Capitulo 9.-

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Los días pasaban tan rápido como las gotas de lluvia caían al asfalto. Cuando Sparta se encontró a sí mismo frente a la gran corporación dudó en entrar.

Realmente iba a trabajar con Javier, la ciencia apasionaba al menor de maneras impresionantes, y pensar que trabajaría codo a codo con quien patentó los automóviles solares, y quien impulsó el uso de nanotecnología para limpiar el mundo (Proyecto que estaba en sus inicios , pero que pro metía grandes resultados) era un verdadero sueño hecho realidad. Había conseguido vender una de sus ideas a uno de los hombres más poderosos.

Ingresó titubeante al complejo, el olor a aromatizante ambiental inundó sus fosas nasales. El lobby le pareció enorme, como si se hubiera hecho para albergar cientos de visitantes diarios. Ingresó al ascensor y casi de manera automática tocó el botón de planta en la que se encontró el despacho de su jefe.

Su tío Rius había comprado unos pantalones de traje y una camisa blanca formal para su primer día de trabajo, sin embargo se sentía como un pequeño niño usando la ropa de su padre. Se sentía ridículo, como si la formalidad no fuera para él.

La secretaria le dio entrada libre al despacho del jefe y lo encontró ahí; Trolli descansando sobre su cómoda silla, realizaba una llamada mientras observaba la vista que le otorgaba estar en uno de los pisos más altos del edificio.

—Lo siento, no está en venta. Hablamos después.— terminó Javier por teléfono al observar la presencia del joven.

—Buenas tardes señor Trollino— se presentó Sparta con una gran sonrisa nerviosa —Espero no molestar.

—Tú nunca eres importuno, de hecho te estaba esperando— Trolli se levantó de su lugar y caminó hacia el chico.

Sparta se preguntaba cómo lo lograba, caminaba con tanta elegancia y seguridad, como si estuviera nadando, siempre parecía estar en su elemento. Definitivamente los trajes eran para Trolli, los lucía de manera natural y parecía estar siempre cómodo usándolos. No como Sparta, a quien comenzaba a picarle el cuello.

Trolli se le acercó y tomó la camisa del chico de la cintura, arrastrándolo hacía él, atrapando los labios bermellón del joven entre los suyos en un simple movimiento.

—¿Tú compraste esto? — preguntó Trollino acariciando la tela de la camisa.

—Fue Rius

—Pereces incómodo con esta ropa.

—Es que sí me siento incómodo con esto, no es la clase de ropa que puedo usar bien.

—Tengo una idea— besó una última vez al chico, sometiendo sus labios a la presión, abriéndolos para introducir su lasciva lengua. —Terminemos con tu jornada rápida— agregó separándose del menor y abriendo la puerta de su despacho.

Sparta se preguntó cómo lo lograba, cómo podía pararse frente a su secretaria como si no acabará de introducir la lengua dentro de su boca, mientras a él aún le temblaban las piernas de fascinación.

Se dirigieron al ascensor y Sparta trató de ordenar su ropa, parecía tener vida propia y arrugarse al mínimo movimiento.

—¿Tienes el prototipo?— preguntó Trolli observando con gracia al chico

—Sí, aquí está — respondió abriendo su mochila sacando el pedazo de metal con forma de rosquilla partido en dos.

Las puertas del elevador se abrieron y llegaron a un piso cuyo pasillo estaba conectado con las ventanas del complejo que tomaban el lugar de las paredes.

—Atrás de estas puertas se encuentran los Químicos, Científicos y Físicos más grandes de esta era, la mayoría de ellos han trabajado con mi último proyecto: el uso de la nanotecnología para limpiar la tierra.

Azúcar en el Infierno •|SPARLLINO|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora