más si el hombre en cuestión era Trolli; con su cabello negro y obscuros ojos, con espalda ancha, cargando toda la economía sobre ella

Tomó su nuevo teléfono y descubrió que en realidad usarlo era intuitivo, y aunque le costaba utilizar del todo, estaba seguro que lo lograría pronto.

La comida con su tío resultó más larga que el resto, tenía diversos trabajos y todos le emocionaban, había conseguido cobrar por coser - una de sus pasiones ocultas - y había recibido el primer pago semanal de Trolli, por lo que el dinero ya no le quitaba el sueño.

Había dejado de acostarse con asquerosos hombres por dinero, y las ojeras en sus ojos habían desaparecido, Rius estaba convencido de que venían buenas cosas, y que los padres de Sparta los estaban cuidando desde el cielo.

A Sparta le encantaba como los ojos de Rius se iluminaban al hablar sobre el vestido de novia que estaba arreglando. Le encantaba notar que la comida parecía fresca, y no era de las viejas latas de sopa

El teléfono de Sparta sonó, un mensaje nuevo de Trolli.

—¿Y ese teléfono Sparta?

—Oh, el señor Trollino me lo dio, dijo que lo necesitaré para el trabajo.

—Parece caro ¿lo descontarán de tu sueldo?

—No... Es como prestado, es de la empresa —No le gustaba mentirle a su tío, pero podía notar lo mal que se veía que Trollino le diera lujosos regalos— Es solo para hacer esquemas... No me cobrarán ni un centavo.

—Bueno, al menos te da seguridad, ¿Has visto las noticias? Los secuestros aumentaron. Tu padre y madre que están en el cielo te protejan de esos tipos...

Sparta leyó el mensaje de Trolli

"Andrés, estaré fuera de la ciudad, nos vemos el lunes cuando inicies de manera formal."

Sparta frunció el ceño, no quería que se alejara, pero agradecía que le avisara, así no tendría la necesidad de ir a su departamento en su búsqueda.

¿Búsqueda de qué Sparta? No eres la clase de persona obsesiva que enloquecerá y comenzará a acosar a su jefe solo por una rápida sesión de besos." Se regañó internamente.

Los ánimos de Sparta habían caído, repentinamente se sentia como una prostituta.

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🤍Si alguna vez quieres dibujar alguna escena de este libro siéntete libre de hacerlo, si quieres puedes avisarme, me encantaría verlo :³💛

Azúcar en el Infierno •|SPARLLINO|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora